DIARIO DEL MUNDIAL /ADIÓS ARGENTINA, ADIÓS
LA SUERTE más temida de un Mundial ha castigado a Argentina. José Pekerman no pasará a la historia como un gran seleccionador, a pesar de sus éxitos con las categorías inferiores. Argentina poseía un equipo temible desde hace al menos seis o siete años, un conjunto que debiera aspirar a todo. Pasó sin pena ni gloria por Corea y Japón-2002, y en Alemania se ha despedido en cuartos. Y lo peor de todo es que ha caído ante un equipo más bien menor, correoso y entusiasta, que cabalga mecánicamente con el favor del público, pero que carece de fantasía, de dirección, de los gestos trabajados de un gran combinado. Y eso se vio en un partido entre la lentitud con racanería (los albicelestes) y la ansiedad sin ideas (los teutones). Argentina empezó como siempre había soñado, como sueña Italia también (favorecida ayer, de nuevo, hasta por los postes): marcó un gol al principio del segundo tiempo y se echó a sestear luego, a conservar una mínima ventaja. La primera parte fue de puro tanteo, de exploración mutua, y de escasas sorpresas: ni Argentina tenía demasiadas cosquillas ni Alemania ofrecía nada para guardar en el vídeo. El fútbol de estos chicos ni sabe ni embriaga ni huele a nada; parece concebido para aburrir o para descerrajarse en la ruleta rusa de la pena máxima. Ni siquiera Ballack comparecía con peligro, Klose sufría en exceso ante Ayala y Heinze, Schweinsteiger no emulaba a Frank Ribery, sólo Podolski estaba levemente inspirado; de los argentinos tampoco se tenían demasiadas noticias: se veía enchufado a Hernán Crespo, serios y laboriosos y oscuros a sus medios, e intrascendente, con falsa apariencia de dominador, a Riquelme. Como siempre.
Alemania se encorajinó con la derrota parcial, y temblequeó de furia. Y en el minuto 80, la tarde se volvió loca y se puso boca arriba. Hasta Angela Merkel se descompuso con cursilería y encogimiento. Argentina, sin Riquelme, con Cruz y sin Messi ni Saviola ni Aimar (a Pekerman le preguntarán hasta el hastío por los tres, pero especialmente por el niño Leo), dominó y generó alguna ocasión. Entonces sí, entonces sí deseó ganar. Y perdió en los penaltis: fallaron Ayala, que por un instante quiso ser refinado y no patear con ira, y Cambiasso. Lehmann justificó su titularidad con dos paradas. Argentina se va a casa por sus propios deméritos, por esa moda espantosa -este es un Mundial sin figuras, ultradefensivo y ruin para cualquier mirada ávida de magia y alegría- de trabajar la parte defensiva del elenco hasta volverlo inservible, basto y sin recursos desde la media hacia arriba. No le ha ganado un equipo superior en modo alguno, pero quien juega con fuego a veces se quema, quien porfía en arrojarse al vacío a lo mejor se cae un día, y eso le pasó a Argentina. Pekerman dejó otra frustración en el ambiente: ¿no podía haber administrado mejor la genialidad y las ganas de Messi?.
Por ahora el Mundial no tiene estrellas. No es el Mundial de Ballack, de Riquelme, de Ronaldinho, ni de Klose, ni de Totti, ni de Henry, ni de Shevchenko. Es mucho más el de Luis Figo en el fondo: juega como si rejuveneciese en cada regate; es su pacto con el diablo del fútbol. Los mejores tal vez sean Frank Ribery, ese francés apaleado del suburbio y de las malas calles, y Buffon, que encarna la raza de Italia y su buena suerte. Hoy también habrá sorpresas. ¡Brasil, Brasil, triste de ti, no te duermas!
Alemania se encorajinó con la derrota parcial, y temblequeó de furia. Y en el minuto 80, la tarde se volvió loca y se puso boca arriba. Hasta Angela Merkel se descompuso con cursilería y encogimiento. Argentina, sin Riquelme, con Cruz y sin Messi ni Saviola ni Aimar (a Pekerman le preguntarán hasta el hastío por los tres, pero especialmente por el niño Leo), dominó y generó alguna ocasión. Entonces sí, entonces sí deseó ganar. Y perdió en los penaltis: fallaron Ayala, que por un instante quiso ser refinado y no patear con ira, y Cambiasso. Lehmann justificó su titularidad con dos paradas. Argentina se va a casa por sus propios deméritos, por esa moda espantosa -este es un Mundial sin figuras, ultradefensivo y ruin para cualquier mirada ávida de magia y alegría- de trabajar la parte defensiva del elenco hasta volverlo inservible, basto y sin recursos desde la media hacia arriba. No le ha ganado un equipo superior en modo alguno, pero quien juega con fuego a veces se quema, quien porfía en arrojarse al vacío a lo mejor se cae un día, y eso le pasó a Argentina. Pekerman dejó otra frustración en el ambiente: ¿no podía haber administrado mejor la genialidad y las ganas de Messi?.
Por ahora el Mundial no tiene estrellas. No es el Mundial de Ballack, de Riquelme, de Ronaldinho, ni de Klose, ni de Totti, ni de Henry, ni de Shevchenko. Es mucho más el de Luis Figo en el fondo: juega como si rejuveneciese en cada regate; es su pacto con el diablo del fútbol. Los mejores tal vez sean Frank Ribery, ese francés apaleado del suburbio y de las malas calles, y Buffon, que encarna la raza de Italia y su buena suerte. Hoy también habrá sorpresas. ¡Brasil, Brasil, triste de ti, no te duermas!
2 comentarios
cecilia -
me llamo eccilia y soy un ade las fasn de ballack y riqulme soy de argentina y los amooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo
a los 2
sonb lo amslindoq ue conoci eso si ams al amor de ballack
soy de argentina ushuaia la ciudad mas austral del munio beos a todos y agreguenme los fans de ballack y riquelme porfa
ceci_ballack_bep@hotmail.com
Magda -