ROGER FEDERER Y "EL ESTADIO DE WIMBLEDON"
Roger Federer gana por tercera vez en Wimbledon. Lo hizo en 2003 ante el gigantón Mark Philipoussis, lo hizo el pasado año ante su rival de éste, Andy Roddick, y ha repetido en 2005 en su mejor partido del torneo con un juego increíble. Roddick había mejorado mucho su estrategia en la red (no lo suficiente: algunas de sus voleas son casi inocuas, al menos ante el suizo; quizá debiera recibir lecciones de John McEnroe), perfeccionó su saque, pero no hubo nada que hacer. Bromeó al final, tras decir que este hombre es el mejor del mundo, que quizá le gane algún día o que a lo mejor tendrá que darle un puñetazo. Federer deslumbró en la pista central con su mejor tenis del torneo y mostró que lo hace todo bien. Posee un saque perfecto, anguloso cuando lo necesita, fortísimo casi siempre; volea de manera magistral, toma la distancia justa y dispone de un revés maravilloso, ejecuta el passing shot como nadie.
Federer juega con una naturalidad y una concentración pasmosa. Lo hace todo con tanta facilidad que casi resulta frío, no tanto como el mecánico y extraordinario Pete Sampras (que posee siete títulos, igual que el casi remoto William Renshaw; Borg ganó cinco consecutivos; nada que ver con los nueve individuales de Martina Navratilova), al que podría igualar. Por ahora, con su elegancia, su concentración, su versatilidad, su mágica combinación de precisión, contundencia y exquisitez, y su fortaleza mental, ya se colocado en el club de los tres junto a ganadores como McEnroe, Boris Becker, Rod Laver, John Newcombe, Wilfred Baddeley,Chris Evert, Venus Williams o la brasileña María Esther Bueno, entre otros.
Viéndolo jugar hoy casi resulta imposible explicarse cómo le pudo ganar en semifinales de Roland Garros, Rafael Nadal. La hierba invita a reflexionar de nuevo porque existe tanta diferencia entre esta superficie y la tierra batida o la superficie rápida. Borg ganó en esta superficie con un vertiginoso juego desde el fondo, pero Lendl, número indiscutible durante algunos años, jamás pudo ganar: perdió al menos dos veces, antes el australiano Pat Cash y un jovencísimo Boris Becker. Los españoles, salvo Santana en 1966 y Conchita en 1994, parecen de otro mundo, aunque Arancha Sánchez Vicario llegase a dos finales que perdió con Steffi Graf.
Existe, por cierto, una novela que se titula El estado de Wimbledon, del escritor italiano Daniele del Giudice que tradujo en España Ignacio Martínez de Pisón para Anagrama. El libro es una investigación, entre real e imaginaria, sobre la vida y la obra de Roberto Bazlen, un intelectual y editor italiano del cual el mundillo literario esperó hasta su muerte que escribiera una obra maestra que resumiera su vasta cultura y su olfato infalible. Nunca lo hizo, porque la novela que dejó, El capitán de altura, no merece el epíteto de genial aunque sea interesante. Bazlen era demasiado inteligente y reflexivo para contar bien: prefería el subtexto, la reflexión, las ideas, la crítica, era un suministrador de vida y felicidad. La novela de Del Giudice ha sido llevada al cine por el actor y realizador francés Mathiu Amalric, colaborador de Louis Malle y Peter Handke, entre otros. No la he visto todavía.
P.D. Tengo algunos amigos fanáticos de Fernando Alonso. No digo nada porque no he seguido la carrera, sé que ha ganado y que cada vez el Mundial se le pone mejor. Me alegro por sus seguidores, y especialmente por Iván Torres, que se habrá cruzado como cien sms con sus amigos, y por su padre Javier Torres. En otra época de mi vida, he seguido con mucho entusiasmo la Fórmula 1, desde Graham Hill, Jackie Stewart, Jackie Ickx, Niki Laura, James Hunt, Gilles Villeneuve, Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet, el catedrático Alain Prost... Cuando era adolescente dibujaba coches de Fórmula 1 en el campo de fútbol, "Campo dos bosques", donde entrenaba el Penouqueira, del cual era limpiabotas y masajista, y el Deportivo de A Coruña, y yo tenía un cuaderno de dibujo de papel duro; mi primer trabajo ha sido el de delineante: allí descubrí a una preciosa chica que se llamaba Elisa, Lisi para todos, y a Joan Manuel Serrat. Ahora los únicos bólidos que de verdad me gustan son los que hace Mariano Gistaín, que es un formidable inventor de coches en forma de recortable o alambre...
Federer juega con una naturalidad y una concentración pasmosa. Lo hace todo con tanta facilidad que casi resulta frío, no tanto como el mecánico y extraordinario Pete Sampras (que posee siete títulos, igual que el casi remoto William Renshaw; Borg ganó cinco consecutivos; nada que ver con los nueve individuales de Martina Navratilova), al que podría igualar. Por ahora, con su elegancia, su concentración, su versatilidad, su mágica combinación de precisión, contundencia y exquisitez, y su fortaleza mental, ya se colocado en el club de los tres junto a ganadores como McEnroe, Boris Becker, Rod Laver, John Newcombe, Wilfred Baddeley,Chris Evert, Venus Williams o la brasileña María Esther Bueno, entre otros.
Viéndolo jugar hoy casi resulta imposible explicarse cómo le pudo ganar en semifinales de Roland Garros, Rafael Nadal. La hierba invita a reflexionar de nuevo porque existe tanta diferencia entre esta superficie y la tierra batida o la superficie rápida. Borg ganó en esta superficie con un vertiginoso juego desde el fondo, pero Lendl, número indiscutible durante algunos años, jamás pudo ganar: perdió al menos dos veces, antes el australiano Pat Cash y un jovencísimo Boris Becker. Los españoles, salvo Santana en 1966 y Conchita en 1994, parecen de otro mundo, aunque Arancha Sánchez Vicario llegase a dos finales que perdió con Steffi Graf.
Existe, por cierto, una novela que se titula El estado de Wimbledon, del escritor italiano Daniele del Giudice que tradujo en España Ignacio Martínez de Pisón para Anagrama. El libro es una investigación, entre real e imaginaria, sobre la vida y la obra de Roberto Bazlen, un intelectual y editor italiano del cual el mundillo literario esperó hasta su muerte que escribiera una obra maestra que resumiera su vasta cultura y su olfato infalible. Nunca lo hizo, porque la novela que dejó, El capitán de altura, no merece el epíteto de genial aunque sea interesante. Bazlen era demasiado inteligente y reflexivo para contar bien: prefería el subtexto, la reflexión, las ideas, la crítica, era un suministrador de vida y felicidad. La novela de Del Giudice ha sido llevada al cine por el actor y realizador francés Mathiu Amalric, colaborador de Louis Malle y Peter Handke, entre otros. No la he visto todavía.
P.D. Tengo algunos amigos fanáticos de Fernando Alonso. No digo nada porque no he seguido la carrera, sé que ha ganado y que cada vez el Mundial se le pone mejor. Me alegro por sus seguidores, y especialmente por Iván Torres, que se habrá cruzado como cien sms con sus amigos, y por su padre Javier Torres. En otra época de mi vida, he seguido con mucho entusiasmo la Fórmula 1, desde Graham Hill, Jackie Stewart, Jackie Ickx, Niki Laura, James Hunt, Gilles Villeneuve, Emerson Fittipaldi, Nelson Piquet, el catedrático Alain Prost... Cuando era adolescente dibujaba coches de Fórmula 1 en el campo de fútbol, "Campo dos bosques", donde entrenaba el Penouqueira, del cual era limpiabotas y masajista, y el Deportivo de A Coruña, y yo tenía un cuaderno de dibujo de papel duro; mi primer trabajo ha sido el de delineante: allí descubrí a una preciosa chica que se llamaba Elisa, Lisi para todos, y a Joan Manuel Serrat. Ahora los únicos bólidos que de verdad me gustan son los que hace Mariano Gistaín, que es un formidable inventor de coches en forma de recortable o alambre...
4 comentarios
nicolas -
elber gomez -
Javier -
A. Criado del Val -
no os gusta ni Federer, que está buenísimo, ni del Giudice, ni Roberto Bazlen, ni la Fórmula 1.
Ni un sólo comentario. A veces me pregunto, ¿para quién escribe estos señores que tienen blog?
Ahora he descubierto a Pepe Cerdá. Y me apasiona...