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Antón Castro

EL FANTASMA INVISIBLE DE ENRIQUE VILA-MATAS

EL FANTASMA INVISIBLE DE ENRIQUE VILA-MATAS Como me suele ocurrir, he descuidado las amistades. A veces me pregunto, ¿qué ha sido de aquellas cenas con amigos en casa en los tiempos del bingo, qué ha sido de aquellas salidas que hacíamos con Carmen, con o sin niños, viernes y sábados, al calor de una cena y una conversación interminable cuando trabajaba en “El día” o “El Periódico”? Uno de mis grandes amigos desde hace más de una década ha sido Enrique Vila-Matas. Ha sido y lo es. Nos veíamos, nos llamábamos, yo a Barcelona o a Mallorca, él a La Iglesuela o Zaragoza, incluso nos vimos en una ocasión en Cantavieja con Ignacio Martínez de Pisón, César Antonio Molina, Mercedes Monmany y Paula de Parma. Yo estaba muy al tanto de su vida y de su escritura, le he presentado al menos cuatro libros, que recuerde ahora, y él presentó “Los seres imposibles” en el Salammbó, en una noche de nervios y alcohol y muchas bromas en que Enrique partía hacia Nueva York. E incluso, otra vez, pasé una bonita jornada con Ismael Grasa y mi amigo Patricio Julve en Barcelona: Julve lo fotografió en la casa donde había nacido Joaquín Blume, y en las terrazas, siempre con esa elegancia natural que le han concedido los dioses.

Me encanta su mundo, sus libros, ese extraño y azaroso tapiz de casualidades y encuentros que arman su literatura. Vila-Matas, como Juan Ramón Jiménez, es un escritor que no distingue entre literatura y vida, ambas son casi lo mismo y se exigen, se entreveran, se complementan y se vuelven una unidad indisoluble. Me gustan las colecciones de postales que le envían sus amigos que se alzan en una columna, me gustan sus mitomanías, su éxito, sus recuerdos de viajes, me gusta andar por París y leerlo en francés en “Magazine Litteraire” como si fuese un escritor de allí. Como si fuera Jean Echenoz. O el hijastro feliz de Marguerite Duras, su casera menuda y libidinosa de antaño.

He disfrutado mucho, muchísimo con la literatura de Enrique Vila-Matas. Con “El viajero más lento”, “Lejos de Veracruz”, “El viaje vertical”, “Suicidios ejemplares”, “Hijos sin hijos”. Acaba de aparecer un nuevo libro suyo de artículos en México: "El viento ligero en Parma" (Sexto Piso). Durante años fue el escritor que yo hubiera querido ser. Ya no lo es, porque ya no sé si me atrevo a ser escritor. Tengo la impresión de que carezco de voluntad esencial para hacer ficción y mi cabeza loca, herida de migrañas, también ha perdido la concentración que exige el periodismo. Lo sigo queriendo y admirando y leyendo como cuando nos veíamos o nos escribíamos o nos llamábamos mucho. Daniel Gascón, un admirador suyo absoluto, convirtió en materia literaria una de sus llamadas y le dedicó un cuento con un fondo de humor e ironía en “La edad del pavo” (Xordica, 2001): un escritor llamó por teléfono, en teoría, cuando el protagonista estaba a punto de follar con su novia y dilató un poco la conversación hasta debilitar el deseo del joven o incomodar a la novia anhelante; en realidad, siempre me ha parecido una pieza llena de ternura y cariño muy a la manera de Vila-Matas. En “Marinos y mujeres”, ese proyecto que publicará Destino tal vez en 2006, hay una pieza dedicada a él: “Dos tardes con Beatriz de Sousa”. Busqué un nombre de mujer que estuviese a la altura de la pasión de Enrique por Portugal y de su viaje amistad con el poeta de Madeira Jose Agostinho Baptista. Ayer entró en este blog y me envío un abrazo. Un escueto abrazo, y su firma. Como el fantasma delicado que entra en la estancia sin espantar y te hace saber que está ahí, que te observa en secreto, o que pasa como una sombra fugitiva sobre tu cabeza.

Cuando abres los ojos, Enrique Vila-Matas, invisible, sigue ahí. Sigue aquí.

3 comentarios

De Anton para Enrique, maestro amado siempre: -

Me encanta tu discreción y me encanta que estés escribiendo un libro sobre la discreción.Enhorabuena por la goleada del Barcelona de ayer.Tras el susto, salió todo espléndido. Este año tenéis un equipo majestuoso. A ver si hay suerte para ganar la Liga, algunos años después.Sé que estás muy bien y atareado, y no has perdido ni un ápice de la elegancia y el ingenio. Te leo todos los meses en "Letras libres" o en "Babelia". Cúidate mucho. Dentro de unos día voy a ver a un viejo amigo tuyo, Masoliver, en Valladolid.

gustavo peaguda perez -

Comparto tu admiración por vila matas aunque como gritaba Jhon lennon en el poema de Jose agostinho baptista " give me some truth"

Enrique Vila-Matas -

Fui discreto, querido Antón, porque el tema central era Zarraluki y yo "no me saco en procesión" (Echevarría versus Goytisolo)y menos ahora, que estoy terminando una novela sobre la discreción.
Te mando otro abrazo. A la espera de que nos veamos. Todo eso que cuentas de que en otros tiempos veías más a los amigos es más bien una ley de vida, a mí me sucede igual.

Posdata:
No volveré a Nueva York.

Enrique Vila-Matas