ESTAMPAS
Ayer. Pasé la tarde en el entorno de la vieja Azucarera, en los nuevos campos de fútbol. Repasaba La voz de Ofelia (Siruela) de Clara Janés, la historia de su relación con Vladimir Holan contada de un modo muy poético, e iniciaba la lectura de Mi oído en su corazón (Anagrama) de Hanif Kureishi, un curioso libro sobre su padre y una glosa de su condición de escritor a la luz de una novela que dejó inédita, Una adolescencia india. Kureishi recuerda a su padre, recuerda su propia biografía y compone un libro muy personal, que es, en cierto modo, una autobiografía. El libro es realmente entretenido, y me ha hecho pensar en Barry Gifford, en Ackerman, en Martin Amis, en tantos escritores que han hablado del padre.
A la vez, de cuando en cuando, mientras los niños peloteaban allá abajo y las jugadoras de Transportes Alcaine correteaban con rabia y entusiasmo, contemplaba los diversos tonos del cielo sobre la ciudad: esa pátina de la naturaleza de azules, de ocres, de rojos turbulentos, de sanguinas, de masas lejanas que parecen vomitar un fuego último sobre algunas fábricas.
Hoy. El San Gregorio de infantil jugaba ante El Ebro a orillas del río, en el barrio de la Almozara. Ganaron los visitantes por 1-3; Víctor Domingo volvió a realizar un fabuloso partido. Estuvo pletórico: se pegó seis o siete arrancadas increíbles, marcó un golazo y dio otro, al final. Jorge batalló, acompañó las jugadas, colaboró en el combate, aunque no brilló. Jugó mucho mejor que el pasado sábado. Mariano Gistaín hizo de reportero: lo pescó en algunas carreras, con el rostro enrojecido y los cabellos, algo hirsutos, al viento.
Diego jugó de visitante ante el Fleta. El titular bien podría ser: El Fleta mereció más y ganó de milagr. Fue un choque trabado, de mucho pelotazo, intenso: la potencia y el fogonazo aéreo contra las ganas y la ambición. El Fleta ganó 3-2; faltando dos minutos, el San Gregorio empató a dos, y a falta de un minuto el Fleta le dio la vuelta al marcador, en un ejercicio casi de justicia poética. Había jugado más, habían marrado un penalti, los habían embotellado. Diego hizo un buen partido: peleó mucho, sirvió desplazamientos en largo y en corto (sigue faltándole un poco de fuerza y de fe), robó balones desde la posición del medio centro. Hay que seguir. Diego, que contó con un ojeador excepcional como Mariano Gistaín, ojeador y fotógrafo, recibió una visita inesperada: Carolina Gistaín, que estudia árabe incluso en sábado, Violeta Fernández y Sara de El Burgo siguieron sus evoluciones. Está claro que Diego no las convenció: Violeta y Verónica siguen locamente enamoradas de Fernando Torres.
3. Me enteré a las diez de la noche del resultado del Zaragoza y el Deportivo. Esta mañana, Jorge me dijo que el uno a uno iba a ser el resultado final.
A la vez, de cuando en cuando, mientras los niños peloteaban allá abajo y las jugadoras de Transportes Alcaine correteaban con rabia y entusiasmo, contemplaba los diversos tonos del cielo sobre la ciudad: esa pátina de la naturaleza de azules, de ocres, de rojos turbulentos, de sanguinas, de masas lejanas que parecen vomitar un fuego último sobre algunas fábricas.
Hoy. El San Gregorio de infantil jugaba ante El Ebro a orillas del río, en el barrio de la Almozara. Ganaron los visitantes por 1-3; Víctor Domingo volvió a realizar un fabuloso partido. Estuvo pletórico: se pegó seis o siete arrancadas increíbles, marcó un golazo y dio otro, al final. Jorge batalló, acompañó las jugadas, colaboró en el combate, aunque no brilló. Jugó mucho mejor que el pasado sábado. Mariano Gistaín hizo de reportero: lo pescó en algunas carreras, con el rostro enrojecido y los cabellos, algo hirsutos, al viento.
Diego jugó de visitante ante el Fleta. El titular bien podría ser: El Fleta mereció más y ganó de milagr. Fue un choque trabado, de mucho pelotazo, intenso: la potencia y el fogonazo aéreo contra las ganas y la ambición. El Fleta ganó 3-2; faltando dos minutos, el San Gregorio empató a dos, y a falta de un minuto el Fleta le dio la vuelta al marcador, en un ejercicio casi de justicia poética. Había jugado más, habían marrado un penalti, los habían embotellado. Diego hizo un buen partido: peleó mucho, sirvió desplazamientos en largo y en corto (sigue faltándole un poco de fuerza y de fe), robó balones desde la posición del medio centro. Hay que seguir. Diego, que contó con un ojeador excepcional como Mariano Gistaín, ojeador y fotógrafo, recibió una visita inesperada: Carolina Gistaín, que estudia árabe incluso en sábado, Violeta Fernández y Sara de El Burgo siguieron sus evoluciones. Está claro que Diego no las convenció: Violeta y Verónica siguen locamente enamoradas de Fernando Torres.
3. Me enteré a las diez de la noche del resultado del Zaragoza y el Deportivo. Esta mañana, Jorge me dijo que el uno a uno iba a ser el resultado final.
8 comentarios
A.C. -
Te confieso que cada estoy más lejos del fútbol. Si no tengo que escribir de él, deja de interesarme. Ha sido una de mis grandes pasiones porque tenía luego que contarlo.
Chorche -
De A. C. -
O sea que no tengo ninguna alegría especial, salvo la de que jugaron dos buenos equipos, si he de hacer caso a las crónicas.
En cualquier caso, mil gracias por tu cariño. Antón
Cide -
Cide -
Antonio -
dejan el vestuario pequeño y nos hacen vaciar el ropero.
¡Jorge llenará la camiseta antes de acabar la temporada!
PROPUESTA -
Quinielo -