Blogia
Antón Castro

CONGRESO 'MEMORIAS DE LA INTOLERANCIA'

JAVIER RAMÓN COORDINA 'MEMORIAS DE LA INTOLERANCIA'
[En la imagen, 'El martirio de San Pedro de Arbués' (1664), por Murillo (Museo del Hermitage, San Petersburgo).]
Congreso: Memorias de la Intolerancia. El encuentro se celebra el 24 y 25 de noviembre en la Universidad de Zaragoza y la Institución Fernando el Católico. La Biblioteca María Moliner de la Universidad de Zaragoza y y el aula de la Institución Fernando el Católico acogen los próximos días 24 y 25 de noviembre el congreso Memorias de la Intolerancia. Violencia y discursos del odio religioso en la Europa del siglo XIX. Durante estas dos jornadas, especialistas internacionales abordarán desde un punto de vista histórico la convivencia entre diversas religiones y culturas, lo cual constituye uno de los principales retos de las sociedades contemporáneas. A lo largo de la historia la violencia religiosa y los discursos del odio han lastrado la implementación de medidas de tolerancia y, más tarde, de libertad religiosa.
El objetivo de esta propuesta es analizar cómo las manifestaciones de intransigencia religiosa limitaron la efectividad de estas medidas de convivencia. Para ello, las distintas ponencias se centrarán en el papel que desempeñó la memoria de la intransigencia —víctimas, agentes y procesos— en los debates en torno al papel de la religión en la esfera pública en el siglo XIX. La discusión se producirá en torno a tres espacios geográficos —Europa, España y Aragón—, prestando una atención especial al controvertido recuerdo del primer inquisidor aragonés, Pedro Arbués, agente y víctima de la violencia religiosa.
El plazo de inscripción finaliza el próximo domingo, día 21 de noviembre, incluido.
Puede consultarse toda la información y el programa en la página web del Instituto de Patrimonio y Humanidades (IPH): https://iphunizar.com/.../memorias-de-la-intolerancia/
MIÉRCOLES 24 DE NOVIEMBRE / WEDNESDAY, NOVEMBER 24TH
Mañana / Morning
Aula de la Institución «Fernando el Católico»
09:00 h Bienvenida / Welcome
MESA / PANEL
MEMORIES OF INTRANSIGENCE AND RELIGIOUS VIOLENCE IN EUROPE
09:15 h Valentine Zuber (École pratique des hautes études) Servet’s memory as the symbol of Christian intolerance
10:00 h Eveline G. Bouwers (Leibniz-Institut für Europäische Geschichte) The long shadow of the Eighty Years’ War: memory, pluralism and conflict in the Modern Low Countries
10:45 h Debate / Discussion
11:00 h Descanso / Coffee Break
11:45 h Géraldine Vaughan (Université de Rouen) Catholic violence in anti-Catholic British discourse in the nineteenth century
12:30 h Ignazio Veca (Università di Pisa) The crusade between memorial activation and reenactment: sacrifice, war and the brutalization of enemy in the nineteenth century
13:15 h Debate / Discussion
Tarde / Afternoon
Salón de actos de la Biblioteca «María Moliner», Facultad de Filosofía y Letras,
Universidad de Zaragoza
16:00 h Olaf Blaschke (WWU Münster) Memory in anti-Judaism and modern antisemitism: German catholic mentalities between 1870 and 1945
16:45 h Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza) Remembering catholic martyrs. Religious intransigence and defense of the papacy in 1867
17:30 h Descanso/ Coffee Break
MESA / PANEL
ENTRE ACTOR Y VÍCTIMA: EL INQUISIDOR Y MÁRTIR PEDRO ARBUÉS
BETWEEN PERPETRATOR AND VICTIM: THE INQUISITOR AND MARTYR PEDRO ARBUES
17:45 h Eliseo Serrano (Universidad de Zaragoza) La beatificación de Pedro Arbués en la España moderna
18:30h Joseba Louzao (Universidad de Alcalá de Henares) Entre la santidad y la nación.
Imagen y memoria de Pedro Arbués en la España contemporánea
19:15h Debate/ Discussion
JUEVES 25 DE NOVIEMBRE / THURSDAY, NOVEMBER 25TH
Mañana / Morning
Salón de actos de la Biblioteca «María Moliner»,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Zaragoza
MESA / PANEL
VIOLENCIA RELIGIOSA Y NACIONALISMO INTRANSIGENTE EN ESPAÑA
RELIGIOUS VIOLENCE AND INTEGRALIST NATIONALISM IN SPAIN
09:00 h Xavier Andreu (Universidad de Valencia) The limits of tolerance. Remembering the religious policies of the Catholic monarchs in nineteenth-century Spain
09:45 h Juan Pablo Domínguez (Universidad de Navarra) La intolerancia española en el relato nacional decimonónico
10:30 h Debate / Discussion
10:45 h Pausa / Coffee Break
11:00 h Pablo Bornstein (Universidad Complutense de Madrid) Rethinking the semitic: the historiography on Jewish and Muslim Spain and its impact on the Restoration’s national debates
11:45 h Daniel Muñoz Sempere (Universidad de Cádiz) El feri de Benastepar, by Miguel Hué y Camacho, and the second life of the Moorish novel
12:30 h Debate / Discussion
13:00 h Conclusiones / Conclusions
INSCRIPCIÓN
La inscripción se realizará a través de la página:
https://ifc.dpz.es/actividades/cursos
El plazo de inscripción finaliza a las 14:00 h del día 22 de noviembre, lunes, salvo que se complete previamente el aforo.
DERECHOS DE INSCRIPCIÓN: 15 €
Los derechos de inscripción no serán reembolsados en ningún caso.
EVALUACIÓN DEL CURSO
Condiciones para la evaluación del Curso:
Presencia de la persona inscrita en, al menos, el 85% de todas las actividades que se programen, lo que dará derecho a un Diploma de Asistencia expedido por la Institución Fernando el Católico.
Coordinación / coordination: Francisco Javier Ramón Solans (Universidad de Zaragoza) fjramon@unizar.es
Secretaría técnica / technical secretariat: Zésar Arranz Conte (Universidad de Zaragoza)
Colaboran los proyectos de investigación: «La memoria de Pedro Arbués. Tolerancia y violencia religiosa en la España del siglo xix» JIUZ-2020-HUM-01; «La dimensión popular de la política en la Europa Meridional y América Latina, 1789-1889» PID2019-105071GB-I00 ; y el grupo de investigación «Politización Y Políticas Del Pasado En La España Contemporánea» H02_20R.
La sesión de la mañana del 24 de noviembre podrá ser seguida en directo a través del canal de youtube de la Institución «Fernando el Católico» / 24 November’s morning session will be streamed live on the youtube channel of the Institución «Fernando el Católico»:
https://www.youtube.com/channel/UCPhbeq0bTvLtffpHB3p74Kw
El resto de sesiones podrán ser seguidas en directo a través del enlace / The rest of the sessions will be streamed live through the link:
La memoria de la intolerancia
En 1936, en un mundo que se desmoronaba, el humanista vienés Stefan Zweig publicaba un ensayo, Castellio contra Calvino. Conciencia contra violencia. El recuerdo de la intolerancia religiosa se proyectaba siniestramente sobre un presente atribulado por el ascenso del nazismo. Zweig insistió en la necesidad de recordar a las víctimas de la intolerancia:
Pues la Historia no tiene tiempo para hacer justicia. Enumera, como los fríos cronistas, sólo los éxitos, rara vez en cambio los mide con criterios morales. Sólo se fija en los vencedores, dejando a los vencidos en la sombra. Sin el menor escrúpulo, estos «soldados desconocidos» son enterrados en la fosa común del olvido. Nulla crux, nulla corona —ninguna cruz, ninguna corona— celebra su olvidado, su estéril sacrificio. […] Y por eso es necesario recordar una y otra vez al mundo, un mundo que sólo ve los monumentos de los vencedores, que quienes construyen sus dominios sobre las tumbas y las existencias destrozadas de millones de seres no son los verdaderos héroes, sino aquellos otros que sin recurrir a la fuerza sucumbieron frente al poder, como Castellio frente a Calvino en su lucha por la libertad de conciencia y por el definitivo advenimiento de la humanidad a la tierra.
Desafortunadamente, alegatos como el de Stefan Zweig no fueron frecuentes. En el siglo XIX, la memoria de la violencia religiosa no se transformó necesariamente en un alegato a favor de la tolerancia o la libertad de conciencia. Es más, con frecuencia, se convirtió en un argumento para el odio religioso. Cierto es que hubo quiénes recurrieron al pasado para superar las diferencias y defender la creación de un marco de convivencia. Eran estas lecturas herederas de tradiciones ilustradas y revolucionarias, que bebían de las reflexiones teológicas de un John Locke ante las tensiones entre anglicanos y católicos, de corte más filosófico de un Pierre Bayle tras la revocación del Edicto de Nantes o de carácter histórico-filosófico de un Voltaire tras la ejecución de Jean Callas. Esta idea de recordar y superar un pasado de intolerancia también se nutrí de experiencias cercanas más positivas como habían sido las patentes de tolerancia concedidas a diversas confesiones en la segunda mitad del siglo XVIII y a lo largo del siglo XIX así como de las dos primeras experiencias de libertad religiosa en 1791 con la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos y la Constitución francesa. Sin embargo, la búsqueda de referentes en el pasado se vería lastrada por discursos de odio interconfesionales, así como por la afirmación de un nacionalismo confesional primero y las guerras culturales después.
Esta constatación de una memoria intolerante pudiera resultarnos a primera vista chocante dado que, en el presente, asociamos la memoria de las víctimas con la reparación y el reconocimiento. Tras el holocausto y el fin de las utopías, las víctimas, como señala Enzo Traverso, “han invadido la escena y ahora dominan nuestra visión de la historia”. La Shoah se ha transformado “en paradigma de la memoria occidental, en torno a la cual se construye el recuerdo de otras violencias recientes o lejanas”.1 No obstante, tampoco estas memorias están exentas de confrontaciones, ni llevan siempre a un ejercicio de empatía hacia las víctimas de otras violencias, ni impiden, cuanto no sirven para fomentar, otros discursos de odio.
La memoria de las víctimas de la violencia religiosa en el siglo XIX también fue polisémica y se convirtió en un terreno en disputa por diferentes identidades confesionales y nacionales. Casos como el de las conmemoraciones de Miguel Servet, brillantemente analizado por la profesora Valentine Zuber, ilustran a la perfección cómo un mismo caso de intolerancia pudo ser interpretado de diferentes formas en función de los países y grupos que promovieran su conmemoración.
Tres elementos nos permitirán reflexionar en torno a los conflictos en torno a la memoria religiosa en el siglo XIX: la era de las conmemoraciones, las guerras culturales y la segunda era confesional.
Muchas de estas polémicas en torno a la memoria de la violencia religiosa alcanzaron su máximo desarrollo en lo que se ha venido a llamar la “era de las conmemoraciones” cuando en las décadas del cambio de siglo, políticos y asociaciones civiles se lanzaron a celebrar aquellos momentos que consideraban que habían desempeñado un papel clave en la forja de su identidad nacional, regional y/o local. El pasado se convirtió en campo de batalla por la definición del verdadero ser nacional, una pugna en la que el elemento religioso ocupó un papel central.
En el terreno de las conmemoraciones y centenarios, la religión ha sido analizada como un epígono de la pugna entre conservadores y liberales. Sin embargo, al analizar la propia práctica conmemorativa observamos cómo las políticas del pasado impulsadas desde las diversas confesiones tienen lógicas propias que convergen en ocasiones con otras lógicas nacionales y políticas, como sería la conmemoración de la Thesenanschlag, la colocación de las 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg en 1517, y el nacimiento y muerto de Lutero que fueron progresivamente germanizados, celebrándolo no sólo como reformador religioso sino también como un héroe nacional en las luchas por la unificación alemana.2 Un símbolo todavía más complejo es el de Jean Calvin, cuya memoria era difícilmente articulable en términos nacionales ya que había nacido en Francia, pasó la mayor parte de su vida en Suiza y su pensamiento tenía una dimensión internacional. No obstante, los protestantes franceses trataron de convertirlo en un símbolo nacional con el objetivo de contrarrestar una Reforma protestante muy vinculada al espacio germánico. A pesar de que Calvino fuera vinculado con los valores centrales de la Revolución francesa, su polémico papel en la ejecución de Miguel Servet condicionó la celebración del centenario de su nacimiento en 1909.
En el terreno propiamente de la violencia religiosa, encontramos multitud de discursos que legitiman la violencia religiosa como es el caso de la cruzada en el marco del catolicismo o conmemoraciones de marcado carácter anticatólico y anglicano como The Twelfth en Ulster conmemorando la Batalla de Boyne en 1690 o la Bonfire Night en la que se quemaban efigies de Guy Fawkes y el papa. En el catolicismo decimonónico, buena parte de estas conmemoraciones del pasado están mediatizadas por la idea del martirio y por la conexión del sufrimiento del pasado con el presente. Lo veremos a través de la activa política de canonizaciones y las celebraciones del centenario de San Pedro y San Pablo en la década de 1860, rescatando ejemplos que iban desde la persecución romana hasta la lucha contra la reforma protestante y la evangelización.
Y es que la conocida como era de las conmemoraciones coincide prácticamente en el tiempo con las guerras culturales que sacudieron las sociedades europeas a finales del siglo XIX y en las que el conflicto entre Iglesia y Estado adquirió una nueva dimensión gracias a la “movilización de masas y la polarización social” así como a su extensión, abarcando “virtualmente cada esfera de la vida social: colegios, universidades, prensa, matrimonio y relaciones de género, lugares de entierro, cultura asociativa, el control del espacio público, la memoria folclórica y los símbolo nacionales”.
Además de por la era de las conmemoraciones y las guerras culturales, estas disputas en torno al recuerdo de la intolerancia están atravesadas por un tercer elemento, los conflictos interconfesionales que marcaron lo que Olaf Blaschke calificó como Second Confessional Age. Durante el siglo XIX, la pertenencia a una confesión constituyó un elemento definitorio de la identidad social y su espacio relacional. En aquel mundo liberal, los conflictos entre confesiones no sólo no habían decrecido, sino que se habían avivado, dotándose de nuevos significados en la pugna por la definición de conceptos claves del siglo XIX como civilización, progreso o raza. En este sentido, las memorias de la intolerancia cumplieron un papel muy variado. Por un lado, se trataba de un discurso de la otredad, la memoria de la intolerancia trataba de mostrar que el otro era el intolerante y, por tanto, incompatible con los valores modernos de tolerancia y respeto. Por el otro lado, se justificaba la violencia por razones tácticas o de supervivencia, señalando que era el otro el que amenazaba su propia existencia, sosteniendo que la coexistencia no sólo era imposible sino que hubiera acarreado todavía más violencia. Expulsiones y masacres colectivas o instituciones como la Inquisición quedaban pues justificadas como un mal menor. De esta forma, las memorias de la intolerancia lejos de inspirar la convivencia, se convertían simultáneamente en un discurso de la otredad –el otro era el intransigente– y en una necesidad, ante los discursos que subrayaban la amenaza o la violencia del otro.
Por último, la cuestión de la memoria de la intransigencia debe ser insertado en el marco general de la reflexión sobre los elementos que lastran la libertad religiosa y que beben todavía de las lógicas de la tolerancia. La aprobación de medidas de libertad de cultos no borró las diferencias que existían entre las religiones en la esfera pública, tanto por su capacidad de influir en las instituciones políticas y sociales como por su presencia simbólica. De hecho, en algunos casos se llegaba a combinar la libertad de cultos con la declaración de una religión estatal oficial. Con ello, en el fondo se perpetuaba la lógica de poder que subyacía a la tolerancia religiosa.
La tolerancia religiosa implica una relación de fuerza asimétrica entre el que tolera y aquel que es tolerado. El primero determina las reglas de juego, lo que es aceptable y lo que no, mientras que el segundo, a pesar de la mejora de su estatus debe acomodarse a una situación predefinida. La tolerancia es un instrumento del poder hegemónico que concede a una confesión un espacio para practicar su religión, a cambio de aceptar su condición de minoritaria. Los propios actores percibieron que esta relación de fuerza, Mirabeau decía que tolerancia era “tyrannical since the authority that tolerates can just as well not tolerate” (1789). Similares consideraciones se pueden encontrar en la famosa carta de George Washington a la congregación de los hebreos de Newport (1790) o de Thomas Paine en su Rights of Man (1791). Todos ellos coincidían en que la libertad de conciencia permitiría superar el “despotismo” de la tolerancia y garantizar la igualdad entre las personas.
En la novela alemana, Der Fall Mauritius, Jakob Wassermann pone en la boca de unos de sus personajes, el testigo clave Gregor Waremme,
My father was proud of being emancipated. Emancipation is a cunning device, it removes the pretext for complaint from the suppressed. Society excludes him; the State excludes him; the physical ghetto has become a mental and moral one; one sticks out one’s chest and calls it emancipation
La libertad religiosa eliminó algunas de las limitaciones civiles y políticas que sufrían los "tolerados", pero no consiguió borrar los desequilibrios anteriores, ni en términos de poder económico ni de presencia pública e influencia política y mediática. El pasado no fue una excepción.

0 comentarios