EL SOSPECHOSO
Un hombre de trenka marrón, con una bufanda de colores, pasea por el descampado. No pasea; ha dejado de hacerlo. Se sienta en un banco, abre un libro, Primavera sombría de Unica Zürn (Berlín, 1916-París, 1970), y lee el prólogo de Menchu Gutiérrez, que finaliza así: El beso simboliza para Unica un sello, una conclusión de su deseo, y ella no quiere que termine jamás. Unica Zürn vivió y escribió siempre en el límite de los acontecimientos, alargándolos, dotándolos de múltiples significados, contagiándolos de eternidad. Resucitar el deseo una y otra vez fue su forma de vivir. En ese instante, pasa un coche de la policía, se detiene, un segundo, dos, quince, veinte. La pareja lo mira y el hombre de la trenka se levanta y avanza hacia su perra, casi sepultada en la nieve. Entonces, los guardias dejan de sospechar y se van. La mujer policía, que no conduce, dice: Vámonos. Es el chalado de todas las noches.
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