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Antón Castro

VOCES CON EMOCIÓN PARA LABORDETA

Labordeta, visto por José Luis Cano.

 

La de ayer fue una tarde especialmente emocionante. Empezó con la lectura de algunos poemas de José Antonio Labordeta –participaron, entre otros, Guinda, Calero, Romeo, Daniel Gascón, Miguel Ángel Yusta, Miguel Mena, Helena Santolaya, Emilio Lacambra, Manuel Forega, personas del público, etc.- y continuó luego en la iglesia de Santa María de Veruela –diría Eva Amaral: “Me encanta estar aquí, es un orgullo, Labordeta es un referente cultural (…) parece que estemos en la misa de gallo”- con el concierto de muchos artistas aragoneses y nacionales, desde el grupo de jazz de Tarazona y alrededores hasta la despedida de  Paco Ibáñez, que cantó ‘Corazón’, una canción vasca en euskera, y ‘Piedra pequeña’ de León Felipe, y una canción italiana al alimón con Marina Rossell, que había estado estupenda de voz, de intención y de dulzura.

Labordeta con sus dos nietas. Foto de Heraldo.

Por citar algunas piezas y algunos momentos: Daniel Zueras cantó ‘Somos’ acompañado de Nacho Abril a la guitarra, un tema al que le dio su sello personal, el cantante ultima disco para noviembre; Elena Rubio cantó ‘a capella’ con brillo y temblor uno de los temas más populares de Labordeta, ‘La albada’; María José Hernández le rindió homenaje con una extraordinaria versión de ‘Mar de amor’, las dos estuvieron acompañadas a la guitarra por Joaquín Pardinilla; Moncho Otero hizo una versión de ‘Regresaré a la casa’, y acompañó a Pablo Guerrero en su emocionante versión de ‘Ya ves’ (Guerrero habló con José Antonio poco antes del concierto y estaba emocionado: la vida tampoco ha sido nada fácil para él) y el público se lo agradeció porque se encontró con un artista intenso y frágil, entregado, que intenta mantener el rescoldo de su voz y de su hondura; Javier Ruibal cantó dos de sus temas que mezclan el amor, el deseo, la sensualidad, dentro de esa música mestizaje en la que se cruzan y se amasan el flamenco, la música árabe, los sonidos mediterráneos. Y Amaral, Eva y Juan, bordaron su actuación con ‘Noche de cuchillos’, una versión muy medida y hermosa de ‘Banderas rotas’ y un adelanto de su nuevo disco, ‘Algo salvaje’, marchoso y muy personal. Hubo maravillosas interpretaciones, que fue presentado la actriz María José Moreno, que despeinó su pelo rojo y su emotividad cuando anunció a Pablo Guerrero y a Paco Ibáñez.

En las fotos, Amaral, María José Hernández y Paco Ibáñez.

Hubo más actuaciones: Franco Deterioro, con su humor habitual y su sentido del show, el músico además acompañó a Elvira Lozano, que leyó uno de sus poemas; Ludmila Mercerón, que tocó dos temas; Alime Hume y Luigi Máraez, que tocaron tres temas, en uno de ellos Luigi versionó con profundidad y sentimiento un poema de Labordeta en homenaje a su padre, etc. También se presentó ‘Mar de amor. Canciones’ de Olifante / DPZ, Rogelio Blanco (Director General del Libro, de Archivos y Bibliotecas) fue la única autoridad, aragonesa y nacional, que se trasladó al homenaje del Medalla Alfonso X el Sabio y Doctor Honoris Causas por la Universidad de Zaragoza. Eso sí, Labordeta no pudo estar pero estuvieron sus hijas Ana y Ángela, y sus nietas Marta y Carmela. Ingrid Magrinyá presentó una coreografía; Helena Santolaya, que esperaba a ser abuela, Ricardo Calero y Javier Lapuente exhibieron distintas instalaciones, y un sinfín de escritores, artistas y público arroparon el homenaje.

 

Un espectáculo así siempre puede ser mejorado, pero Trinidad Ruiz y Marcelo Reyes por Olifante, y todo su equipo, así como Bruno Galindo, y todo su equipo por la DPZ, desplegaron un intenso trabajo. La pena fue que mucha gente se quedó fuera porque el límite de aforo era de 1.500 personas. Imagino que para otra vez se establecerá una reserva de localidades.

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