Blogia
Antón Castro

MARIFÉ SANTIAGO, UN DIÁLOGO

ENTREVISTA

 

“El mal existe como existe la bondad”

“La memoria es el pilar que nos sustenta”

 

Marifé Santiago Bolaños transforma en poesía su viaje a Auschwitz-Birkenau: ‘Nos mira la piedra desde las alambradas’ (Olifante)

 -¿Cómo nace ‘Nos mira la piedad desde las alambradas’ (Olifante) que tiene algo de viaje a la memoria del espanto?

-Me invitaron, junto a otros poetas y creadores, a ir a Auschwitz. Mi compromiso era estar allí, contar la estancia. Así ha nacido, definitivamente, el libro. Recorrer con el cuerpo además de con la ética y el pensamiento esa “memoria del espanto” es dejar que se grabe sobre la piel de lo humano algo de otros que, de inmediato, se hace tuyo: ser con los otros, com-pasión, y, sin duda, ejercicio de piedad cuando no es mera contemplación estéril, sino “contemplación activa”.

 
-¿Había alguna efemérides específica en ese  agosto de 2011 en que data el libro?

-Hacía años del genocidio sobre el pueblo gitano en Auschwitz-Birkenau. Esa fue la razón de la invitación que me hizo Casa Sefarad. Fui con mi admirado Juan Carlos Mestre, Premio de la Crítica por ‘La bicicleta del panadero’, con mi querida Berta Ojea, con el Lebrijano, con Henar Corbí. Pero me llevaba también la memoria de muchos y muy queridos amigos y amigas por quienes yo iba allí, en cierto modo, peregrinando. Y la memoria de los sin nombre en mi memoria personal que, sin embargo, guían los pasos en este lugar de la infamia.

 
-¿Qué se encontró, qué sensaciones iniciales experimentó?
Las que ya llevan se mezclan con las que intuyes, y las que intuyes acaban desapareciendo ante la constatación de que lo imposible fue, y por lo tanto sigue siendo, perfectamente posible. Saber de la vulnerabilidad de la ley, de la ética, de la decencia moral. Saber que bajar la guardia un segundo es una irresponsabilidad imperdonable. Y sentir que no es una tarea individual solamente, sino un compromiso cívico, a pesar de que, como escribía Giner de los Ríos, las revoluciones se hacen en la conciencia.
 
-¿Es posible encontrar poesía en un campo de concentración?

La poesía, como corresponde a su valor, no actúa aquí como bálsamo, como sueño, sino como una esperanza doliente y entregada, como el desvelamiento desgarrado de la palabra que gime y grita, que se agarra a ti y no te dejará marcharte sin que hayas dejado, a partir de ella, el óbolo que hay que pagar por saberte, también, habitante del otro lado. La poesía aquí es el sendero que te lleva hasta las entrañas de lo que allí se abrió y te exige verlo sin que entrecierres los ojos del alma.
 
-Dice: “Quiero que broten rabia o tristeza desde mi corazón para no sentirme tan sola”. ¿Qué pesa más la tristeza o la rabia?

La perplejidad insistente a pesar de todo lo leído, escuchado, hablado y sentido. Y, desde luego, la rabia y la tristeza aliadas, confundidas la una con la otra. Rabia y tristeza de saber que no hay que buscar razones al espanto, que el mal existe, como existe la bondad: sin causas que la razón explique o justifique. Muy duro esto.

 
-¿Qué fantasmas le rondaron allí? ¿Qué voces?

Las de mis queridos amigos y amigas que llevan en sus biografías células gestadas allí, imposibles de destruir. Los fantasmas de tantos hombres y mujeres valerosos, justos, que dejaron enterradas sus palabras en ese lugar simbólico que ha sustituido a los símbolos y los ha convertido en corporeidades, en “cosas” que son, a su vez, símbolos de otras que habrían de llegar, que han llegado. Las voces podridas en silencios cómplices y duraderos, eficaces como lo son las armas del miedo y la humillación. Y los fantasmas vivos de tantos seres humanos grandes, ejemplares que, desde las alambradas, le hacían sitio a la piedad para que nos mire de frente.

 
-Cita a Primo Levi, a Paul Celan. ¿Cómo alumbraron su su escritura en Auschwitz?

Gelman, Jabès, Primo Levi, Celan, Valente, Gamoneda, Semprún (‘la escritura o la vida’), Daniel Mordszinki, Margalit Matitiahu, Tsvietáieva, María Zambrano, y muchos otros. Estaban todos allí, de un modo u otro, con procedencias distintas, con experiencias vitales distintas, pero haciendo el mismo viaje que yo hacía: mezclada su obra, su vida, su fama ejemplar o su ejemplar anonimato, como luciérnagas “porque en Auschwitz está prohibido encender fuego”. Levi y Celan propusieron, en alguna página del libro, ser nombrados; los otros aceptaron esa decisión, ese coro que es ‘Nos mira la piedad desde las alambradas’

-¿Cuál es aquí la importancia de la memoria?
La memoria no es solo el pilar que nos sustenta como seres humanos, sino la ofrenda que como tales hacemos al tiempo. Desde la memoria establecemos una continuidad respetuosa con los que nos precedieron y reconocemos su valía a la hora de dar testimonio de quienes somos. La memoria es, por lo tanto, un ejercicio de humildad y de encuentro presente. La memoria no es paralización, melancolía o esterilidad, sino todo lo contrario.


-¿Qué quiere decir el título del libro?

¿Qué quiere decir un poema?, ¿qué es escribir poesía?, ¿qué significa poesía?... Alambrada y Piedad, una violenta contradicción, un enfrentamiento que ha de derramar dolor, sin duda alguna. Pero la piedad nos mira, nos mira... A nosotros.

 
-¿Cómo conviven en su obra la poesía y la filosofía?
Como dos buenas y queridas amigas: cada una tiene su espacio, su libertad y su estilo,  y cuando se necesitan están juntas sin pereza, aportando cada una lo mejor de sí para el crecimiento de la otra.


-Últimamente se utiliza mucho el término nazi para definir cualquier conflicto social. Después de estar en Auschwitz, ¿le parece exacto?

Antes de estar en Auschwitz me parecía tan deleznable como me lo parece después de haber estado allí. Y dado que en Auschwitz “como en el meridiano de Greenwich, se pusieron en hora todos los relojes”, es tan reprobable como cuando ciertas palabras nobles por lo que atesoran (cultura, diversidad, justicia, paz, alianza, dignidad...) se usan en contextos que destruyen su poder, que lo aniquilan. Lo más grave es que no se trata de un descuido, sino de un plan urdido para destruir y para ocultar, para reducir a escombros inútiles actitudes que son luz, cerco y barrera para la maldad. Lamentable, muy lamentable.

 
¿Cómo valora la experiencia de editar la correspondencia de María Zambrano con el aragonés Gregorio del Campo?

Como un regalo que me ha hecho, que nos ha hecho a todos los que aprendemos de su obra, María Zambrano, a través de la familia maravillosa de Gregorio del Campo, de esas “hadas nobles”, como las llamo en la dedicatoria del libro, que han custodiado un tesoro que trasciende a sus dueños.

[‘Nos mira la piedad desde las alambradas’. Marifé Santiago Bolaños. Olifante. Zaragoza, 2013. 92 páginas. El libro se presentó en la librería Antígona. La foto es de 'El Correo Gallego'.]

0 comentarios