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Antón Castro

JUAN FRANCISCO FERRÉ: UN DIÁLOGO

JUAN FRANCISCO FERRÉ: UN DIÁLOGO

JUAN FRANCISCO FERRÉ. Novelista nacido en Málaga en 1962. Publica ‘Karnaval’ (Anagrama), la novela con la que ganó el premio Herralde, una poderosa ficción que une a Strauss-Kahn con los ‘Indignados’. Presentó el libro la semana pasada en la FNAC de Zaragoza. La finalista fue Sara Mesa.

 

 

“Aquí cuesta salir del círculo vicioso

español de la memoria histórica”

 

 

“La crisis económica es una auténtica

obra de misterio para un escritor”

 

 

Insiste usted mucho en la defensa de la literatura. ¿Qué quiere reivindicar?

Hablo de la literatura de ficción y en particular de la novela, que es para mí un género supremo. El territorio de la novela es el territorio de la libertad, en el sentido más amplio. La novela te da la posibilidad de liberarte de la realidad. Eso no significa que haga una literatura evasiva, que rehúya mirar al mundo, sino todo lo contrario.

Sus novelas parecen buscar la complejidad...

A mí, en general, la complejidad me parece la clave de nuestro tiempo. Para un escritor trabajar en la complejidad es algo necesario, imprescindible, y eso no significa crear algo inaccesible para los otros. La propia crisis económica es un desafío para un escritor. La maraña de factores que nos han arrastrado a ella es para un novelista una auténtica obra de misterio.

¿Cómo nació esta novela? El escándalo de Dominique Strauss-Kahn parece el punto de partida.

Sí, pero nace fundamentalmente de un doble hecho, con pocas horas de diferencia: el que era entonces uno de los hombres más poderosos del mundo, bien relacionado y candidato a la presidencia de Francia (que hubiera sido una gran revolución para Europa), director del Fondo Monetario Internacional, cae víctima de un escándalo ridículo en una habitación de hotel y es detenido a la manera americana como si fuera un gángster. Y casi a la vez, se desata en España la cuestión de los ‘Indignados del 15-M’: cómo un grupo de gente, harto de la crisis, toma la calle y desafía al poder de Zapatero. Los dos acontecimientos son suficientemente significativos, pero juntos me sugieren una imagen muy potente de mi tiempo. Con ambos hechos se puede hacer una instantánea de lo que nos está pasando.

¿Qué está pasando?

Se está imponiendo el peso de lo económico sobre cualquier otro aspecto de la vida humana. Es el dominio definitivo del mercado sobre todo. Estamos en un momento clave en la historia porque el horizonte, la redefinición del sistema en clave liberal, nos va a conducir a un peso cada vez mayor de las máquinas y de la tecnología en nuestra vida. La literatura debe ser tan desafiante y provocativa como el tiempo que estamos viviendo.

¿Cómo recrea ese personaje, más bien malvado, ambicioso, con una pulsión sexual incesante?

Es un personaje poliédrico No me interesaba mucho Strauss Kahn en sí mismo, pero sí a partir de lo que le ocurre. Se convierte en una figura con la que se puede jugar. Lo puedo reconstruir, reinventar y convertirlo en un personaje que encarne muchas fuerzas a la vez. Está el DSK libertino, francés, que vive entre Estados Unidos y Francia, y ahí hace su coto legal, su paraíso sensual y sexual. Luego reinvento otro que es DK, que ha caído en desgracia y que es capaz, con todo lo que sabe y lo que conoce, de empezar a atacar las bases del sistema... Se dirige al Papa Ratzinger, a Obama, a Sarkozy, a Bill Gates. Denuncia la gran farsa del euro. En ese sentido toma conciencia de lo que antes excluía en su pensamiento: hay algo enfermo en el sistema y esto no puede conducir a nada bueno. Se convierte en un personaje casi divino en un sentido mitológico de la palabra...

De ahí que aparezca ese dios K, tan inquietante.

Exactamente. Llegamos a las escenas finales donde él, presa del delirio individual, directamente se entrega a la multitud. Es como un redentor. Strauss-Kahn se convierte en el gran Mesías de la Humanidad. Todo esto está hecho en la novela como farsa, como carnaval, como juego novelesco que permite conectar a ese personaje DK con estos movimientos que están intentando cambiar el sistema. O acabar con él.

Usted defiende siempre la novela europea... ¿Qué tipo de novela europea?

Soy un novelista europeo que escribe en español. Para mí la novela europea del siglo XX es fundamental: me siento muy próximo a Proust, a Kafka, a Joyce. De hecho ‘Karnaval’ es un homenaje a Kafka y a Joyce. Y a Houellebecq. Pero aún me siento más heredero de la gran novela centroeuropea: Thomas Mann, Witold Grombowicz, Hermann Broch, al que le falta humor, o Thomas Bernhard, porque es capaz de levantarle las faldas y bajarle las bragas a una sociedad como la austriaca. En España no ha terminado de entrar...

¿Por qué cree que ha ocurrido eso?

Es un país que ha tenido demasiadas cuentas consigo misma y no hemos terminado de salir de nuestro propio ensimismamiento. Del círculo vicioso español de la memoria histórica. Es falso que España no haya tenido memoria histórica. Al revés. Ha estado preocupada de su propio ombligo y ha olvidado que el mundo es ancho y ajeno como dice Cervantes, que es el padre de mi concepción de la literatura.

Hablemos del sexo. Es muy importante en ‘Karnaval’...

El sexo estaba muy justificado. Si hubiera hecho una novela sin sexo me habrían dicho: “Qué pacato eres”. Con DSK no debía reprimirme. Él es el último representante para mí de lo que sería una aristocracia libertina. Quería ver cómo el erotismo, tal como se concebía en el siglo XVIII, puede estar vivo en gente como esta: esa idea de la orgía que todavía existe, la relación con la esposa, con las prostitutas, la desmesura de Sade. El erotismo es algo común a todas las culturas desde los orígenes del hombre.

En el libro hay una alusión a ‘El ángel exterminador’. ¿Le ha influido Buñuel?

Buñuel me ayudó mucho. Es una influencia clara y aquí creo que hay un toque buñueliano de películas como ‘El discreto encanto’, ‘El fantasma de la libertad’ o ‘El ángel exterminador’. Goya es otro aragonés genial. Me interesa desde muy adolescente. Me gusta el lado rosa y el lado negro de Goya. Goya me gusta completo. No me gusta privarlo de ninguna de sus dos dimensiones y eso también está en la novela. El gusto por lo sórdido, por lo perverso y lo morboso, y al mismo tiempo el gusto por lo rosa, lo erótico, lo sensual. Se completan y se complementan. Y Goya es, quizá, el artista que ha llegado más lejos en ese terreno.

 

-La entrevista se publicó ayer en 'Heraldo de Aragón'.

 

*La foto de Juan Francisco Ferré la tomo de aquí:

https://antoncastro.blogia.com/upload/externo-495f54986f397468765a3129dd908994.jpg

 

1 comentario

AnaBande -

biennnnnn...que buena pinta, me lo apunto para estado:_critico_
http://estadocriticobiblioteca.blogspot.com.es/

saludos!