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Antón Castro

LA EXPERIENCIA DE 'DE VUELTA CON EL CUADERNO'. CLARA MARTA MORENO

LA EXPERIENCIA DE 'DE VUELTA CON EL CUADERNO'. CLARA MARTA MORENO

 

¿Quién le iba a decir a Clara Marta Moreno que el proyecto ‘De vuelta con el cuaderno’ iba a llegar a los diez años y reuniría a más de 600 dibujantes de distintos lugares de España y del mundo, y que iba a convertirse en un fenómeno a imitar en Sevilla, Barcelona, Lisboa, ciudades de Estados Unidos como Portland o incluso en Marruecos? De entrada, ha cristalizado en la muestra ‘10 años dibujando (2009-2019)’, que puede verse en la Casa de los Morlanes. Y ya ha inspirado proyectos como ‘Compostela ilustrada’.

Clara Marta Moreno, profesora en las Escuelas de Arte y Diseño, se interesó por los diarios gráficos a los que quería dedicar su tesis doctoral; no tardaría en ver que el artista portugués Eduardo Salavisa ya había recorrido el camino que ella soñaba recorrer. Con todo, «tras un mes y medio de enfado», decidió seguir adelante y conectar con él, y concibió un bonito proyecto, ‘La revuelta de los cuadernos’, que iba a acoger la Fundación Norte y su coordinadora Ana Revilla. Aquella idea, pensada para los niños y para los alumnos de arte, no salió adelante, aunque llegó a presentarse en el Centro Joaquín Roncal.

Severino Pallaruelo en el origen

Algún tiempo después, el escritor, etnógrafo, fotógrafo y dibujante Severino Pallaruelo fue a la Escuela y se conocieron. El director, Jaime Ángel, les dijo: «Sois almas gemelas». Pallaruelo, un apasionado del cuaderno –«escribe textos y luego los ilustra; hace dibujos y luego les coloca notas», dice Clara Marta–, quiso saber qué hacía la profesora además de dar clases.

Le dijo que le interesaban muchos los cuadernos, y que incluso los había utilizado como herramienta en clase con otros profesores. «Severino se emocionó con la idea y me pidió bibliografía. Al final, por pereza, le mandé el proyecto y fue con él a las Cortes de Aragón, habló con el alcalde de Jaca, y le propuso que hiciese un curso sobre el cuaderno en la Universidad de Verano. Me llamó y me dijo que nos dejaban presentar el proyecto al día siguiente a las once. Esa noche hice la programación. El tribunal universitario no se lo podía creer, se chotearon de mí. “¿Un cuaderno de dibujos? ¿A quién puede interesarle eso?”. Hablaron de un curso para quince personas, y alguien dijo: “Y sobrarán plazas”. Al final se apuntaron 77 personas, y una década después hemos cerrado en 120 porque ya no es fácil», recuerda Clara.

La propuesta de Clara Marta Moreno se ha mantenido a lo largo del tiempo. «Hacemos seis ponencias de seis grandes dibujantes que cuentan un poco cómo trabajan, sus métodos, la relación con los materiales, qué le interesa más. Eso al principio se llamaba ‘Salir a dibujar con...’ Más tarde, empezamos a hacer sesiones más temáticas. Un año habíamos programado en el mismo curso, vinculado con el cine, a José Luis Borau, a Bigas Luna, que era un gran artista, y a Carlos Saura. Hubo cambio político y se retrasó el curso. Borau y Bigas Luna fallecieron y Saura tuvo que rodar ‘La jota’».

En ese curso de ‘Escenarios de cine’, los dibujantes se trasladaron al castillo de Loarre y luego a Murillo de Gállego, donde transcurría ‘Tata mía’, de Borau. «Al final conseguimos llevar a Javier Mariscal y a Ivonne Blake. Pasamos ‘Tata mía’ y fue una experiencia muy bonita. Los cuadernistas lo aprovechan todo. Con su pequeña luz, son capaces de dibujar de noche».

En los últimos años se han dedicado cursos a la arquitectura (‘Arquitectura en cuaderno’; se desarrolló en el verano de 2012 en la propia Escuela de Arte de Zaragoza), a la música (‘Son dibujo’, que se hizo en el balneario de Panticosa y en Sallent de Gállego en 2016) o al erotismo (‘La erótica del dibujo’, en El Plata en 2018).

A la primera cita de Jaca acudieron, entre otros, artistas como Álvaro Ortiz, Helena Santolaya, el citado Severino Pallaruelo, Agnes Daroca, pero también el francés Lapin, la italiana Simonetta Capecci o el norteamericano Gabi Campanario, fundador de ‘Urban Sketcher’ en 2008 con Enrique Flores, otro cuadernista incansable. Y, más tarde, acudirían artistas como Santiago Arranz, Pepe Cerdá, Lina Vila, Ignacio Mayayo, etc. O el arquitecto José Manuel Pérez Latorre, que también dibuja y pinta. «Cuando le contamos a Mayayo la idea, le pareció un poco inviable. No se veía. Y ahora es otro convencido», dice.

Los artistas van a su aire

Esta experiencia le ha cambiado la vida a Clara Marta Moreno y a muchos de sus colaboradores y amigos. En 2014, ‘De vuelta con el cuaderno’ se convirtió en asociación. «Cuando dibujas miras más intensamente, como dice el escritor y teórico John Berger. Cuando dibujas tienes que fijar la mirada, y luego debes analizar lo que estás viendo, ya sea de una manera intuitiva o no. A cada cosa que estás mirando le das su tiempo, su momento, su ubicación, y eso te hace reconocer las cosas. Cuando dibujas lo ves todo», señala.

Clara Marta Moreno revela que el lema es «Pásatelo bien dibujando». Matiza: «A la gente le entregamos un cuaderno japonés, tipo ‘leporello’ o acordeón. Y dejamos que vaya a su aire. Que se divierta. Que aprenda. Que contagie lo que sabe o lo que intuya. El clima es maravilloso de camaradería. Me encanta la entrega de la gente, la rapidez, la precisión, la ausencia de pereza. No se hacen juicios de valor. Puede venir quien quiera… A medirse, a probar, a escuchar».

Clara Marta insiste en que este proyecto no ha pasado inadvertido. Le encargan talleres en distintas ciudades de España, de Europa o de África. Y le proponen hacerlo en ellas.

Explica:#«Recibí propuestas para hacer los cursos en Barcelona, en Sevilla o en Compostela, donde di el taller ‘La tapa ilustrada’. Y dudé, claro. Pero al final pensé que ‘De vuelta con el cuaderno’ también era una magnífica oportunidad para contar y dibujar Aragón, y mostrárselo al mundo».

 

 

SE PUEDE COMER, OÍR UN CONCIERTO, VIAJAR Y DIBUJAR

«A veces, miras y te quedas estupefacto: la gente se tumba en el suelo, en la acera, se pone ante un edificio y lo levanta, línea a línea. Sin complejo alguno, con naturalidad. Miras de nuevo y te das cuenta de que a tu lado está uno de tus ídolos y pareces levitar», explica la coordinadora de la exposición, una de las más visitadas, cuyo diseño gráfico corresponde al Estudio Ductus:#Rubén Rodríguez y Choni Naudín.

«¿Qué de qué hablamos? De todo. Del arte dibujar, de materiales, de utensilios, y ya puestos en harina, de cómo se hace un rostro, una casa, una calle, un hotel, un paisaje. Son conversaciones apasionantes y sencillas, donde sucede algo curioso: el cuaderno, que en el fondo es algo particular e íntimo, se abre a los demás, si se quiere. Tampoco es obligado».

En la muestra de la Casa de los Morlanes hay de todo. Para los cuadernistas nada es imposible. Todo les interesa. Pueden comer y dibujar; pueden oír música y dibujar, algo que se ha puesto de moda a través de los trabajos de Santiago Ríos, Antonio Maestro y Gregorio Reales; pueden viajar en tren y elaborar álbumes increíbles que parecen el ‘storyboard’ de una película, viñeta a viñeta, etc.

Quizá por todo ello, por la versatilidad de los dibujantes y por esa clima de familia, apunta Clara Marta que «aquí no hay una voluntad artística exactamente. Es muy curioso cómo son las primeras páginas del cuaderno y cómo son las últimas o la otra cara».

Quizá por todo ello, la coordinadora ha confeccionado citas que se ajustan al espíritu del equipo:#«Un cuaderno es un lugar de encuentro». «Un cuaderno es una maleta con el equipaje plegado». «Un cuaderno es una pantalla donde contar historias». O esta, que refleja las grandes apuestas de los cuadernistas por las ciudades: «Un cuaderno es una alfombra de papel que puede transportar una ciudad entera».

«La exposición me emociona mucho por varias razones y me cuesta mucho estar sola aquí. Ahora completamos los cursos, que pasan a tener carácter bienal, con el ‘Cuaderno fest’ que hacemos en la Escuela, del que ya hemos organizado en dos ediciones. Me cuesta estar sola porque me hace pensar en los momentos que hemos vivido, en las conferencias, en la amistad...». Clara Marta dice que se enamora un poco de los artistas: «A mí me pasa con Lapin, que es como un caballero francés, elegante, un gran artista, increíble, o con Inma Serrano, maravillosa. Me pasa con casi todos», dice.

 

 

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