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Antón Castro

ENTREVISTA CON MIGUEL MENA

“He escrito una triple declaración de amor:
a nuestros padres, a mi hijo y a Zaragoza”*

-¿Qué es “1863 pasos”?
-Es un libro de viajes por lo físico y lo emocional, por un ámbito geográfico concreto de la memoria y de las emociones. Más de las emociones que de la memoria. Antes sólo quería divertir, ahora también pretendo emocionar.

-Concretemos algo más…
-“1863 pasos” consta de tres relatos que son como tres homenajes y tres declaraciones de amor. El primero, “Vía muerta”, es una declaración de amor a la generación de nuestros padres, que están entre los 70 y los 80 años, una de las generaciones de la posguerra que ha vivido una España dura, gris y triste. El segundo, “Un dios que ya no ampara”, es una declaración de amor a mi hijo Daniel, discapacitado. Y el tercero, “1863 pasos”, como el título, es una declaración de amor a Zaragoza. Yo puedo decir: “Zaragoza me hizo”.

-“La vía muerta” es un viaje desde la estación de Utrillas hasta la propia localidad minera.
-Es un reportaje, que es el género que me gusta en la radio, en la prensa e incluso en la literatura. Me fascina la pluralidad de voces, la diversidad de puntos de vista. Y aquí cuento historias que me han ido contando.

-Algunas son conmovedoras.
-Desde luego. La historia del maquinista Garcés, que no puede detener el tren en una bajada y se estrella y se muere con su máquina. O la de aquel maquinista que no se ha enterado de que una muchacha se ha arrojado bajo las ruedas del tren y se ha muerto…

-Igual de estremecedora, o más aún, es la segunda pieza: mientras viaja hacia el Moncayo hace una revelación humanísima pero terrible que le afecta a usted…
-Camino del Moncayo, el viajero, que soy yo, va narrando su propio estupor o incomprensión ante lo que le sucede a su hijo. Parece como si quisiera negarse a entender, a aceptar lo que le está ocurriendo: va descubriendo que su hijo no podrá hablar y que padece el síndrome de Angelman o “los niños felices”. O los niños ángeles.

-Su viaje físico avanza y, como en otro plano, en una sucesión de revelaciones espeluznantes y cortas, describe la enfermedad de su hijo Daniel y dice en un momento: “La mitad derecha de su cuerpo se ha paralizado. Preferiría verlo muerto a verlo así”.
-Sí, pero esa idea se pasa, asumes cosas, las ves de otra manera y descubro en mi hijo Daniel a una criatura que ni me había imaginado que pudiera ser. Esta es una historia que me producía mucho pudor; la conté en una revista como “Rolde”, y recibí tantas muestras de entusiasmo y solidaridad, de cariño, que me animé a publicarla en libro. Yo no había barajado hasta entonces, al menos así, el terreno de los sentimientos.

-Hablemos del texto largo que da título al conjunto.
-Nace del intento de convertir la rutina diaria en una especie de viaje en el tiempo. Tengo la inmensa suerte de cruzar hasta cuatro veces al día el río Ebro y siempre me produce alguna emoción.

-Explíquenos un poco más eso.
-Sí, es verdad. En esos 300 metros del puente hallo sensaciones nuevas y cuento muchas historias vinculadas con Los Sitios, con el pozo de San Lázaro y esa famosa foto de Luis Mompel de la gente saliendo del autobús hundido, de Santo Dominguito de Val. Me emociona mucho el Ebro porque, aunque soy de tierra adentro y el mar me parece un inmenso y complicado desierto azul, tengo una querencia especial por las montañas y los ríos. Miro y puedo ver el Moncayo, que parece colgado del cielo detrás de la Almozara; miro y veo los piragüistas, los remeros, una puesta de sol excepcional. Son estampas que impresionan y a la vez relajan.

-Otro de los capítulos más extensos se lo dedica al Gran Hotel.
-Está a poco más de 20 metros de mi trabajo en Radio Zaragoza, donde trabajo. Pedí el libro de firmas y encontré muchas cosas.

-¿Por ejemplo?
-Yo soy muy fetichista de las firmas, y ahí encontré las de Bob Dylan, Walt Disney, George Sanders, Hemingway, Maurice Chevalier, y todo eso me impresionó. Además, yo soy un gran amante de los periódicos antiguos y el Gran Hotel es casi como un “periódico” del siglo XX.

-La firma que no pudo encontrar fue la de Uma Thurman.
No está. Ella tenía 17 años cuando rodó aquí “Las aventuras del barón de Münchaussen” y Félix Zapatero la acompañó a comprarse unas botas camperas. Me imagino por un instante que bien pudiera haberme cruzado con ella alguna mañana, en mis paseos.

*Ayer se presentó en el palacio de Montemuzo el libro "1863 pasos" de Miguel Mena (Madrid, 1959, pero aragonés hasta la médula de todos los caminos), editado por Xordica e ilustrado en portada y contraportada por Pepe Cerdá. Este texto se reproduce hoy en contraportada de "Heraldo". Como estoy un pelín agobiado de tareas y no encuentro acomodo para alimentar el blog como sueño, os deje este pequeño mensaje de reconocimiento a Miguel, ese gran escritor, ese ciudadano que se hizo en Zaragoza y lo proclama a los cuatro vientos.

7 comentarios

josé antonio martinez abardía -

Compatriota Antón Castro: Pesquisando sobre un tema misterioso \"Pozo de San Lázaro\" he llegado a su blog y leido el comentario sobre el libro de Miguel Mena. Si es posible le agradeceré informaciones a respecto del famoso y misterioso pozo. Soy nacido en Zaragoza y radicado en Brasil desde hace muchos años. Martinez

Javier -

¡Ayyy las lágrimas...! ¡Que no somos tan duros joer!. De lo mejor que he leído últimamente. ¡Viva Antón, Miguel y Zaragoza!.

Cide -

Miguel Mena es un ser muy especial. La primera vez que coincidí yo tenía 18 años, organizaba en una asociación una recogida de pañales para Bosnia que en aquel entonces estaba en una durísima posguerra, fui a la radio a pedir que dieran propaganda a la campaña, y él personalmente me enganchó, me subió al estudio y me tuvo un buen rato hablando del asunto. Me pareció que su generosidad hablaba muy bien del resto de su persona.

Antonio -

¡Las cosas que he leído de Miguel, me han parecido muy
"menas"!

Anónimo -

El libro de Miguel es maravilloso, uno de esos libros que te hacen creer en la vida y en la literatura. Los tres relatos son fantásticos, pero si tuviera que elegir uno me quedaría con "Un dios que ya no ampara". Conozco gente bregada, curtida en mil batallas y nada dada al sentimentalismo, que lloró como un niño al leerlo. No os perdáis el libro.

Pepe -

aberdeeneses -

VIVA MIGUEL MENA!
VIVA ANTON CASTRO!