MIGUEL MENA, HIJO ADOPTIVO DE ZARAGOZA
Miguel Mena (Madrid, 1959) es uno de los escritores, periodistas y seres humanos más queridos de Zaragoza. Su labor por la ciudad y por Aragón es extraordinaria y fecunda: siempre está ahí, en el camino, abriendo surcos, creando cariño, esparciendo humanidad, ternura y humor, en sus programas de radio, en sus libros, en sus artículos periodísticos. Esta mañana ha sido designado por el ayuntamiento de Zaragoza, esta ciudad que tanto quiere, esta ciudad tan hospitalaria, como Hijo Adoptivo. Cuando son distinguidas personas como Miguel uno acaba pensando que el mundo es un lugar que permite la palabra, la convivencia y el sueño. Junto a Miguel fueron distinguidos, entre otros, el empresario Jesús Morte, el hombre de cine Eduardo Ducay y el empresario Valero López. Desde aquí, la enhorabuena para todos, pero especialmente para Miguel porque es mucho más que un amigo y un colega: es un ejemplo. Y un espejo. Este galardón se suma al que recibió hace un par de años: el Isabel de Portugal, entre otros muchos.
Desempolvo aquí una entrevista que le hice a Miguel con motivo de la publicación de un libro sobre el mundo del periodismo: “Una nube de periodistas”.
--¿Viven los periodistas en una nube?
--Algunos sí. Viven intensamente en el propio mundo del periodismo, y convierten su profesión en la realidad. Eso sucede más en Madrid y Barcelona en la nube mediática y política. Aquí, creo, estamos más en contacto con lo que ocurre.
--¿Es tan pesimista su concepción del oficio? Suele pintar a los periodistas como falsarios, engreídos, desdichados o vendidos en ocasiones...
--Sí, pero quizá sea una estrategia para escribir historias con humor. Hay que exagerar un poco los defectos. La perfección no hace reír, no da para la ironía, y a mí gusta emplear el bisturí de la ironía.
--La ironía, desde luego, pero también emplea la sátira con abundancia.
--Escribí un libro como “Una nube de periodistas” (Zócalo; ahora Onagro) contiene sátira y melancolía, en particular. La sátira se manifiesta en la crítica a esos usos periodísticos que no me gustan nada como la búsqueda desenfrenada de la exclusiva o de la primicia. Contaba Gervasio Sánchez la obsesión de algunos corresponsales de prensa por llegar al conflicto y contar las cosas antes que nadie. Y añadía que él prefería a aquel que las contaba mejor: que toma posición, habla con la gente y entiende el conflicto. Pienso exactamente igual. Hay demasiados yonquis de la noticia: gente con adicción a la tensión informativa, y eso es devorador e inhumano. Son drogadictos de la profesión.
--¿Es el periodista un personaje especialmente literario?
--A mí me lo parece. Está en contacto con ámbitos muy diferentes de la sociedad y de la vida. Es un oficio muy rico: al buen periodista nada humano le es ajeno.
--¿Cómo sería su informador ideal?
--El buen periodista debe ser reflexivo, seguro (y eso quiere decir que debe contrastar muy bien aquello de lo que informa) y ameno.
--Usted es locutor de radio en la Ser, columnista de prensa y un personaje popular. ¿Cuál es su grado de autocrítica?
--Permítame un apunte: la televisión da fama, la prensa da prestigio e influencia, y la radio da familiaridad, aprecio familiar. Cuando la gente me saluda, dice: “Como contigo, te tengo en la cocina, te llevo en el coche”. Respecto a la autocrítica, le diré que quiero huir de la autobiografía. En “Una nube de periodistas había una referencia, una parodia a mi trabajo anterior en “Estudio de guardia”: me pinto como pedante; llama un señor y se queja de que no le dejo hablar.
--Aquel libro constaba de 18 relatos y es el primero específicamente de ese género en su producción. ¿Qué le ha llevado a esta apuesta?
--Me lo planteé como un reto. Había escrito algunos cuentos que andaban por ahí dispersos en revistas. Quise componer un libro unitario en torno al mundo del periodista, que apareciese aunque no fuera necesariamente el protagonista. Quería probar el formato del relato y aquí está. Mi cuento consta de una sola idea, de un desarrollo divertido o ameno y de un desenlace inesperado.
--¿Cuál es su periodista soñado?
--Una mezcla del sentido del humor de Carlos Herrera y de la fiabilidad y sensatez de Iñaki Gabilondo.
*La foto de Miguel Mena la he tomado de "20 Minutos".
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