DOS POEMAS A 'EL ORIGEN DEL MUNDO'
Me gustan mucho los números monográficos de la revista 'Litoral', que dirige Lorenzo Saval. Son una cita ineludible cada seis meses o una vez al año. La última entrega vuelve a ser magnífica: se titula ‘Mvsevm’ y tiene por subtítulo ‘La pintura escrita’. Hay mucho que ver, mucho dónde leer, mucho con qué emocionarse. Lorenzo Saval y su equipo han seleccionado estos dos poemas dedicados al cuadro 'El origen del mundo' de Gustave Courbet: Cristina Peri Rossi y Carlos Marzal.
EL ORIGEN DEL MUNDO, GUSTAVE COURBET
Por Cristina PERI ROSSI
Un sexo de mujer descubierto
(solitario ojo de Dios que todo lo contempla
sin inmutarse)
perfecto en su redondez
completo en su esfericidad
impenetrable en la mismidad de su orificio
imposeíble en la espesura de su pubis
intocable en la turgencia mórbida de sus senos
incomparable en su facultad de procrear
sometido desde siempre
(por imposeíble, por inaccesible)
a todas las metáforas
a todos los deseos
a todos los tormentos
genera partenogenéticamnete al mundo
que sólo necesita su temblor.
EL ORIGEN DEL MUNDO
Por Carlos Marzal
No se trata tan sólo de una herida
que supura deseo y que sosiega
a aquellos que la lamen reverentes,
o a los estremecidos que la tocan
sin estremecimiento religioso,
como una prospección de su costumbre,
como una cotidiana tarea conyugal:
o a los que se derrumban, consumidos,
en su concavidad incandescente,
después de haber saciado el hambre de la bestia,
que exige su ración de carne cruda.
No consiste tan sólo en ese triángulo
de pincelada negra entre los muslos,
contra un fondo de tibia blancura que se ofrece.
No es tan fácil tratar de reducirlo
al único argumento que se esconde
detrás de los trabajos amorosos
y de las efusiones de la literatura.
El cuerpo no supone un artefacto
de simple ingeniería corporal;
también es la tarea del espíritu
que se despliega sabio sobre el tiempo.
El arca que contiene, memoriosa,
la alquimia milenaria de la especie.
Así que los esclavos del deseo,
aunque no lo sospechen, cuando lamen
la herida más antigua, cuando palpan
la rosa cicatriz de brillo acuático,
o cuando se disuelven dentro de la hendidura,
vuelven a pronunciar un sortilegio,
un conjuro ancestral.
Nos dirigimos
sonámbulos con rumbo hacia la noche,
viajamos otra vez a la semilla,
para observar radiantes cómo crece
la flor de carne abierta.
La pretérita flor.
Húmeda flor atávica.
El origen del mundo.
De "Metales Pesados" 2001. Poema dedicado a Felipe Benítez Reyes.
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