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Antón Castro

EMILIO ABANTO: ADIÓS A UN PINTOR

EMILIO ABANTO: ADIÓS A UN PINTOR


"Emilio Abanto fue un hombre intensamente bueno, mejor aún: intensamente decente. Ha muerto admirablemente: solía decir que a él le había tocado la lotería del cáncer y no cargaba las tintas sobre ello. Fue un hombre cariñoso y atento, entrañable, que hizo de la pintura su vida". Así define el pintor Pepe Cerdá a su amigo Emilio Abanto (Zaragoza, 1960), que falleció ayer. Pepe Cerdá recordaba que habían coincidido en varios sitios desde los catorce o quince años, y que habían trabajado juntos, incluso pintando aparatos de circo, "con mucho gusto y mucha calma".


No es fácil encontrar muchos datos de Abanto: estudió en los Escolapios, se matriculó en Medicina, pero pronto se sintió tentado por el dibujo, por el cómic y la ilustración. Después, inclinado hacia el sueño de la pintura, compartió estudio con Cerdá y otros (Luis Salas, Vicente Dolader, etc.) en la calle Ramón y Cajal 7, luego en San Pablo 6 y más tarde en la plaza de San Domingo.


A principios de los 80, cuando proliferaban los grupos artísticos en la ciudad, Emilio Abanto participó en el colectivo Zotal junto a Carmelo Ramos Rebullida, Juan Sotomayor, José Vicente Royo, Anabel Gandú y Luis Salas, entre otros. Su pintura era muy personal, con esos muñecos de grandes cabezas y rostros, que hacían pensar en Keith Haring, o con esas series de peces, que se convertían en elementos simbólicos y a la vez en su iconografía más obsesiva. Abanto solía frecuentar el Bonanza, donde expuso, con amigos como Fernando Moles, Iris Lázaro y Eduardo Laborda, biógrafo del café de la bohemia artística.

En el volumen 'Pintores de Aragón' decía que había aprendido mucho en los talleres de Luis Salas, Fernando Moles y Pepe Cerdá, que ahí había tenido "su mejor escuela de pintura". Aseguraba también que su currículo eran sus amigos, "el Bonanza y el mar". Trabajó en cultura en el Gobierno de Aragón. Realizó exposiciones individuales (una de las más importantes fue la de 1997 en la Casa de la Mujer) y colectivas, entre ellas 'Pintura aragonesa a la escuela', coordinada por Manolo Val.

 

*Redacté esta nota que ayer apareció en Heraldo. Hablé con Emilio Abanto el pasado junio: le llamé para pedirle una ilustración para ‘Artes & Letras’. Me dijo que la haría a la vuelta del verano. Copio también cuatro comentarios de amigos y conocidos de Emilio Abanto, y doy las gracias por el cariño hacia Emilio, la mayoría lo conocíais más que yo, y por las correcciones.

 

  • Patxi (16/09/09 21:50)

solo puedo decir que siento mucho el fallecimiento de Emilio que comparto que fué una persona muy buena y sobre todo siento haberme enterado tarde si hay algun lugar despues de este te deseo que te encuentres en el mejor de los sitios. Mi mas sentido pesame a toda su familia y amigos. No te olvidare gracias por todo.

  • LuiS SALAS GIMENEZ (16/09/09 19:49)

Todos los que hemos vivido y compartido periodos importantes de nuestras vidas con Emilio sabemos que Emilio era ante todo persona integra. Emilio tenía muchos amigos, pero Él era el amigo que siempre estaba allí. El viernes pasado estuvimos con Emilio, nos enteramos tarde, hoy ni siquiera te hemos acompañado, esta mañana Juanjo Vázquez nos daba casualmente la noticia de que te habías ido, sin avisarnos, desapercibido, sin darte a entender, con la humildad y la honestidad que siempre has demostrado, como persona y artista. Un gran dibujante y magnífico pintor. Como dice Moncho, los que te queremos y hemos compartido 40 años contigo, siempre estaremos orgullosos de haberte tenido como nuestro mejor Amigo.

  • José Ramón Mañeru (16/09/09 14:28)

Tiene razón Pepe Cerdá. Emilio ha sido bueno y decente, extraordinariamente bueno. Durante casi cuarenta años de relación, pasamos por épocas de mucho contacto o de muy poco, pero siempre ¿y nunca se lo confesé¿ le admiré por su valentía para hacer lo que creía que tenía que hacer (aunque no fuera lo más conveniente y políticamente correcto, como dicen ahora), me atrevo a decir que hizo siempre lo que le dió la gana. Dejó la carrera de Medicina porque no le interesaba; dejó un ¿trabajo seguro¿ en una multinacional porque le aburría tremendamente; ultimamente pleiteó con la Administración por lo que creía que era justo. Le gustaba dibujar y pintar y hablar con sus amigos. Y ahora, probablemente, la cultura oficial se acuerde de Emilio Abanto. Donde esté, si está en algún sitio ¿además de en la memoria de sus amigos? Descanse en paz. Nota: El estudio-local-lavandería de la calle San Pablo lo compartíamos con otro Dolader ¿sobrino de Vicente ¿ Juan Carlos Dolader.

  • Pablo (16/09/09 07:19)

Yo recuerdo de Emilio, entre otras cosas, el tremendo cabezón del monje que pintó en "El Refectorio", emblemático garito de finales de los 80, al lado de San Pedro Nolasco, sus cuadros de cabezas redondicas (el señor Bill Gates lo plagió vilmente para sus emoticones del Messenger) y sobre todo, esos carteles que aun se ven por las piscinas con recomendaciones a la hora de tirarse un chapuzón...

 

*No he podido encontrar una foto de Emilio Abanto. Le despido con esta obra de Jean Loup Sieff de 1990: la bella contempla el taller del artista.

 

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