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Antón Castro

EL ATARDECER, EL CIELO DE LA AZUCARERA Y DOS VICTORIAS

EL ATARDECER, EL CIELO DE LA AZUCARERA Y DOS VICTORIAS

DIEGO VENCIÓ POT 7-1 AL HELIOS; JORGE GANÓ AL BINÉFAR POR 5-4

 

Acabo de poner “Carlos Núñez & amigos”, grabado en Castrelos (Vigo) en 2004, y no sé muy bien por qué he hecho eso. Tengo un ataque de melancolía: me he pasado la tarde en la Azucarera con un libro de Mayra Montero, con la cámara de fotos al hombro y hablando de vez en cuando con el arquitecto Luis Franco por el móvil. La primera vez parecía recién levantado: como retornado del bello amor y la larga resaca del alcohol, de la alegría y del baile de los V Premios Cálamo; la segunda vez, ya había adquirido la prensa. Yo hacía de reportero de cultura al pie del campo, ante dos maravillosos edificios paralelos y casi idénticos que culminan ambos con una especie de marquesina de ático. Los balcones, por cierto, son muy bonitos: integran todos los huecos en una ventana de conjunto y empiezan en un color negro y acaban, en el décimo piso o así, en un gris blancuzco.

 Luis es un tipo realmente estupendo (Ana Latorre, la mujer republicana que vale por nueve reinas, lo decía siempre por si a alguien se le ocurría dudar de la timidez de Luis), de pareja calidad humana a la de Carlos Labarta o Basilio Tobías (creo que fue Óscar Tusquets quien tituló un libro “todo es comparable”). Me explicó que la arquitectura que se está haciendo en Zaragoza se engloba en un contexto muy universal, tal vez ecléctico, donde han desaparecido las arquitecturas locales de antaño y la decoración. Yo tomaba notas encima de la novela de Mayra Montero y contemplando el cielo, las torres de la Azucarera, el horizonte, que fue volviéndose de un azul especial, perlado y añil a la vez, un cielo ideal para los locos pájaros de la atardecida. Entonces me dio un arrebato de nostalgia. Por el cielo, por la tarde, por la paleta del aire, porque veía el fútbol desde arriba, como lo veo siempre. Lejos de los insultos. Lejos de la furia. Por ello, acaso, suene Carlos Núñez. Y ahora, en este instante exacto de 4.40 minutos, se ha sumado a la fiesta Paddy Molloney y toca “Amanecer”. El “Amanecer” que me inundado de acérrimas nostalgias mi atardecer. Recuerdo que hablé con otros tres amigos: Félix Romeo, que había despertado con un amago de vahído y que me juró que no era nada; con Pepe Melero, que andaba algo indispuesto y leyendo como casi siempre y me buscó un dato necesario sobre el pintor Luis Marco Burillo (el favorito de Alejandro Ratia, sabedlo), y con José Luis Cano, que trabaja en un proyecto sensacional para Media Vaca sobre Zaragoza y sus personajes, algunos tan esquinados como una niña muerta y aparecida a su padre y vinculada a los secretos de la piedra esméril.

De acuerdo, me  dice la ansiedad invisible de Ángel Artal Burriel, el único que tiene un desnudo de Patricio Julve en el salón de su casa: la nalga exuberante y bella de una tal Margarita. De acuerdo, señor moroso, ¿cómo quedaron los chicos?, me repite.

Allá va el resultado: Diego, con el San Gregorio C de cadetes, venció al Helios 7-1; Jorge, en División de Honor Infantil, venció por 5-4 al Binéfar en un maravilloso partido. ¿Maravilloso, por qué? Maravilloso por la tensión, el ritmo, las alternativas y el arrebato de corazón de los últimos minutos de los rojillos. Marcaron primero los nuestros, igualaron los de Binéfar y se marcharon al 1-3.  Recortaron, ya en la segunda parte, los locales con el segundo de Víctor Domingo, pero el gran tanto del choque fue una falta de Cativiela: la ejecutó con precisión y fuerza por toda la escuadra, incluso debió repetirla para henchir la tarde de emoción. Luego, Laita y Adrián solucionaron la papeleta. Pero como era un día de intensas emociones, redujo distancias el Binéfar.  No acabó ahí todo, se lesionó el arquero de San Gregorio y entró el suplente, algo más bajito hoy. Al final, laboriosa victoria local con algo de suspense. Jorge se desmarcó, acarició las líneas, trabajó, pero no recibió balones; quizá lo más bello de su concurso de 50 minutos, salió como titular, fue una volea que de haber entrado me habría dejado rabiosamente feliz por su descaro y perfección. Luego, para aliviarlo, le he comprado un balón amarillo y azul de la Liga de Fútbol.

Diego trabajó mucho de medio centro, fue de menos a más. Sujetó bien al adversario y realizó varias jugadas de mérito. Tiene algo que me gusta mucho: una gran seguridad en su regate, sin ser chupón, baja siempre el balón y busca al compañero. Entiende que el fútbol es un arte de belleza  y sudor.  Falló un gol cantado, de manual, y disparó desde lejos con mucho estilo. Cuando faltaban cinco minutos fue sustituido. Hice fotos a los dos equipos, con mi vieja Yashica  FX-3, aún no sé manejar las dos cámaras digitales que tengo (no usé ni siquiera la Canon o la Nikon compacta, de las automáticas de paso universal), y eso me permitió salir al campo, coger un balón y dar toques y más toques hasta quedar casi exhausto. Era un futbolista con un plumas, cámara colgada al cuello y zapatos de piel. O algo así. Tengo muchos testigos: no se me caía el balón. Quizá estuviera melancólico por eso: hace meses que no juego al fútbol. Y me divierte.

 

*Puedo asegurar que este atardecer no es exactamente el de la Azucarera.

 

3 comentarios

LF -

Todo es bien cierto..., y mi princesa es republicana y me vale por muchas reinas.

Los futbolistas -

Querido Don Ángel:

Muchas gracias por su visita. Es un honor su interés por estos resultados.
No llegaremos al Real Zaragoza, pero a que más podemos aspirar: el médico del corazón de los jugadores del Real zaragoza quiere saber si hemos ganados.

Un abrazo. ¿Suponemos que aab será usted?¿No será un duende de Calamocha?

aab -

Apabullante Diego y mas apretadito el resultado de Jorge, pero en definitiva dos victorias. Como siempre un abrazo a los dos.