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Antón Castro

LAS PAJARITAS DE VICTORIANO DE MIRA

Ayer, a mediatarde, me dicen desde conserjería que un señor, Victoriano de Mira, quería tener un cambio de impresiones conmigo a propósito de un artículo. Dicho así, daba un poco de miedo. Bajé de la tercera a la planta calle de “Heraldo de Aragón” y allí estaba un hombre más bien menudo. Me contó que el domingo por la tarde lo llamó un amigo y le dijo: “¿No nos habías dicho que tú eras el único que hacía pajaritas de hojalata en Zaragoza? Mentías. Hay otros que hacen lo mismo. Mira las páginas de ‘Heraldo’”. Se refería a mí artículo “La caja de música” de Ramón Acín, donde se explicaba que María José Menal se había destrozado los dedos haciendo 40 pajaritas de hojalata de caja de galletas.

Victoriano de Mira me explicó que él era de Zaragoza, nacido en 1931, y que había sido mecánico de Renault. Ha hecho miles de pajaritas, miles, desde hace 50 años. Y mucha gente las tiene; insinuó que en alguna ocasión habían sido regalos de empresa. Una de las anécdotas más curiosas es ésta: durante muchos años ha seguido la Vuelta a Aragón, “cuando era más nuestra y entrañable”, y siempre llevaba unas cajas de cien unidades de pajaritas que les regalaba a todas las azafatas y a los periodistas extranjeros. “No tuve contacto con los ciclistas, pero no me hubiera importado darles alguna”. Las pajaritas son su mejor obsequio: cuando va a hacer un recado o una gestión y lo tratan bien en la ventanilla, les regala a los funcionarios una pajarita. Mis compañeras de “Heraldo” de atención al público tienen varias. Victoriano de Mira hace sus piezas de hojalata de lata de gasolina o de lata de refrescos; les añade varias inscripciones: una cita de un escritor o un pensador; firma la obra en español y en inglés; puede hacerles pequeños dibujitos a modo de friso y dedica la obra.

Me dijo que tenía en una especie de pergamino enrollado en papel de estraza, taraceado en los extremos, con infinitas citas y también con los romances de ciego de Casañal, que los ponía a menudo en fragmentos, claro. Aseguró que, como las pajaritas, era un auténtico trabajo artesanal. Recordó que le había regalado dos de sus últimas piezas a Fernando García Vicente para su despacho. Me dio una que traía cuidadosamente envuelta, y sacó otra. “¿Está usted casado? ¿Cómo se llama su mujer?”. Se lo dije y escribió: “To Carmen”. Un poco más arriba, había escrito con su punzón. “Manufactured by Victoriano de Mira”.

4 comentarios

María Jesús -

Gracias Victoriano:

Tus pajaritas son trozos de tu amabilidad y generosidad.
Son un trozo de tu persona, que regalas.
Motivos de amor y alegría.

Anónimo -

Mientras haya maravillosos soñadores de pajaritas inmóviles, habrá aleteos de esperanza en los corazones de los hombres que sepan amar. Los otros, los de alma de trapo y corazón de caja registradora querrán disparar sobre ellas. No les dejaremos. MAY

Pajarito -

viva Victoriano de Mira!

Coppi -

A veces paso con la bici por el polígono Cogullada. Por allí hay una fábrica que tiene un par de pajaritas. A lo mejor las ha hecho este señor. O el de la fábrica es de Huesca y lo hace por matar la nostalgia del parque.