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Antón Castro

MIGUEL LUESMA CASTÁN: POETA

[El pasado domingo, recién llegado a Cádiz, recibí la llamada de Pepe Melero: acaba de morir el poeta Miguel Luesma Castán. Escribí desde el hotel Barceló esta nota de urgencia.]

Ha muerto Miguel Luesma Castán, un poeta

existencial y cósmico de la Generación Niké

 

Fue premio Ciudad de Barcelona con ‘Aragón, sinfonía incompleta’ y publicó en el sello de HERALDO

 

Miguel Luesma, en el centro, con Fernando Ferreró, Miguel Ángel Marín Uriol y Emilio Pedro Gómez.

 

“Partir es / Decirle adiós a la palabra, a la vida. / Es apurar el silencio hasta el frío. / Apurar la ternura de unos labios / Hasta la misma muerte” escribió el poeta Miguel Luesma Castán (Zaragoza, 1929), que fallecía ayer a los 83 años en Zaragoza. Luesma tenía formación mercantil y trabajó en el sector de la banca. Fue esencialmente poeta y su lírica estaba inscrita en la poesía metafísica y cósmica, de índole fantástica en ocasiones, aunque él solía decir que era “un poeta de los temas eternos, el amor, la amistad, la muerte, el paso del tiempo y la vida”, y que se sentía estremecido por “los dramas que vive el hombre”.

Esa preocupación existencial, la indagación del lugar del hombre en el cosmos, se percibe hasta en el título de sus libros: en 1971 ganó el premio San Jorge con el poemario ‘En el lento morir del planeta’; antes había publicado ‘Sólo circunferencia’ (Col. Poemas, 1965), ‘Poemas en voz baja’ (El Bardo, 1966), ‘Riglos’ o ‘Sembrando en el viento’ (Álamo, 1971). En 1976 ganó el premio Ciudad de Barcelona con uno de sus mejores libros: ‘Aragón, sinfonía incompleta’ (Horizontes, 1976), que era una mirada desde el soneto y el verso libre al paisaje, al paisanaje y a la historia de Aragón. Dedicaba poemas a Goya y algunos de sus cuadros, al científico Miguel Servet, a Pablo Gargallo, a artistas contemporáneos como Manuel Viola o Ángel Aransay, entre otros. El éxito de aquel libro, tuvo muy pronto una segunda edición, marcó un momento especial en su trayectoria: grupos de teatro y poesía como El Silbo Vulnerado incorporaron su lírica a los recitales.

Su poesía se ensanchó con ‘Concierto núm. 9 para solo de flauta y orquesta’ que publicó en la antología ‘Acordes para andar por un planeta vivo’ (Heraldo de Aragón, 1979), con ‘Elegías apócrifas’ (Seuba, 1987) o ‘Crónicas del abismo (PUZ, 1990). Fue asiduo colaborador de HERALDO. Incluido en diversas antologías, se sentía muy feliz porque una revista norteamericana, de la Universidad de Michigan, le había dedicado la antología ‘Crucero de verano’ (1999).

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