"NINETTE"
Tras leer tantos artículos elogiosos (Luis Herrero, Martín Prieto, Raúl del Pozo, Juan Manuel de Prada, Umbral, entre otros) sobre Ninette de José Luis Garci, basada en dos obras de Miguel Mihura (Ninette y un señor de Murcia, Ninette, modas de París), voy a verla, vamos a verla Daniel y yo en la última sesión. Hay bastante gente en el cine a esas horas, en los Renoir. La película, eminentemente teatral, transcurre en 1959 en Murcia y luego en interiores que debemos imaginar parisinos. Nunca se ve París; en realidad, París es una mujer a la que le molesta la muchedumbre y el cosmopolitismo de París. Garci ha llevado el teatro al cine: la película tiene algo de aquellos lejanos Estudios 1 de TVE, e incluso ha recuperado a un magnífico actor de entonces como Fernando Delgado.
La película funciona al principio, siempre gracias al buen trabajo interpretativo (en particular, gracias a ese amigo del protagonista, Armando, bizco, que hace Enrique Villen) y a los graciosos textos de Mihura. E incluso, puede decirse que funciona un poco toda la primera parte, con ese personaje fascinante que es Fernando Delgado, el republicano español que toca la gaita, más que con la propia Ninette, Elsa Pataky, que hace un papel un poco intrascendente, poco dibujado, poco perfilado. Es inteligente y manipuladora, es cándida y atrevida, pero hay algo que no acabas de creerte nunca. La débil profundidad de su personaje contrasta con la de Maruja (Mar Regueras, creo), que tiene otra fuerza, otra textura. Elsa Pataky está bellísima, se cambia continuamente de ropa, o no la lleva directamente, exhibe su cuerpo, ofrece continuos contoneos, pero no logra alzar un papel que no ha sido muy bien concebido desde el propio guión. Esa luz interior que le ha visto Garci no acaba de hacerse visible en su Ninette, aunque la hermosura nadie puede discutírsela. Carlos Hipólito resuelve con solvencia y humor su papel. A la relación amorosa de los protagonistas le falta un poco de chispa, picardía, ingenuidad, conmoción, magia.
La segunda parte de la película, cuando Ninette y Andrés se casan y se trasladan a Murcia, es menos interesante, más embarullada. Incluso hay cosas que no se explican del todo: ¿qué hace ahora Armando en Murcia?, por ejemplo. La película resulta larga, está demasiado pegada a los textos de Mihura, posee caídas de ritmo, es menos graciosa de lo esperable y poco imaginativa, poco alegre en el fondo, a pesar de que es una apología del placer, del cuerpo, de la liberación sexual, de la vida. Más que la concepción de Garci, a la película la salvan, por instantes, los actores Ni siquiera ese tono apagado, ceniciento, se adecua a ese milagro de la ilusión que es el hecho de que toque en suerte una mujer de bandera así y en París, nada menos. Tiene algo de españolada con sueca y destape en tu propia casa.
La película funciona al principio, siempre gracias al buen trabajo interpretativo (en particular, gracias a ese amigo del protagonista, Armando, bizco, que hace Enrique Villen) y a los graciosos textos de Mihura. E incluso, puede decirse que funciona un poco toda la primera parte, con ese personaje fascinante que es Fernando Delgado, el republicano español que toca la gaita, más que con la propia Ninette, Elsa Pataky, que hace un papel un poco intrascendente, poco dibujado, poco perfilado. Es inteligente y manipuladora, es cándida y atrevida, pero hay algo que no acabas de creerte nunca. La débil profundidad de su personaje contrasta con la de Maruja (Mar Regueras, creo), que tiene otra fuerza, otra textura. Elsa Pataky está bellísima, se cambia continuamente de ropa, o no la lleva directamente, exhibe su cuerpo, ofrece continuos contoneos, pero no logra alzar un papel que no ha sido muy bien concebido desde el propio guión. Esa luz interior que le ha visto Garci no acaba de hacerse visible en su Ninette, aunque la hermosura nadie puede discutírsela. Carlos Hipólito resuelve con solvencia y humor su papel. A la relación amorosa de los protagonistas le falta un poco de chispa, picardía, ingenuidad, conmoción, magia.
La segunda parte de la película, cuando Ninette y Andrés se casan y se trasladan a Murcia, es menos interesante, más embarullada. Incluso hay cosas que no se explican del todo: ¿qué hace ahora Armando en Murcia?, por ejemplo. La película resulta larga, está demasiado pegada a los textos de Mihura, posee caídas de ritmo, es menos graciosa de lo esperable y poco imaginativa, poco alegre en el fondo, a pesar de que es una apología del placer, del cuerpo, de la liberación sexual, de la vida. Más que la concepción de Garci, a la película la salvan, por instantes, los actores Ni siquiera ese tono apagado, ceniciento, se adecua a ese milagro de la ilusión que es el hecho de que toque en suerte una mujer de bandera así y en París, nada menos. Tiene algo de españolada con sueca y destape en tu propia casa.
5 comentarios
AnaCreonte -
Mercedes -
A.C. -
Creo que se trata de un escritor más bien menor y perezoso. Y la película también lo es. Ayer estuve viendo "Los puentes de Madison County", y eso sí que me ha parecido cine: emociones, una idea, sentido de la luz, intensidad... Un abrazo.
Cide -
Triqui Beltrán -