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Antón Castro

EL MAR DE ZARAGOZA

EL MAR DE ZARAGOZA Aunque parezca extraño vine buscando el mar. Soy fotógrafo o quería serlo entonces. Tenía veinte años y ni una sola novia en el mundo. Todos me decían: “Si a Zaragoza no llega el océano. Vino hace siglos y se fue luego a otras orillas”. Me instalé en Casta Álvarez, 14. Un marino, que debía dos muertes al mundo y tenía el pecho tatuado de sirenas, había montado una tasca cerca de mi casa: “La taberna del mar”. Era la parada de los legionarios nostálgicos y de algunas putas que aborrecían el carmín de los labios. Ese lugar con fanales y minúsculos barcos se convirtió en mi refugio. Cada noche salía con Iñaki Bermejo a hurgar en las basuras y luego acabábamos allí. Él amaba a una mujer que trabajaba de día en un puesto del Mercado Central, que también me recordó, con su agitación de gritos, verduras y frutas, el desorden de los puertos. Había una luz turbulenta que evocaba el bullicio de las lonjas en medio de la niebla.

Me asomaba al Ebro, que avanza entre puentes hacia el mar. Cuando llegaban las riadas, me iba con mis botas de náufrago en tierra y me hundía en el humedal de la arboleda de Macanaz. Con mi cámara al hombro, era capaz de imaginar el oleaje y de fotografiarlo con apariencia de verdad. Los fotógrafos, si quieren, también mienten. Y casi por esos días recibí otra señal de que el mar no estaba lejos: un joven poeta, Javier Delgado, publicó un libro de poemas que era un sueño de espumas en el centro del páramo: “Zaragoza marina”. Se convirtió en mi libro de cabecera y en mi obsesión.

Más tarde, salí de viaje: conocí el mar de Caspe, la laguna de Gallocanta, el horizonte de viñedos de Cariñena, Paniza y Alfamén, esos celajes del crepúsculo en Nuévalos o en el curso del Piedra donde el mar se adivina como un horizonte terso y sin olas. Y entonces llegó a mis oídos una canción que se llamaba “Mar de amor”, de un tal Labordeta. Cuando volví a “La taberna del mar”, el marino me dijo: “Lucía e Iñaki se han ido a Tenerife. Ellos no pueden imaginar el mar. Quieren estar ante él”. Pensé: “Cuando el mar se lleva dentro, en la sangre o en la historia, es fácil verlo fuera”. Y yo lo invento y lo veo. Como Pedro Porter, Martín Cortés y Odón de Buen, navegantes de una tierra sin mar. No le dije que yo también amaba a Lucía. Solos y borrachos, escuchábamos a menudo: “He cruzado la lluvia de tus pechos // igual que albatros al volar, // y he dejado muy suave en tus cabellos // el sabor de las olas y la sal”. Tampoco en el amor, Zaragoza era distinta de Venecia.

6 comentarios

May -

Para tu libertad basta mi mar.(j.r.j.)

Dice el verdón no sé qué cosa.
Mi alma se va por los caminos...
Mar de la tarde, mar de rosa,
¡qué dulce estás bajo los pinos!
(j.r.j.)

A.C. -

Supongo, Cide, que tú también serás un enamorado del mar porque si no cómo ibas a saber tantas citas y tantas canciones marinas...

Cide -

hace tiempo escribí un mal artículo para un foro respecto a la extraña fascinación que produce el mar en los músicos (y creo que en todos los artistas) de esta tierra.

Decían Más Birras "Larguémonos, chica, hacia el mar" también "pronto nos veremos a la orilla del mar"

Héroes del Silencio: "Sirena, vuelve al mar, varada por la realidad".

Labordeta recita sobre Zaragoza:
"Vieja tumba crecida a mis espaldas.
¿a qué hora abandonas el mundo
para huir con nosotros
hacia la hermosa mar,
tan dulce,
y tan lejana?"

Petisme cantaba:
"Arden siete mares
bajo siete lunas.
Tus huesos barruntan
besos de ultramar.
Ojos de medusa,
vientre de coral,
aleja penurias
y ayuda a olvidar."

a Carbonell "le gustaría darte el mar"

En fin, que el calvo sueña con melenas, y el hambriento con alimento.

ana a. -

Todo viene del mar y todo va a parar a la mar: la fusión del origen y del final, de lo masculino y de lo femenino. Y entre medio, navegamos entre las tormentas, errantes en nuestros buques fantasmas de cada día.

Pepe cerdá -

Decía Goethe:
"Hemos aprendido que hasta el ojo necesita de la imaginación para ver".
La fotógrafia es todavía más "trampa para el ojo" que la pintura, puesto que las personas no avisadas tienden a confundirla con "lo cierto". Y eso es un erros tremendo, como tú muy bien sabes...
Pepe