MANUEL MOYANO, EN ZARAGOZA
Repasaba ayer, a la hora de la comida, la cantidad de mediodías que he dedicado a repasar algunas presentaciones de libros que he hecho a lo largo de estos años. Busco un bar tranquilo, el Trafalgar me gusta (siempre como bacalao), y aprovecho esas dos horas, o hora y media para pensar un poco más sobre el escritor, sobre el libro. Para improvisar notas; ya no me gusta redactar textos, me gusta dejarme guiar por la intuición y arañar unas frases con mi letra imposible. ¡Cuántas horas lejos de los míos, angustiado, con ese nerviosismo casi infantil del que nunca se acostumbra a las presentaciones! Menos mal que “Memoria de la especie” de Manuel Moyano (Córdoba, 1963) me ha gustado mucho. Me ha gustado mucho, especialmente las dos primeras partes. Es un escritor con un mundo, con sensibilidad, con ironía, borgeano, pero sus ecos son más vastos: de Marcel Schwob a Connolly, de Calvino a Cunqueiro, de Lytton Strachey al Carlos Casares de “Los oscuros sueños de Clío”, de Vila-Matas a Cioran.
Es un libro misceláneo, abierto, híbrido, pero muy atractivo. Xordica y su editor Chusé Raúl Usón aciertan casi siempre. Su catálogo es importante, realmente importante. (Hablando de catálogos, llevo más de un mes leyendo cosas muchas cosas de la Editora Regional de Extremadura y de sus editores Álvaro Valverde y Julián Rodríguez Marcos). Soy un seguidor de sus libros, y lamento que en todos esos años no haya sabido buscarles una estantería y tenerlos bellamente ordenados. Cada vez me siento más un lector de determinadas editoriales. Ser escritor de su sello me parece un verdadero sueño, un deseo, una responsabilidad, una conquista, y eso se percibe ya con perspectiva, cuando lleva más de doce años en el mercado. Veo a autores como Julio José Ordovás, Daniel Gascón, Cristina Grande, Rodolfo Notivol, Luis Alegre, Mariano Gistaín, David Trueba, Agustín Sánchez Vidal, José Luis Cano, Santiago Gascón, Fernando Sanmartín, Jesús Moncada, Javier Tomeo, Manuel Moyano, Miguel Mena, Ángel Petisme, Ismael Grasa, Fernando Martín Pescador, Chusé Inazio Nabarro, Ánchel Conte, etc., y tengo la sensación todos ellos se han agigantado desde esa escudería, desde esa editorial que venderá más o menos pero que publica muy bellamente.
Del libro de Manuel Moyano –con quien no pude ir a cenar, y no ya por aquello de que me estoy volviendo huraño y esquivo. Tenía que revisar con Miguel Ángel París las fotos y las notas de la exposición de su padre; el catálogo entra en máquinas el martes o así-, me gustan muchos textos. De la segunda parte, “Archivo de atrocidades”, me ha gustado especialmente el primero, que tiene un fondo de ternura y humor en medio del espanto:
UNA GUARDA ARRASA 50.000 HAS.
AL QUEMAR UN ESCRITO DE SU ESPOSO
LA SEÑORA Terry Barton, guarda forestal, recibió
una carta manuscrita de su esposo,
el señor John Barton. La leyó
mientras patrullaba por el Parque Nacional
de Pike, donde prestaba sus servicios
desde hacía veinte años. Se sabe
que la pareja atravesaba un mal momento.
Terry quemó la carta de John
junto a unos pinos, y el fuego se extendió. Ese día
los vientos del Oeste soplaban muy fuertes.
Terry arrojó arena sobre la hoguera,
pero ya no pudo contener las llamas. Ardieron
50.000 hectáreas, se quemaron 80 casas
y murió un hombre. Seis mil personas
tuvieron que ser evacuadas.
El peor incendio de la historia. En el juicio
la señora Barton no quiso revelar
el contenido de aquella carta.
4 comentarios
pat rizia -
ENRIQUE -
He coincidido contigo en varias ocasiones-¡imposible no encontrar a Antón Castro en un acto cultural zaragozano!-, pero sólo hablamos un rato el día que presentaste \"El sembrador de prodigios\": me regalaste una de tus felices sirenas. Gracias.
De A. C. -
¿Eres uno de mis distribuidores favoritos, al que conocí ya en el otoño de 1978, el sabio de historia y de estragegia militar a lo largo de la historia?
Un abrazo. Antón
ENRIQUE -
Un abrazo,
Enrique.