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Antón Castro

JUAN LUIS GALIARDO EN ZARAGOZA

[Hace algo más de año y medio comí con Juan Luis Galiardo, Anabel Mateo y Luis Alegre en Casa Hermógenes. Entonces aún existía ‘Borradores’, uno de los proyectos más bonitos que he vivido en mi vida. La comida fue preciosa. Esa noche escribí esta nota. No tiene ni la profundidad ni la exactitud de la de Luis, uno de sus amigos constantes desde hace más de veinte años, pero también ayuda a entender mejor el personaje.]

 

 UN ACTOR EN CASA HERMÓGENES

 

Comí ayer en Casa Hermógenes –la casa de Hermógenes Carazo y de su compañera Carolina: entrañables por igual- con Luis Alegre, la representante Anabel Mateo y el actor Juan Luis Galiardo, que está en Zaragoza, en el Teatro Principal, haciendo varias funciones de ‘El avaro’ de Moliere, junto a otros catorce actores, una función que concibió y dirigió Jorge Lavelli, que reside en París. Juan Luis Galiardo empezó siendo un galán del cine español y, por lo tanto, también fue un gran seductor. Es un hombre simpático y arrollador, capaz de embelesar a las piedras (luego se le quedarán mirando tres mujeres en la calle, las saluda y les recuerda, con una inmensa sonrisa, que tiene cuatro funciones este fin de semana. Las besa y ellas le prometen que irán a la representación) o de descolgar abruptamente su teléfono móvil para decirle a Jorge Sanz que la serie que interpreta y está dirigiendo David Trueba es estupenda. O para decirle simplemente, a voz en grito: “Te quiero, Jorge. Qué bien me lo he pasado en tu serie”. Juan Luis sale, creo, en el capítulo cinco. Yo he visto el primer capítulo con mi hijo Jorge y creo que podría definirse como una serie “genial y patética”.

Juan Luis Galiardo estuvo a punto de partir a Estados Unidos, a Hollywood. Trabajó con Sofía Loren en ‘Blanco, rojo, negro’ y se quedó fascinado con ella, aunque él era muy joven (ella tenía como un sueño amoroso y sexual con él, que terminó casi abrasado por accidente), y también realizó dos películas con Charlton Heston, una de ellas fue ‘La llamada de la selva’, basada en el texto homónimo de Jack London. Galiardo sufrió una especie de ataque de pánico ante uno de los perros lobos de la película y tuvo una reacción extrañísima, no quiso rodar, y además se dice que en medio de ese arrebato estuvo a punto de estrangular a Heston. Eso dice la leyenda negra, o lo que le han contado a Luis Alegre, porque Galiardo no lo recuerda con precisión. Con esa precisión al menos. Después de estas aventuras y algunos amores con bellas y famosas mujeres del cine español, cayó en una especie de pozo, entre la depresión y el desconcierto; se recuperó poco a poco y rehízo su carrera en México, hasta que la reemprendió en España de la mano de directores como Luis García Berlanga, José Luis García Sánchez (en alianza con Rafael Azcona), Manuel Gutiérrez Aragón (que lo dirigió como Don Quijote) o Fernando León de Aranoa, que le dio un extraordinario papel en ‘Familia’. Para todos ellos tiene palabras de cariño. García Berlanga solía decirle: “Aún no tienes suficientes arrugas para aparecer en mis películas”; cuando creyó que las tenía lo contrató para ‘Todos a la cárcel’. Otros nombres que aparecieron en la tertulia fueron María Luis San José, María Luisa Merlo, Carmen Sevilla, Vicente Haro, que hace de padre de Jorge Sanz en la serie y que falleció hace poco, y Antonio Giménez Rico. Juan Luis Galiardo es, por cierto, un estupendo imitador de voces.

Juan Luis Galiardo ha perdido a dos mujeres y desde hace una década vive con María. Le gusta recordar que es padre de cinco hijos y abuelo de tres nietos, quizá por eso, por su condición de abuelo de 70 años, ha querido que haya funciones infantiles, hoy y mañana, para niños. Él es un apasionado del teatro y de sus magias, y con Harpagón está haciendo uno de los papeles de su vida: un papel oportuno, que Moliere –actor también: murió en escena- escribió para él y que quizá admita hoy una lectura particular. Galiardo es excesivo a veces, candoroso siempre, incontinente una y otra vez, amoroso con los amigos, expansivo por naturaleza y exuberante. Zaragoza es una ciudad que le suscita cariños y el Teatro Principal es uno de sus favoritos de España. Está muy ilusionado con la obra, y con sus compañeros de reparto, y además está como quien vuelve de un naufragio o de una resurrección: hace algo más de un mes sufrió un ictus que lo llevó a interrumpir el espectáculo.

Está feliz. Comió alcachofas con una placer absoluto, bebió vino blanco Borsao y se mostró radiante. Cariñoso con Anabel, que es como una madre joven que le ha salido, como una cuidadora, y cómplice con Luis Alegre, que lleva ahora una libreta roja donde apunta las ocurrencias o las frases felices de los otros. Una de ellas, de Juan Luis Galiardo, podría ser parecida a esta: “Los golfos nunca mienten: siempre miran de frente”. La frase auténtica, que no recuerdo con exactitud, era mejor.

 

*Juan Luis Galiardo como Fidel Castro en 'I love Miami', de 2007. He tomado la foto de lahiguera.net.

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