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Antón Castro

"LITERATURA, CINE Y GUERRA CIVIL"

También me ha llegado un libro que resulta prometedor: “Literatura, Cine y Guerra Civil”. Lo abres, y en efecto, es estupendo. Brillante. Son las actas de unas Jornadas, organizadas en Huesca bajo ese título en septiembre de 2003, coordinadas por José Domingo Dueñas. Es un libro, por tanto, colectivo, editado por el Instituto de Estudios Altoaragoneses, que lleva en contraportada un hermoso texto de Orwell, donde dice aquello de “Si alguna vez vuelvo a España, prometo firmemente tomarme un café en Huesca”. Escriben Michel del Castillo, Ignacio Martínez de Pisón, José Luis Melero, José María Azpíroz, Manuel Benito, Víctor Pardo Lancina y Ángel Garcés. José Domingo recuerda el éxito que tuvieron las jornadas y la necesidad constante de ampliar el aforo de las salas, y glosa los contenidos de las mismas con amplias referencias a Benjamín Prado, Julián Casanova o Esteban Gómez, entre otros. Y recuerda, citando a Víctor Pardo, “que se ha de estar dispuesto a pasar la página de la Guerra Civil pero a condición de haberla leído”.

Michel del Castillo (1933), que vivió dos años en Huesca en los años 50, narra su increíble historia personal: la relación con su madre (o lo que es casi lo mismo, su condición de niño en guerras), el abandono, el regreso a España, a Barcelona, en concreto, y finalmente su traslado a Huesca. No supo nunca lo que había ocurrido en la ciudad –que será la materia central de los textos de Azpíroz y de Víctor Pardo Lancina, impresionantes ambos, llenos de datos, de asesinos, de víctimas, de peripecias casi insoportables-, lo cual le lleva a recordar: “Y yo no escuché en aquel entonces nada, les aseguro –porque para eso tengo muchos defectos, pero no soy deshonesto-, no oí una palabra en aquel entonces sobre lo que hubiera podido suceder en Huesca. Nadie hablaba”. En otro lugar, confiesa: “Yo me acostumbré muy pronto a ver cadáveres; no me extrañaba la cosa en absoluto, era algo casi de..., hubiera jugado muy fácilmente con ello, ¿no? No me asustaban, no me daban miedo. Así que hay que hacerse del niño en la guerra ideas menos elevadas y filosóficas, diría yo, y mucho más sencillas, mucho más animales”.

Ignacio Martínez de Pisón en apenas dos folios cuenta la historia de José Robles Pazos, traductor de “Manhattan Transfer” de John Dos Passos. Ambos se conocieron en Toledo en el invierno de 1916. Esa amistad se acrecentó día a día. En noviembre de 1936, Robles acompañó al gobierno de la II República a Valencia y prestó sus servicios en la embajada rusa. Un mes después fue detenido, encarcelado y ejecutado bajo la acusación de espionaje y traición. Dos Passos empezó a investigar lo que había ocurrido y su intención de denunciar la represión estalinista lo enemistó con Hemingway para siempre. Este tema, desarrollado con toda amplitud, con numerosas revelaciones, es la materia central de “Enterrar bien a los muertos”, el nuevo libro de Pisón, que aparecerá en Seix Barral en febrero.

José Luis Melero Rivas reaparece aquí como el gran investigador, erudito y sabio de libros que es. Realiza una “Aproximación a una bibliografía comentada de la Guerra Civil en Aragón. Libros impresos durante la contienda y unos pocos de los años 40”, que ya anticipó en los IV Encuentros Literarios de Albarracín en 2003. Hay libros de todas las líneas de pensamiento, de autores muy diversos, desde Felipe Aláiz, biógrafo de Ramón Acín, Alonso Bea, un folleto que lo retrata del rector Gonzalo Calamita, Antonio Cano (autor de “Elegía a Túrbula. Devocionario de Teruel”, que es “un libro rebosante de amor por el Teruel destrozado por la guerra, en el que algún estudioso de Cano ha visto el influjo de Ramón Gómez de la Serna”, dice Melero), Francisco Cidón, Rafael García-Valiño, José García Mercadal, el libro de fotografía “Forjadores de Imperio” de Jalón Ángel, con prólogo de Pemán y del charlista conservador Federico García Sanchiz, o Benigno Varela, aquel hombre que mató en duelo a Juan Pedro Barcelona. El inventario de Pepe Melero está lleno de curiosidades, de conocimiento, y de auténticas sorpresas.

José María Azpíroz explica brevemente la situación prebélica y la catástrofe que se produjo en Huesca en 1936. Recuerda, por ejemplo, como el trece de agosto fueron ejecutados sus dos últimos alcaldes: Manuel Sender, hermano del escritor y abogado, y Mariano Carderera. Manuel Benito recupera algunas fotos poco conocidas o inéditas de la contienda y las explica con su eficacia y entusiasmo probados. Víctor Pardo profundiza en los protagonistas de la historia revolucionaria de Huesca, desde Galán a Ramón Acín, a Manuel Sender, a Paco Ponzán, y compone una precisa trayectoria de días, personajes y acontecimientos. Recuerda, por ejemplo, la amistad entre Ricardo Del Arco –al que define como “un ideólogo fascista”- y Acín. “Incluso fue amigo del cronista de la ciudad, Ricardo del Arco, con el que, no obstante, se enfrió la relación cuando Acín le recriminó que se llevara a casa legajos y libros del Archivo Municipal con el pretexto de estudiarlos, naturalmente, y que nunca volvieran a sus anaqueles. Ricardo del Arco, por este motivo, no incluyó a Acín en su libro ‘Figuras aragonesas”.

El libro se cierra con un trabajo de Ángel Garcés en torno a una serie de documentales sobre la guerra en el cerco de Huesca, y además el cinéfilo analiza el conflicto desde otra óptica, y rinde homenaje a Orwell. He aquí un libro valioso, lleno de datos, sugerente, que no agota el tema, sino que muestra la complejidad de la Guerra Civil en Aragón, y en particular en Huesca. Son 187 páginas muy provechosas.

4 comentarios

Amparo -

El libro de Haro Tecglen: El niño republicano tiene mucho de eso; te lo recomiendo.
Saludos

Javier -

Querido Cide:

Libérate de tus complejos, puedes perderte algunos de los autores vivos sin remordimiento, pero a Pisón no, entre otras cosas porque por ley de vida quizá mueras tú -ojalá centenario- antes que él y te pierdas sus obras; Cuando a mi hijo Iván le recomendaron "Una guerra africana", pensé... "hay libros que se leen por obligación porque es el precio en el que se tasan algunos aprobados, pero no pasó mucho tiempo hasta venir a mí y decirme... papá, lee éste libro, te va a gustar seguro.
Pisón -alguien lo dijo ya- es nuestro eterno adolescente.

¡Corre!, corre antes de lamentarlo a tu librero de cabecera y díle que te dé todos sus libros, ese será el revulsivo que cambiará tu forma de pensar y liberará de tus complejos.

Cuando termines ya te diré más autores vivos, que no vivales. ;)

Saludos, J. ;)

Cide -

Mis complejos, y mis malas experiencias como lector de autores vivos me lo frenan, pero de verdad te digo que me están entrando ganas de leer algo de Martínez de Pisón. Y cada vez que alguien me habla de él, más.

matilde -

Suena bien lo de ese libro oscense, espero que no sea difícil de conseguir por estos pagos. Las historias de los que fueron niños en la guerra son terribles y sorprendentes, yo he escuchado contar a mi padre cómo jugaban con las granadas que no habían explotado, vivían cerca de un frente y los muchachos se las tiraban entre ellos haciendo del juego imitación de la realidad.
Espero con ganas el nuevo libro de Martínez de Pisón, el último lo leí con pasión, intentando reconocer una Zaragoza que yo no había vivido. Soy de esa generación que llegó tarde a todos sitios.