MANUEL VILAS, PREMIO GIL DE BIEDMA
ENTREVISTA CON MANUEL VILAS (BARBASTRO, 1962) ACERCA
DE "RESURRECCIÓN", PREMIO GIL GIL DE BIEDMA DE POESÍA
-Que sorpresa tan agradable: parecía resucitar el poeta, suplantado durante algún tiempo por el narrador. Llevaba usted cinco años sin publicar poesía.
-He trabajado en Resurrección durante cinco años, mientras redactaba los libros de narrativa Zeta (2002) y Magia (2004, DVD). Éste era un libro que se me resistía.
-¿Por qué?
-Primero porque tras El cielo me quedé como exhausto y quise esperar, con paciencia, a que viniese la poesía de nuevo. No es que se hubiese ido exactamente, sino que a medida que te haces mayor parece que cuesta más escribir. Tras esta experiencia, me resulta fácil entender por qué José Hierro estuvo treinta años sin escribir poesía. Además, yo quería superar El cielo, no quería repetirme, y eso es lo que me ha costado.
-¿Qué es Resurrección?
-Es un poemario de exaltación de la vida, arrollador, apasionado, donde muestro mi pasión por todo: por las mujeres, las ciudades, los coches, los aviones, las carreteras, las autopista, incluso los McDonalds. Este libro es una vindicación del mundo material de nuestro alrededor. Es un libro muy exaltado, insisto, del sí a la vida y de un sí también a los desfavorecidos, a la gente que viene del Este, de Latinoamérica o de África, a toda esa emigración que viene a quedarse con nosotros.
-Se ha dicho, en la nota del jurado del premio Gil de Biedma, que tiene huellas de Walt Whitman.
-Desde luego, y eso se percibe, por ejemplo, en un largo poema en ocho cantos dedicado a Nueva York. Yo había leído de joven a Whitman, pero fue hace tres años cuando me interesó su propuesta. Me ocurre con el mundo como le pasó a él: pienso que hay que exaltarlo, cantarlo y glorificarlo.
-Usted era más bien pesimista en sus libros anteriores, incluso en El cielo había una porción importante de dolorosa soledad, ¿ha cambiado su visión tan drásticamente?
-Desde luego. Aquí ofrezco una visión positiva. Mi etapa negativa o pesimista, si quiere lúgubre, quizá se haya prolongado demasiado, pero ahora he desembocado en una etapa de afirmación y de gozo.
-Explíquenos la estructura de Resurrección.
-Se trata de un libro largo dividido en siete secciones. Hablo mucho de ciudades: de Nueva York, como le digo, pero también de Portugal, en concreto de Oporto y Coimbra, de Londres y de Zaragoza, que tiene el mismo tratamiento e importancia que Nueva York o Londres. Y lo hago en verso libre y en poemas en prosa. He descubierto que el verso libre es muy difícil porque exige una estructura musical muy complicada. Yo he buscado aquí, en la medida de mis posibilidades, la perfección.
-Algún miembro del jurado subrayó que se trataba de una obra antilírica. ¿Qué le parece esa opinión?
-Lo dijo Cristina Peri Rossi. Yo creo que se refiere a que es un libro que no atiende a lo que se ha considerado lirismo tradicionalmente, ni es idealista ni de la abstracción poética. Me ha preocupado mucho el lenguaje: he querido que no fuera un lenguaje tradicional. He intentado escribir poesía escuchando la realidad para alejarme de lo ya visto, de lo ya escrito. Quería dar un paso más. Me ha preocupado mucho la representación del momento histórico
-Ahí vuelve a conectar con Hojas de hierba de Walt Whitman y con el Lorca de Poeta en Nueva York, dos claras representaciones del momento histórico.
-Yo busco nuevos espacios en la ciudad. Y eso ya le sucedió a Baudelaire. Mientras los demás hablaban del paisaje o del mar, él vio otro mundo. A mí me obsesiona mucho inspeccionar nuevas regiones para la poesía.
-¿Qué significa para usted haber ganado el premio Gil de Biedma?
-Me encanta. Pandémica y celeste de Jaime Gil de Biedma es uno de los grandes poemas de amor del siglo XX y uno de mis favoritos. De él me interesa mucho la pasión la claridad, la representación exacta de los sentimientos, su enorme inteligencia y su facilidad para decir la verdad en cuatro palabras. El galardón me produce una gran satisfacción por el nombre del poeta, que marcó mi aprendizaje, y por el prestigio del premio, que además se publicará en otoño en Visor, en una editorial mítica.
-¿Establece usted diferencias entre escribir prosa y poesía?
-No es fácil contestarle a eso. La prosa es más analítica, puedes articular un discurso más reflexivo y a la vez más narrativo. Y la poesía es canto, exaltación, música.
-¿Ya sabe por qué escribe?
-Intento escribir todos los días, aunque sólo sea una carta. Me falta mucha disciplina, tiendo a vaguear, pero creo que ahora, tras mucha búsqueda, tras muchas tentativas, puedo responderle: escribo por amor a la vida. Y tengo la certeza de que la gran literatura es canto a la vida siempre.
DE "RESURRECCIÓN", PREMIO GIL GIL DE BIEDMA DE POESÍA
-Que sorpresa tan agradable: parecía resucitar el poeta, suplantado durante algún tiempo por el narrador. Llevaba usted cinco años sin publicar poesía.
-He trabajado en Resurrección durante cinco años, mientras redactaba los libros de narrativa Zeta (2002) y Magia (2004, DVD). Éste era un libro que se me resistía.
-¿Por qué?
-Primero porque tras El cielo me quedé como exhausto y quise esperar, con paciencia, a que viniese la poesía de nuevo. No es que se hubiese ido exactamente, sino que a medida que te haces mayor parece que cuesta más escribir. Tras esta experiencia, me resulta fácil entender por qué José Hierro estuvo treinta años sin escribir poesía. Además, yo quería superar El cielo, no quería repetirme, y eso es lo que me ha costado.
-¿Qué es Resurrección?
-Es un poemario de exaltación de la vida, arrollador, apasionado, donde muestro mi pasión por todo: por las mujeres, las ciudades, los coches, los aviones, las carreteras, las autopista, incluso los McDonalds. Este libro es una vindicación del mundo material de nuestro alrededor. Es un libro muy exaltado, insisto, del sí a la vida y de un sí también a los desfavorecidos, a la gente que viene del Este, de Latinoamérica o de África, a toda esa emigración que viene a quedarse con nosotros.
-Se ha dicho, en la nota del jurado del premio Gil de Biedma, que tiene huellas de Walt Whitman.
-Desde luego, y eso se percibe, por ejemplo, en un largo poema en ocho cantos dedicado a Nueva York. Yo había leído de joven a Whitman, pero fue hace tres años cuando me interesó su propuesta. Me ocurre con el mundo como le pasó a él: pienso que hay que exaltarlo, cantarlo y glorificarlo.
-Usted era más bien pesimista en sus libros anteriores, incluso en El cielo había una porción importante de dolorosa soledad, ¿ha cambiado su visión tan drásticamente?
-Desde luego. Aquí ofrezco una visión positiva. Mi etapa negativa o pesimista, si quiere lúgubre, quizá se haya prolongado demasiado, pero ahora he desembocado en una etapa de afirmación y de gozo.
-Explíquenos la estructura de Resurrección.
-Se trata de un libro largo dividido en siete secciones. Hablo mucho de ciudades: de Nueva York, como le digo, pero también de Portugal, en concreto de Oporto y Coimbra, de Londres y de Zaragoza, que tiene el mismo tratamiento e importancia que Nueva York o Londres. Y lo hago en verso libre y en poemas en prosa. He descubierto que el verso libre es muy difícil porque exige una estructura musical muy complicada. Yo he buscado aquí, en la medida de mis posibilidades, la perfección.
-Algún miembro del jurado subrayó que se trataba de una obra antilírica. ¿Qué le parece esa opinión?
-Lo dijo Cristina Peri Rossi. Yo creo que se refiere a que es un libro que no atiende a lo que se ha considerado lirismo tradicionalmente, ni es idealista ni de la abstracción poética. Me ha preocupado mucho el lenguaje: he querido que no fuera un lenguaje tradicional. He intentado escribir poesía escuchando la realidad para alejarme de lo ya visto, de lo ya escrito. Quería dar un paso más. Me ha preocupado mucho la representación del momento histórico
-Ahí vuelve a conectar con Hojas de hierba de Walt Whitman y con el Lorca de Poeta en Nueva York, dos claras representaciones del momento histórico.
-Yo busco nuevos espacios en la ciudad. Y eso ya le sucedió a Baudelaire. Mientras los demás hablaban del paisaje o del mar, él vio otro mundo. A mí me obsesiona mucho inspeccionar nuevas regiones para la poesía.
-¿Qué significa para usted haber ganado el premio Gil de Biedma?
-Me encanta. Pandémica y celeste de Jaime Gil de Biedma es uno de los grandes poemas de amor del siglo XX y uno de mis favoritos. De él me interesa mucho la pasión la claridad, la representación exacta de los sentimientos, su enorme inteligencia y su facilidad para decir la verdad en cuatro palabras. El galardón me produce una gran satisfacción por el nombre del poeta, que marcó mi aprendizaje, y por el prestigio del premio, que además se publicará en otoño en Visor, en una editorial mítica.
-¿Establece usted diferencias entre escribir prosa y poesía?
-No es fácil contestarle a eso. La prosa es más analítica, puedes articular un discurso más reflexivo y a la vez más narrativo. Y la poesía es canto, exaltación, música.
-¿Ya sabe por qué escribe?
-Intento escribir todos los días, aunque sólo sea una carta. Me falta mucha disciplina, tiendo a vaguear, pero creo que ahora, tras mucha búsqueda, tras muchas tentativas, puedo responderle: escribo por amor a la vida. Y tengo la certeza de que la gran literatura es canto a la vida siempre.
3 comentarios
Anónimo -
(aunque su Kafka le recordaría que más grande será la caída; venden flotadores en calle melancolía).
A.C. -
Anónimo -
(Manuel VilasDos años felices)
Una gozada (May)