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Antón Castro

CITA EN MARÍA PITA O A CORUÑA AL CREPÚSCULO

CITA EN MARÍA PITA O A CORUÑA AL CREPÚSCULO

  El pasado miércoles, poco antes de iniciar el regreso a Zaragoza, me cité en María Pita con Xulio López Valcárcel, el autor de “Casa última” (Espiral Maior; los Libros de Berna) y de muchos más libros, el viajero constante (acababa de regresar de Berlín), el hombre bon e xeneroso por excelencia de la Galicia contemporánea. Xulio, amante del arte y de la poesía, amante del vino y de todas las sensaciones gozosas, posee un piso encantado en la marina: tiene vistas sobre el puerto y es como un refugio, un paraíso con pintura y alcancías y alcobas, ante la bahía. Abajo, en una especie de primera planta, tiene otro refugio: allí reúne a amigos, organiza tertulias, lecturas, como si fuera de la sociedad anarquista O Resplandor de “Os libros arden mal” de Rivas. Xulio es uno de esos seres que trabajan siempre hacia la felicidad, a pesar de su pátina imborrable de nostalgia, de saudade.  

También apareció Xoán Abeleira, el padre de la bella Laura, trece años, el poeta constante, el traductor indomable. Abeleira ha encontrado por fin la calma y la dicha: en Galicia se ha encontrado a sí mismo, ha encontrado a Olga Novo (Xoán no deja de repetir aquello de que “es la mejor poeta viva de Galicia”, porque lo cree sinceramente, porque se lo dicen a menudo, porque Olga Novo halla admiradores por doquier a pesar de que posee uno de los gallegos más ricos, complejos y singulares de los últimos años) y ha encontrado a “La Opinión”, donde escribe todos los lunes, la “Revista de Letras”  del gran activista y poeta Antón Lopo, un galego indómito también, un entusiasta de lo posible y lo imposible, y ha encontrado la generosa acogida de Xerais, que publica estos días su libro de Man, el alemán de Camelle: diapositivas y textos. Xoán Abeleira come, sueña y mea literatura. Siempre avanza un nuevo libro; mientras, para huir del abatimiento, traduce y sobrevive. Hablamos un instante de María Mariño, que le ha gustado mucho a Abeleira y que le gusta un poco menos a Xulio; éste dice que es un poco un invento de Ferrín y de Novoneyra, y yo les digo que me gusta más que Novoneyra, o poeta dos eidos. A Abeleira le parece blasfemia: Para él Novoneyra es uno de los grandes poetas de Galicia; Xulio, más sosegado, piensa lo mismo, y dice que Uxío es el poeta que piensa e invita a pensar. Lo digo: no me gusta la poesía demasiado intelectual o filosófica, me pierdo. Yo prefiero a María Mariño, más cercana a Rosalía, que a Novoneyra. Y también hablamos de Bernardino Graña y de su libro “Profecía do mar”.

Luego apareció Miguel Anxo Fernán Vello, uno de los amigos más constantes de Galicia. Nos conocemos hace más de 20 años y siempre existe un hilo de complicidad, de afecto, de solidaridad, y en mi caso, de admiración constante. Además, publicó mi libro de relatos “Vida e morte das baleas” en 1997. Es un gran trabajador de la cultura al frente de Espiral Maior, la gran editorial de poesía. Ahora Miguel Anxo acaba de creer un sello en castellano, Spirallia, que ya está en la calle y que se inaugura con un libro de Carme Adán. Miguel Anxo acaba de crear el premio mejor dotado de poesía en gallego y portugués, dotado con 10.000 euros, y se han presentado 167 originales. Y sigue publicando su obra, traducida al italiano y al francés, recientemente, y sigue editando a poetas jóvenes. Miguel Anxo es como la gran factoría de la poesía joven de Galicia: el ángel tutelar, el entusiasta, la pasión por la palabra. Empezaba a caer la noche. Había dejado el coche cerca del castelo de San Antón. Y decidí hacer el recorrido hacia la torre de Hércules, hacia Riazor… Tengo muy presente estos días ese paraje porque tiene un protagonismo absoluto en “Os libros arden mal” de Manolo Rivas: qué sensación tan bella, qué impresión de renovada y eterna de hermosura marina, qué ciudad tan cristalina e intensa en su crepúsculo, acariciada por el mar, por los peñascos. Lo que más envidio de Manuel Rivas no es su éxito ni su talento ni la aceptación general de los lectores: es que haya vivido tan íntimamente esta ciudad de A Coruña, que la viva tan a diario y con tanta intensidad. A Coruña es mi primera y mi segunda ciudad a la vez: la descubrí un poco antes de convertir Zaragoza en la ciudad de mi juventud, en la ciudad en la que me reconozco, la ciudad donde sueño, la ciudad a la que siempre retorno, aunque tenga un pie en A Coruña, en Riazor, Orzán, en la torre de Hércules.

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