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Antón Castro

JONÁS TRUEBA: DIÁLOGO DE CINE

JONÁS TRUEBA: DIÁLOGO DE CINE

[Jonás Trueba (Madrid, 1981) está ultimando su cuarta película, que se estrenará este mes de septiembre. Se titula ‘La reconquista’ y aborda una historia de amor, las relaciones de pareja, la pasión y sus resquicios. Hace algún tiempo, cuando estrenó esa espléndida y vitalista película que es ‘Los exiliados románticos’, conversamos alrededor de ella y de su cine. Rescato esta entrevista que explica quién es este cineasta tan personal, que busca emoción y que tiene sus propios ideales de cine. Aquí lo vemos, detrás de Francesco Carril, uno de sus actores fetiches, que reaparece en ’La reconquista’.]

 

-Empecemos por el título, ‘Los exiliados románticos’: alude a un libro...

Había estado leyendo cosas sobre el Romanticismo, pensando en otro proyecto, y un poco también por curiosidad personal. Me sorprendió encontrar cosas muy actuales en las ideas de los primeros románticos: la idea de que vida y poesía son indivisibles, es un ideal del que me gustaría participar, y es un poco nuestra aspiración desde Los ilusos films, la productora con la que hemos llevado a cabo ‘Los exiliados románticos’. El título se lo robé a E.H. Carr y me ayudó mucho a pensar la película que íbamos a hacer, pero dejando a un lado a su mítico ensayo más allá del título.

¿Cuál sería el concepto que te ha interesado subrayar o desplegar?

Me interesaba el choque entre dos conceptos tan antitéticos y, a la vez, poder situar a nuestros personajes dentro de un movimiento de raíz europea y, medio en broma, medio en serio, sugerir que lo que vamos a ver forma parte de ese movimiento... La película para mí habla de un gesto, un gesto pequeño pero no exento de épica, como un brote tardío de romanticismo que nace en un bar de copas de Madrid y culmina en los jardines de Luxemburgo.

 

¿Qué le debe ‘Los exiliados románticos’ a tu película anterior ‘Los ilusos’: en atmósferas, en el propio reparto y en método de rodaje mismo?

Siempre digo que son como hermanas que discuten. ‘Los ilusos’ (2013) es en blanco y negro y sin salir del barrio, ‘Los exiliados románticos’ es una fiesta de colores y viaje hacia el norte de Europa; en ‘Los ilusos’ partíamos de cierto pesimismo hasta recuperar el optimismo, en ‘Los exiliados...’ el reto era mantenerse en el optimismo de principio a fin... Aquella se rodó a lo largo de siete meses, en ratos libres, y esta nueva se ha hecho en diez días concentrados al máximo. Pero dicho todo esto, cada película es fruto de la anterior, aunque sea para llevarla la contraria. Lo que pasa es que ‘Los ilusos’ nos dio tantas alegrías que hemos montado una productora y hemos repetido todos. Luego la técnica en la que han sido hechas es parecida y la vez distinta. Nunca sistematizo, me gusta sentir que cada película es un nuevo mundo. Obviamente hay costumbres en nuestra forma de ser y de trabajar, pero tratamos de sentir que empezamos de nuevo cada vez.

¿Y qué le debe a Francia y al cine francés?

En mi casa familiar siempre hubo más presencia de la cultura francesa que de ninguna otra. Mi padre es un verdadero afrancesado. Yo, como hijo suyo, supongo que algo de contagio ha habido. Pero en mi caso es algo que está ahí sin casi haberlo pretendido. Luego voy intentando recuperar contacto con otras cosas. Francia me gusta relativamente. Hay muchas cosas admirables y otras no tanto, como pasa con todas las culturas y países. Más que el cine francés, me gustan determinados directores franceses (tampoco diría que me gusta el cine español, el cine norteamericano o el cine japonés...).

No solo eres cineasta sino que eres cinéfilo y explicas el cine a los alumnos. ¿Qué películas y qué ideas básicas tenías en la cabeza?

Antes que cineasta soy espectador. Y trato de ser el mejor espectador posible, aunque cada vez me resulta más difícil, lo cierto es que observo a algunos estudiantes de cine que pretender ser cineastas siendo espectadores muy perezosos, muy prejuiciosos, muy juzgadores, muy poco generosos con las películas, más allá de tres o cuatro cosas que han visto y quieren imitar... y les pregunto: ¿pero cómo pretendéis que sean acogidas vuestras películas si vosotros sois tan poco acogedores con las de los demás...?

Para mí la idea básica del cine, cada vez más, es la de compartir. El cine es compartir. Como una buena charla, o una comida, o un paseo en el que compartimos sensaciones, cosas que miramos y escuchamos, cosas que nos gustan. Intento que las películas sean lo más parecido a eso. Por eso lo que más me gusta es que cuando luego viene alguien y me dice: he ido a cenar al restaurante ese que sale en tu película, o “he estado buscando el libro del escritor ese aragonés, Chusé Izuel, del que habláis en ‘Los ilusos’... pero no lo encuentro y no sé qué hacer...”. Siempre hay algunos que se molestan porque hablas de un libro en la película, pero luego hay otros que te dicen que se quedaron con él en la cabeza, que lo han comprado y lo han disfrutado, o que lo están buscando. Eso es el cine para mí.

La película transcurre esencialmente en tres espacios: París, Annecy y Toulouse. y, formalmente, es una comedia y una ‘road movie’... ¿has querido hacer una exaltación de la vida y de la juventud?

Una exaltación de la vida tal vez, aunque suene pretencioso. Exaltación de la amistad, de la posibilidad de hacer el tonto y también de arriesgarte al ridículo, de poner el corazón a mil por hora. No la pensé como comedia ni como road movie, porque son géneros que requieren de un tipo de construcción que esta película no tiene. Creo que se construye sobre un gesto, el de ir decir: "creo que estoy enamorado", y que no importe lo que pase después.

¿Es una película sobre las heridas de amor y los sueños interrumpidos?

Es una película en la que no hay heridas, en todo caso pequeñas cicatrices. La sangre siempre acaba cicatrizando. No hay drama en esta película y, si en un momento asoma, es despejado. Es verdad que la palabra sueño se repite mucho, y me llama la atención a mí también porque nunca recuerdo mis sueños, duermo demasiado profundo. Es por eso que se habla de sueños o cosas que han sucedido pero no se recuerdan bien. De ahí surge la necesidad de ponerse en movimiento, para averiguar si era un sueño o no.

Es muy importante Miren Iza, del grupo Tulsa, y una de sus canciones. ¿En qué medida te has basado en ella para componer el guion?

Hay canciones de Miren que estaban tan metidas en mi cabeza que solo después me he dado cuenta de su importancia. No parábamos de escucharla durante el rodaje, en los coches en los que nos desplazábamos. Pero es un proceso recíproco. Ella había compuesto una canción después de ver "Los ilusos" y suena en la película, dice: "quiero declarar la guerra a la realidad". Eso me encanta porque entronca con esa reflexión que dejé pendiente en una respuesta antes. Ella va a muerte con sus canciones, me encanta eso. Es capaz de admirar, de amar, no es cínica. Yo pretendo ser igual.

¿Quién se enamora más de la cantante: el director o los espectadores?

Bueno, espero que todos... El amor por sus canciones creo que queda claro con esta película. Pero sospecho que hay muchos enamorados de Tulsa y sus canciones... Miren y yo hemos aprendido mucho juntos y vivimos un año 2014 en el que hemos compartimos muchas cosas.

¿Significa para ti algo la palabra ‘indi’, se te cuela de alguna manera? Da la sensación de que haces cine con una mirada hippie, desenfada, luminosa y a la vez profundamente nostálgica, como de otro tiempo...

Nunca me ha gustado el concepto del "Cine indie". Es una marca que asocio a Sundance y Miramax y Harvie Weinstein. Boyero el otro día escribió de la película y como creo que no sabía muy bien qué decir de ella, pues recurrió a la idea del cine indie, pero me parece muy desubicado. No es un cine del que me sienta muy cerca, es una etiqueta y por tanto no quiero generalizar, pero se asocia a una cierta idea temática y formal de la que me siento lejano: planos bonitos cámara en mano, fotografía saturada, desenfoques, poca profundidad de campo. Ninguna de mis películas tiene esos rasgos distintivos, más bien se diferencian por propuestas radicalmente opuestas.

¿Tiene algo hippie? 

La cultura hippie también me resulta muy lejana, no he sido ni de viajar ni de fumar porros ni de escuchar a Jimmy Hendrix y probablemente estoy siendo muy reduccionista o desacertado al asociar esos actos a ese movimiento, lo que confirma mi ignorancia sobre el tema. El primer viaje en furgoneta que he hecho ha sido en esta película... Pero sí que intento hacer películas donde haya luz o cierta idea vitalista, que no parezcan sufridas, porque tampoco busco legitimarme con grandes temas ni poniendo a los personajes a sudar.

A veces, como le pasaba a Truffaut, tengo la impresión de que en tus películas solo hay un único motor, con ligeras variaciones: las emociones, el erotismo, los vaivenes de los amantes, ... ¿No hay otra cosa tan determinante en la vida?

El amor me parece el único gran motor que existe para ponerse en movimiento y hacer cosas. El amor entendido en su forma más amplia. Amor a la vida, a los amigos, a las mujeres, a las películas, los libros, las canciones... Me gusta mucho el último libro del poeta Juan Antonio González Iglesias, "Confiado" (Visor), porque reivindica el amor a los maestros y nos recuerda lo importante que es tener un referente, pero también porque cifra en el amor la confianza que podamos tener en el futuro.

¿Somos en realidad unos constantes exiliados del amor, entonces?

El amor no nos enajena, como dicen algunos, sino que nos pone en el mundo, nos da un centro de gravedad. Por eso, si no encontramos el amor, vamos en busca de él. No hacerlo sería un poco de cobardes, egoístas, narcisistas, conformistas y cínicos. Sin ese amor o esa búsqueda del amor no tendría sentido hacer nada.

¿Qué le debe tu cine a la literatura y en concreto a la poesía? No me sorprende tu alusión a González Iglesias...

La poesía es ritmo y melodía, y me gusta pensar las películas también así, como cuando un verso termina y deja una palabra colgando en la siguiente línea. Eso es maravilloso, vertiginoso también, y me puedo quedar ahí colgado mucho rato. El cine funciona de otra manera pero sigue siendo ritmo y melodía y también obedece a un tipo de lectura que hacemos de izquierda a derecha, porque cada plano desplaza al anterior hacia la izquierda. Pero la poesía en concreto es un lugar donde ir a buscar lo que no sabemos encontrar en ningún otro lugar, es ir allí donde a veces se encuentra lo que no se puede decir de ninguna otra manera. Está más allá, es otro reino. Godard decía que el cine tiene que expresar aquello que se nos ha quedado en la garganta sin poder ser dicho. Era su intento de colocar el cine a la altura de la poesía.

Un director como tú, intuitivo y a la vez reflexivo, ¿piensa en un público en concreto’ ¿Para quién sería esta película?

En todo caso pienso en mis amigos y, depende de cada película, en cada momento de mi vida, he pensado más en algunas personas concretas. Pero no hago cálculos de público y me molesta cuando otros cineastas, pretendiendo ir de humildes y como dando a entender que algunos otros no lo fueran, dicen que hacen películas para la gente... como si tuvieran una fórmula, o como si la gente entonces se plegase a la fórmula... Y si a veces ha sido así y nos hemos plegado a una fórmula, yo prefiero que vea menos gente mi película que dar con la fórmula supuesta. No estoy nada obsesionado queriendo que mis películas las vea todo el mundo. Me alegra que las vea cuanta más gente mejor, pero lo que me alegra de verdad es que haya alguno que la vea y disfrute. La cantidad da igual.

La película también transmite una cierta idea de felicidad, de buen rollo. ¿Os lo pasasteis tan bien como parece?

Lo pasamos muy bien pero también sufrimos. De hecho, ha sido la película en la que más he sufrido, porque disponía de muy poco tiempo y teníamos que movernos mucho. No sufría mientras se rodaba pero sí en algunos momentos de desplazamiento, falta de sueño y cansancio general. Es una producción un poco kamikaze, un poco inconsciente, y por suerte podemos decir que ha salido bien pero lo cierto es que podía haber salido muy mal, podíamos habernos dado una buena hostia, metafórica y literal.

¿En qué cambia tu manera de dirigir a las chicas con respecto a los chicos?

Creo que las chicas me imponen más, como en la vida... Quizá les dedico un poco más de atención por eso, y también porque a veces hay que explicarse más y demandan más. Pero me gusta eso. No sé si sería capaz de hacer una película sin mujeres...

¿Son ellas aquí las fuertes, las que parecen más enteras?

Yo creo que sí. En las tres películas que he dirigido he intentado que las mujeres tuviesen peso, fuerza y personalidad. Aunque seguramente no puedo dejar de mirarlas desde la distancia y la idealización de un hombre que las quiere y las admira... Isabelle Stoffel y Renata Antonante tienen muchísima personalidad, por eso las quiero en la película. A la vez son un tipo de mujer que no se ve tanto en las películas, o eso me parece a mí. Me gustan mucho por eso, me fascinan, tienen una inteligencia, un humor y una belleza muy únicas.

¿No temes que acaben considerándote un raro, un director un poco marciano?

Ya percibo a veces que me encasillan, insisten en que mis películas tienen muchas referencias literarias o intelectuales. Pero yo no me siento nada intelectual. Solo he leído unos pocos libros, pero cuando me gustan trato de compartirlos con entusiasmo, y utilizo las películas que hago, que son mi mejor plataforma para ello, igual que con otras cosas que me gustan. Por lo demás, creo que soy un director muy normal, muy menor y muy limitado, pero lo acepto con humildad porque me siento muy feliz de poder permanecer en el cine, siendo consciente de que antes que yo, a la vez que yo y después de mí, estuvieron, están y vendrán muchos más y mejores.

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