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Antón Castro

DIÁLOGO CON LEONARDO PADURA

Aragón Negro.

Entrevista con Leonardo Padura, premiado en el Festival Aragón Negro, que coordina Juan Bolea. Acaba de publicar la novela 'La transparencia del tiempo' en Tusquets.

Antón Castro25/01/2018 a las 05:00
  
  
  
  
  
Leonardo Padura visita Zaragoza para recibir el Premio de Honor del Festival Aragón Negro.Oliver Duch

"Mario Conde es mis ojos, y es un hombre que se parece mucho a mí, un año mayor que yo. Refleja muchos de mis gustos, de mi sensibilidad y de mis preocupaciones", dice Leonardo Padura (La Habana, 1955), que recibe hoy en el Teatro Principal el premio del Festival Aragón Negro y edita ‘La transparencia del tiempo’.

Parece que España y Zaragoza le traen buena suerte.

España ha sido importantísima en mi carrera. Empecé a venir, como periodista, en 1988, a la Semana Negra de Gijón. Y cerca de allí, en Oviedo, me concedieron el premio Princesa de Asturias de las Letras en 2015. Me produjo una gran emoción; no lo había ganado un hispanoamericano desde 2002, cuando lo obtuvo Augusto Monterroso.

¿Y Zaragoza?

De entrada, tiene un parentesco muy bello para mí con Cuba a través de José Martí, pero además aquí me han dado el premio de Novela Histórica ‘Ciudad de Zaragoza’ por ‘Herejes’ y ahora recibo este premio. Me gustan las ciudades con mar; Zaragoza no tiene, pero sí tiene río, o ríos, y eso me encanta y, además, es una ciudad con historia bimilenaria.

Ha citado a José Martí. ¿Qué otros autores cubanos le han marcado?

Hice como dos carreras, por decirlo así. La académica, donde te aproximabas a los autores habituales: Homero, Dante, Shakespeare; la gran novela francesa, inglesa y rusa del siglo XIX, y dimos también toda la literatura española, desde el ‘Poema de Mío Cid’ hasta la Generación del 27. Y luego estaba la carrera de las lecturas. Aquellos eran los años del ‘boom’, y tenías que leer a García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Juan Rulfo, Borges, etc., pero también mis paisanos. Entre ellos destacaría dos influencias clave: Alejo Carpentier y Cabrera.

¿Por qué?

Alejo Carpentier, el autor de ‘El siglo de las luces’ , me contagió la pasión por la novela y por el sentido de la historia del Caribe, de Cuba, de la música, etc., y Guillermo Cabrero Infante, por el lenguaje, en concreto, por el uso del lenguaje habanero. Creo que él escribe en habanero.

¿Cómo y cuándo descubrió la novela negra?

En Cuba, por decirlo así, la novela policiaca se puso de moda. Pero importaban más la historias, la trama, los detectives, que la novela en sí, la escritura, el estilo. Descubrí en los años 70 y 80 a algunos autores de novela negra contemporánea que fueron muy importantes para mí por su carga estética también: pienso en Rubem Fonseca, en Leonardo Sciascia y en Manuel Vázquez Montalbán, al que conocí más tarde. Hacían grandes libros de ámbito negro. Eso era lo que yo buscaba.

Apostó fuerte por la novela policiaca y creó a Mario Conde…

Sí, eso fue en 1990 con ‘Pasado perfecto’, ahí nació la serie, pero también me ha interesado siempre la buena documentación y la ficción histórica, como sucede en ‘La novela de mi vida, ‘El hombre que amaba los perros’ y ‘Herejes’. A mí me interesa la historia y sus circunstancias pero no en un sentido arqueológico, sino porque interviene y matiza el presente.

Explíquenos...

Eso se ve muy bien en ‘La transparencia del tiempo’, con esa Virgen negra que desaparece. Ahí cuento dos historias complementarias: la de la investigación de Mario Conde, que busca la pieza desaparecida, y una indagación en el tiempo, desde la Guerra Civil española, hasta los orígenes de la Corona de Aragón a través de otra criatura, un tanto enigmática, Antoni Barral. La novela, por decirlo así, analiza el impacto de la historia en los individuos.

Usted siempre piensa el presente. Suele decir que los cubanos se merecen mucho más.

Sin duda. Hemos vivido un gran experiencia, un largo proceso, una revolución, a lo largo de 60 años. En los últimos 20 o 25, las circunstancias han sido muy complejas. Se ha resistido como se ha podido, hemos conocido el doloroso exilio. Hemos vivido y sobrevivido. La vida de las personas es una sola y ya es hora de que este sacrificio tenga una recompensa y de que los cubanos tengan más conquistas en todas las direcciones: en cuanto a libertad individual, a desarrollo intelectual, político y económico. Y es hacia ahí donde debemos ir.

Otro tema fundamental del libro es la amistad, ¿no?

Creo que es el tema más o menos subterráneo: la amistad entre Mario Conde y su amigo de la universidad, Roberto Roque Rosell, Bobby. A Conde le pasa como a mí: siente mucha ternura por sus compañeros de la universidad. Aquí se trata de la amistad traicionada, que es el tema de una de mis novelas favoritas: ‘El largo adiós’ de Raymond Chandler.

‘La transparencia del tiempo’ (Tusquets) incorpora otros temas, algunos ya tópicos en la narrativa cubana desde Reinaldo Arenas: la homosexualidad.

Nunca ha sido bien considerada en una sociedad tan machista como la nuestra. En los 60, además, fue rechazada desde una visión política. En los 80 y 90 se avanzó en las libertades. Aunque ha mejorado la situación, sigue siendo una asignatura pendiente y esa represión marcó a Bobby, y le llevó a practicar la dolorosa ocultación. Fue una víctima.

Quizá este tema nos dé para hablar de amor y sexo.

Hablaría más bien de sensualidad que es una parte de la esencia de la espiritualidad cubana. La sensualidad que también da paso a la sexualidad. En Cuba, de 100 pensamientos, 99 son de sensualidad o de sexualidad, y el otro 1% de otras cosas. Ja, ja, ja.

¿Cómo ha abordado la santería, tan presente en la novela?

Ahora ya se habla de religiones cubanas africanas. Los dioses de la santería son más humanos e intentan dar soluciones a cosas muy concretas vinculadas con la economía doméstica, le enfermedad, la justicia, el desamor.

 

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