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Antón Castro

POEMA DE ALQUITRÁN*

Sobreviviste al barro de los mapas
y un silencio
de cárcel y dolor, inventado con prisa,
rompió tu juventud como un espejo amargo.
Desde siempre soñabas
que los trenes llegasen probablemente un día
al trigo verde de las tierras altas.
A veces no es difícil recordarte
en los rumores sordos
de aquel Bilbao mojado y diferente,
y en los días nublados de azul gris imposible.
Y tampoco es difícil
presentar tu energía,
escrita en muchas noches de trabajo
con la caligrafía más rotunda
del alquitrán templado.
No es posible llorarte sin recordar tu fe,
sin pedirle a la lluvia
responsabilidades:
con una sola lágrima
tú pudiste guiar
el rumbo de los barcos y la melancolía.
Y no te vi llorar.
En la ceniza azul quedaba tu figura
de hombros más bien cargados,
porque a partir de ahora
esta brisa primera de cada madrugada,
esta brisa será quien mejor sepa
que el tren de tu destino
ha llegado por fin
al trigo verde de las tierras altas.

*Llevo unos días trabajando en el prólogo de la poesía completa de Manu Cáncer, Juan Manuel Cáncer Trincado (Bilbao, 1954-Madrid, 2002), que publicará Olifante en otoño. Uno de los poemas de Manu Cáncer, no recogido en libro [publicó "¡Grita!" (1981) y "Blues de todos los jueves" (Opera Prima, 1998)], es este "Poema de alquitrán" que dedicó a su padre Juan Manuel Cáncer Gavín, nacido en Alcubierre en 1916, que desertó del Ejército Nacional y se pasó al Ejército Republicano y estuvo condenado a muerte. Lo encerraron en Huesca y en Torrero. Luego, le conmutaron la pena y rehizo su vida en una empresa de pavimentación. Un fragmento de este poema de Manu Cáncer figura en la lápida de la tumba que padre e hijo comparten en el cementerio civil de Madrid.

1 comentario

May -

...Muchos padres de esa época tuvieron pobres armas para luchar por sobrevivir. Perduran ( buenos, sencillos, sacrificados) en el recuerdo de sus hijos y es el mejor homenaje que les podemos dedicar. Permíteme sacar del olvido este viejo y pobre poema.Gracias.

A mi padre muerto(1972)

Han pasado los días
y aquella primavera no regresa.
Tú contemplas ya el mundo desde dentro
descansando en la paz de tus ensueños,
de tus muros abiertos hacia el cielo
adonde se escapó tu esencia un día.
Han pasado los días
y la desesperanza se sosiega.
La luz proporcionada del ocaso
se prende de alfileres en las ruinas
de una ciudad sin fondo.
Apenas ya resuenan tus pisadas
grises de humo y de silencios largos.
Has dicho adiós y basta.
Y sin querer marcharte me posees
en una claridad de tu morada
que yo comparto cogido de la mano
suave y senil en mi lejana infancia...

Camino en solitario
portador de los grises pensamientos
de donde cuelgan las huellas de tu paso
pesado y silencioso.
Ya no escucho siquiera tus ausencias,
tampoco el martilleo denso y duro
de un corazón dormido eternamente
que vive de mis luchas y mis penas.