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Antón Castro

JOSÉ MARÍA ALBALAD: UN DIÁLOGO

JOSÉ MARÍA ALBALAD: UN DIÁLOGO

Nacido en Zaragoza en 1989, José María Albalad publica ‘Periodismo slow’ (Editorial Fragua) donde analiza tres proyectos de periodismo digital marcados por el rigor. la fotografía es de José Miguel Marco, jefe de fotografía de Heraldo, donde se publicó una pequeña parte de la entrevista.

 

1. ¿Cuál ha sido tu idea de partida, qué querías averiguar o probar?

 

En la corta historia de internet, la información de los medios digitales se ha asociado con cantidad más que con calidad. Una tendencia que ha llevado a vincular el mundo online con textos breves, apresurados y, en definitiva, poco cuidados. Sin embargo, pese a la existencia de lo que podríamos llamar un “McDonald’s de la información”, también hay sitio para proyectos prémium en los que no caben las informaciones elaboradas para ser consumidas como la comida chatarra. El libro se centra, precisamente, en mostrar la existencia de un revitalizado periodismo de producciones lentas y consumo reposado que contrarresta la fugacidad de la última hora y demuestra falsa la ecuación que equiparaba periodismo en internet con instantaneidad. Frente a la dictadura del clic y la actualización compulsiva, encontramos medios –poco ruidosos pero sensatos– que luchan por llevar a las autopistas digitales el mejor periodismo de siempre.

 

2. ¿Qué sería el periodismo lento?

 

Se trata de una nueva etiqueta que designa una vieja práctica: la del periodismo que investiga en profundidad y narra con intencionalidad estilística, y que se le conoce de distinta manera según las manifestaciones culturales de cada país. En general, los proyectos de periodismo lento priorizan el rigor frente a la cantidad, desafían la superficialidad de la inmediatez con análisis, datos e investigación sobre el terreno, configuran sus calendarios editoriales fuera de la esclavitud de la agenda diaria y apuestan por relatos de largo aliento. El slow journalism invita a repensar los tiempos necesarios para producir y consumir una información rigurosa, creativa y de calidad.  

 

3. ¿En qué ha cambiado el periodismo con internet y con la edición digital?

 

En qué no ha cambiado, podríamos decir (risas). Por un lado, la tendencia periodística en el ciberespacio va unida a la novedad permanente, lo que provoca una competición extrema por la primicia. Esto ha puesto en jaque géneros y formatos tradicionales como la propia noticia, en pos de un periodismo social, de redes al alcance de cualquiera, cuya obligada concisión tiende a fragmentar realidades complejas. Por otro lado, internet ha transformado las cuatro variables clásicas del marketing mix (precio, producto, distribución y promoción). Cuando los consumidores se vuelven autores y se repiensan procesos tan básicos como la lectura y la escritura, existe un nuevo paradigma. Hoy, el lector-usuario ya no es un sujeto pasivo, sino un actor de primer orden con capacidad de influir en el discurso público desde el rincón más inhóspito del mundo.

 

4. Hay una cierta obsesión por la narratividad, por llevar las técnicas literarias y cinematográficas al periodismo. ¿Por qué? ¿No será por qué el periodista, en el fondo, quiere ser escritor?

 

Literatura y periodismo han mantenido una estrecha relación desde el nacimiento de los periódicos en el siglo XVIII. La prensa dio refugio a muchos literatos, a quienes proporcionaba nombre, fama y dinero, mientras que los periódicos se beneficiaron del incremento de ventas que suponía la firma de escritores consagrados. No seré yo quien te niegue esa mística de algunos periodistas, que a lo largo de la historia han utilizado las redacciones de periódico como una escuela de paso, porque, en el fondo, la novela encerraba sus aspiraciones más hondas. Pero el incremento actual de la narración en las piezas periodísticas, encumbrada bajo el término storytelling, pienso que es una respuesta natural a la “enfermedad del algoritmo” que provoca la obsesión por las métricas. Frente a la réplica de contenidos, el corta-pega al que conduce la trituradora de la inmediatez, la rehumanización del periodismo se presenta como un verdadero reclamo. Salir de las redacciones y gastar suela de zapato en busca de historias ordinarias parece una propuesta razonable para dar respuesta al “hambre de realidad” que existe en esta cultura de pantallas, en la que lo real obsesiona porque, como indica David Shields, apenas se experimenta. Ya en 2012, el filósofo japonés Uchida Tatsuru advirtió que los medios “necesitan volver a convertirse en seres vivos” si quieren sobrevivir. Es una receta inteligente, porque la narración activa numerosos registros cerebrales y atrapa. ¿A quién no le gusta una historia bien contada?

 

5. ¿Es la crónica la panacea de algo, es una forma contrastada e incuestionable de llegar antes al lector? Recuerdas que la crónica “supera la capacidad de cualquier ávido lector”.

 

La crónica no es la panacea de nada, sino un género más que sufre una profunda inflación. Yo defiendo sus múltiples posibilidades, sobre todo narrativas, pero, tras este estudio, me veo obligado a denunciar esa especie de vanidad que se está imponiendo en torno al género, tanto en el ámbito profesional como académico. No todos los temas, personajes y situaciones requieren textos de 5.000 palabras ni una inmersión de meses. Algo que obvian quienes elevan la crónica a una liga superior y buscan situarse en una especie de Champions League periodística en la que poco o nada importa el espíritu de servicio. Olvidemos, como asegura el chileno Cristian Alarcón, que cualquier cosa con un adjetivo al lado de un sustantivo es una crónica. Salirse de la pirámide invertida no es garantía de nada. De hecho, reivindico a aquellos periodistas de agencia y de diario que fabrican cada día, en la sombra, toneladas de buena prensa. Con crónicas, perfiles, noticias, entrevistas… A la postre, con buen periodismo. Es ahí donde debe focalizarse el debate. ¿Cómo podemos servir mejor a la sociedad desde nuestro oficio?

 

6. De manera sencilla, ¿por qué has elegido estos tres medios digitales, qué novedades crees que aportan? 

 

Las revistas emblemáticas del literary journalism anglosajón surgidas en el siglo XX –The New Yorker (1925), Esquire (1933), Rolling Stone (1967), Mother Jones (1976), etc.– inspiraron la creación de los medios de referencia latinoamericanos de periodismo narrativo: El Malpensante (1996); The Clinic (1999); Letras Libres (1999); Gatopardo (1999); o Etiqueta Negra (2002). A su vez, estas publicaciones impresas, de una y otra tradición, constituyeron ejemplos a imitar –por su calidad periodística– para los medios digitales surgidos en América Latina y Estados Unidos en el siglo XXI. Pero, además, los proyectos del continente americano tienen una influencia directa en España, un país en el que el periodismo literario se ha practicado históricamente en el articulismo/columnismo y no han existido antecedentes de calado como los señalados en las otras dos áreas geográficas. De ahí que los nuevos medios digitales españoles, a la hora de plantear una cabecera centrada en narración periodística, pongan sus ojos en las apuestas editoriales del otro lado del Atlántico. En este contexto global, de influencias mutuas y evolución permanente, el libro ahonda en los modelos editoriales y de negocio de tres medios nativos digitales que ilustran la tendencia mencionada: uno de España, FronteraD, por el florecimiento del periodismo narrativo al albur de internet, y dos de América Latina y Estados Unidos –Anfibia y Narratively, respectivamente– porque es en estos territorios, por la influencia de la crónica latinoamericana y del New Journalism anglosajón, donde se inspiran las nuevas cabeceras españolas. La selección encarna, pues, diferentes prácticas culturales, lingüísticas y periodísticas, al tiempo que facilita un diálogo entre tradiciones.

 

7. ¿En que es diferente ‘Anfibia’, la publicación argentina? ¿Cuáles serían sus grandes aportaciones?

 

Anfibia sorprendió en mayo de 2012 con un proyecto que lleva a internet la rica tradición latinoamericana de periodismo narrativo y aporta un sello propio: la anfibiedad, término utilizado para referirse a las piezas elaboradas –a cuatro manos– entre periodistas y académicos. Esta característica implica la creación de duplas, parejas de narradores e investigadores, académicos o expertos que generan piezas periodísticas atractivas –con gancho narrativo– sin descuidar el sustento teórico. El objetivo, como indica su director, es que la crónica sea el resultado de un proceso de investigación que emerja no con el lenguaje árido de los papers y códigos académicos, sino de una manera más accesible, más universal, más viralizable en el mundo digital. Por otro lado, y esto no es habitual en internet, Anfibia sigue el estilo de las revistas emblemáticas de papel (como Etiqueta Negra, en Latinoamérica, o The New Yorker, en Estados Unidos) y cuenta con exigentes editores online que aseguran la calidad de los contenidos mientras despliegan una labor formativa –de investigación y escritura– entre sus autores.

 

8. ¿Qué le debe esta publicación a figuras como Gabriel García Márquez?

 

La influencia es tal, sobre el equipo y los colaboradores, que no me atrevería a cuantificarla. ¿A qué periodista o escritor latinoamericano no influye la magia y el legado de Gabo? Desde su creación, Anfibia cuenta con el respaldo de la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), fundada por Gabriel García Márquez en 1994. Siguiendo su estela, la FNPI ofrece un programa de seminarios y talleres que enseña a contar historias a las nuevas generaciones de periodistas: fomenta la excelencia narrativa, el riguroso reporterismo, el ejercicio ético y la innovación. No es casual que el director del proyecto argentino, Cristian Alarcón, se encuentre entre la amplia nómina de maestros de la FNPI, porque los objetivos son compartidos. De algún modo, Anfibia se ha convertido en una escuela, en un laboratorio de periodismo, que forma y proyecta a los jóvenes valores con la única misión de elevar la calidad del periodismo en habla hispana.    

 

9. ¿Es sostenible algo así? ¿Tiene sentido regalar un trabajo tan minucioso y elaborado?

 

Anfibia no es una empresa periodística al uso, ya que incardina su modelo en una universidad pública que respalda la iniciativa del mismo modo que financia investigaciones experimentales en laboratorios. De esta manera, a diferencia de los proyectos emergentes que nacen sin auspicios o de los grandes conglomerados mediáticos que trabajan con la presión de la cuenta de resultados, el medio tiene garantizados los recursos económicos necesarios para desempeñar su actividad. Sus lógicas trascienden lo monetario y ello permite cultivar un periodismo extraordinario con cierto halo romántico, porque la realidad es que las revistas de periodismo narrativo o literario siguen siendo un producto de lujo y marginal. Luchan por convertirse en un modelo de negocio rentable, pero aún no lo logran. En casi todos proyectos de este tipo, la calidad no es sinónimo de ingresos y los periodistas, fotógrafos e ilustradores se ganan la vida gracias a los malabares del autoempleo. Enfocan sus colaboraciones como un pasatiempo en el que desarrollan su vocación, acumulan experiencia y, en el mejor de los casos, consiguen ingresos adicionales.

 

10. ¿Qué es lo que tiene de particular o excepcional ‘Narratively’? ¿Por qué has elegido esta publicación?

 

Narratively, lanzada en septiembre de 2012, consiguió reunir más de 50.000 dólares en una campaña de crowdfunding para contar historias de la ciudad de Nueva York. Desde marzo de 2013 funciona con una mirada internacional, pero mantiene el espíritu primigenio: abordar un tema a la semana a través de cinco piezas (una por día, de lunes a viernes, en diferentes formatos). Con esta filosofía, ocupó en 2013 la sexta posición del ranquin que la revista TIME elabora cada año con las mejores webs del mundo. Asimismo, aporta un punto novedoso en cuanto a la financiación. En Estados Unidos, el literary journalism lleva consolidado más de 50 años, por lo que allí no se discute la vigencia del género, como en el ámbito hispanoamericano: su batalla está en hacer rentable el modelo. Para ello, este medio ha creado Narratively Creative Group, una vía de negocio paralela –con auspiciosos resultados– que presta servicios de comunicación a medios, empresas, organizaciones sin ánimo de lucro y ONGs; y que pretende dar el salto a industrias como la del libro, el cine y la televisión adaptando los contenidos de la revista. 

11. ¿Qué podríamos trasladar de ella a España, qué elementos prácticos podemos aprender?

 

Sin duda, la visión empresarial. No podemos quedarnos con la idea romántica de muchos emprendedores. El buen periodismo cuesta dinero y los periodistas también tienen que pagar las facturas a final de mes. Urge encontrar modelos de negocio sostenibles para garantizar un trabajo decente, que humanice y realice a la persona. A veces sucede todo lo contrario. En este sentido, Narratively habla sin complejos de una clara visión de negocio. Lejos de improvisaciones, la plataforma digital neoyorkina nació en el New York’s Tow-Knight Center for Entrepreneurial Journalism, un centro de la Universidad de Nueva York que ayuda a diseñar medios de comunicación sostenibles. El contenido es el rey y la estrategia editorial es fundamental, pero hace falta una estrategia empresarial avanzada para no nacer con la tumba cavada. Narratively ha encontrado en su grupo creativo la inyección económica que no le reporta el periodismo, aunque no todo pasa por prestar servicios de comunicación a empresas e instituciones. En Estados Unidos está funcionando muy bien el “periodismo filantrópico”: mecenas anónimos o grandes magnates dispuestos a financiar proyectos periodísticos con un espíritu de servicio social. Quizá el caso más sonado, a pesar de su singularidad, sea el de Jeff Bezos con The Washington Post.   

 

12. FronteraD es un proyecto de Alfonso Armada, que es un periodista de medios poderoso como ‘El País’, durante años, o ‘ABC’ ahora… ¿Cómo valoras tú que un hombre como él, bien situado, con una gran voz y una gran personalidad, cree un formato así? ¿Revela un fracaso de los medios tradicionales clásicos?

 

La revolución tecnológica ha puesto en crisis a la industria tradicional. El modelo de negocio clásico (publicidad y venta al número) ya no funciona, porque la información fluye por las redes pero no da el rédito económico que hasta hace unos pocos años brindaban los periódicos en papel. Sin embargo, no todo es negativo. El carácter multimedia e interactivo del nuevo formato ofrece la oportunidad de hacer un mejor periodismo. Además, las bajas barreras de entrada de internet, que elimina los costes de papel, tinta y distribución, favorecen la puesta en marcha de nuevos modelos. Alfonso Armada, un periodista tenaz y apasionado, ejemplo de integridad periodística, ha decido aprovechar este contexto para experimentar con su propio medio. Esa valentía le ha permitido ejercer el oficio de un modo paralelo, casi soñado, sin las presiones políticas, económicas e ideológicas que suelen rodear a los grandes medios. A cambio, le ha tocado sufrir lo que es no disponer de una mínima solidez financiera para pagar dignamente el trabajo periodístico. Su modelo, como admite con resignación, se sustenta en la autoexplotación y el entusiasmo.

 

13. ¿Qué aporta esta publicación, tan variada, versátil, pero profunda e intensa?

 

FronteraD busca explicar el mundo lejos del ruido y nos recuerda la importancia de escapar del alfilerazo fácil de las redes sociales. Huye de la actualidad instantánea, lo que le permite centrarse en la práctica de un periodismo de verdad, riguroso y apasionado. No siempre se tiene material para gritar, ni tan siquiera para hablar. Hace falta tiempo para leer, para reportear, para pensar y meditar. Eso hoy, en una época de expresión continua y visceral, es una gran enseñanza. De hecho, el lema de la cabecera, “una revista para estimular la inteligencia”, lleva consigo una coletilla reveladora: “de las inmensas minorías”. Es el precio a pagar por dirigirse a quien se hace preguntas, intuye el director, que anima constantemente a sus periodistas a sumergirse en los hechos desde perspectivas inexploradas y luego escribir sin limitaciones de espacio. De este modo, la revista intenta parar, escuchar y combatir la contaminación que hay en internet.  

 

14. FronteraD está en seis dominios de redes sociales. ¿Hay que estar en todas partes para sobrevivir?

 

Quien mucho abarca poco aprieta, dice el refrán. Mejor pocos mensajes, muy bien escritos y encajados al medio. La investigación advierte la necesidad de aportar valor a audiencias de nicho. Ante la sobreabundancia informativa, conviene hacerse imprescindible ofreciendo unos contenidos que el público no encuentre en otro lugar. La receta no es copiar y pegar lo mismo en distintas plataformas. Para ello, es fundamental confeccionar estructuras ligeras pero profesionales, con al menos un profesional de alto nivel en cada una de las cuatro parcelas clave: periodismo, empresa, márquetin y tecnología. Se trata de mejorar la experiencia y comprensión de los usuarios utilizando los recursos hipertextuales, multimedia e interactivos que más se adapten al canal y soporte de consumo.    

 

15. Después de repasar el libro entero, y viendo cómo se trabaja en los periódicos, intentando rentabilizar los esfuerzos, ¿qué crees que se debe hacer? ¿Vamos con estas prisas a la muerte del periodismo?

 

El periodismo es más necesario que nunca. El auge de las fake news pone de manifiesto la necesidad de marcas periodísticas solventes. Cabeceras marcadas por su credibilidad y buen hacer. La libre publicación que permite la Red es una oportunidad para el oficio. Cuando un zaragozano recibe por WhatsApp una imagen del puente de Piedra partido en dos, acude a la versión digital de Heraldo de Aragón para conocer la última hora. Si no encuentra la noticia, no se la cree. Eso es muy positivo para el periodismo. Mucha gente se siente ahogada en el océano digital, lleno de ruido y contaminación. Sin medios capaces de seleccionar y jerarquizar con criterio, estamos muertos, pues nos resulta imposible procesar todos los datos que la tecnología pone a nuestro alcance. Fiel a su esencia y valores, el periodismo está llamado a ocupar un lugar destacado en la esfera pública, donde cada vez resulta más fácil aportar valor, fruto de la infoxicación. Pienso que el drama para la profesión es caer en las lógicas de cualquier usuario analfabeto. 

 

16. ¿Será el nuevo periodista un hombre multitarea: escritor, investigador, fotógrafo, editor, experto en redes sociales? ¿No avanzamos hacia el estrés desmesurado?

 

No creo en el periodista orquesta ni en el trabajador multitarea. Pese a la moda de estos sintagmas, varios estudios neurocientíficos advierten que el también conocido como multitasking compromete la eficiencia y la creatividad. Pensamos que podemos estar viendo la tele mientras hablamos con nuestros hijos y consultamos incesantemente el móvil, pero la realidad es que el cerebro humano tiene capacidades limitadas. ¿De verdad somos buenos en hacer cinco cosas a la vez? Sin concentración, con fugas constantes de energía, perdemos eficiencia cognitiva. Así resulta difícil dar nuestra mejor versión en el periodismo y en la vida, por más que tranquilicemos nuestras conciencias pensando que somos superhombres o supermujeres. El buen periodista o comunicador, en palabras del profesor Paco Sánchez, “no es aquel que domina unas técnicas o destrezas más o menos mecánicas, sino quien es capaz de saber mirar, saber escuchar, saber pensar, saber expresar aquello que ha mirado, escuchado y pensado”. Esto exige leer mucho y ahondar en la condición humana, para tener, como apunta el propio Sánchez, “un conocimiento profundo de qué es el hombre y del mundo que le rodea”. El estrés desmesurado no facilita la tarea, de ahí que el movimiento slow sea hoy un gran aliado. No se trata de defender lo lento en toda circunstancia, sino de reivindicar el control de la persona para que pueda elegir en cada situación el ritmo adecuado. Es contraproducente ir siempre a 200 por hora.

 

17. ¿Existe un lector lento que sostenga un periodismo lento?

 

La vida moderna es rápida por naturaleza, a veces por inercia y por miedo al silencio, a encontrarse con uno mismo. Vamos de un sitio para otro, sin parar, pegados a una pantalla. Miramos el móvil hasta en el cuarto de baño o en el ascensor. No hay tiempos muertos y así resulta difícil pensar. Nunca antes había proliferado tanta información, ni se había recibido con la simultaneidad actual. Hay tanta oferta que se ha instaurado la política del picoteo. Estamos en todo y en nada al mismo tiempo. Parece difícil hablar de la existencia de un consumo lento en este contexto. Sin embargo, quiero pensar que siempre va a haber un lector ávido de historias bien contadas, con necesidad de claves que le permitan comprender un mundo complejo, lleno de cambios abrumadores. El ciudadano necesita formarse e informarse para tomar decisiones prudenciales y encauzar su vida. Esa ha sido, es y será una función insustituible del periodismo: convertirnos en ciudadanos mejor informados, en personas cabales con capacidad de decisión y crítica. Quizá sea necesaria una nueva alfabetización mediática que permita a cada persona encontrar un equilibrio en su dieta informativa.

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