LOS LIBROS DE LA GUERRA
José Luis Melero es una referencia inexcusable para quienes amamos los libros. Él los ama con locura: se entrega a ellos con una pasión renovada, con placer, con una dedicación absoluta. Pepe Melero vive una historia de amor de casi cuarenta años con los libros. Yo lo conocí en 1987 en El Ángel Azul, recuerdo que me regaló la historia de Aragón que acababa de publicar con motivo del nacimiento de su hija Iguácel, y desde entonces no he hecho más que aprender de él. “Leer para contarlo” ha sido una primera confirmación pública de su sabiduría, de su modo de vivir junto a los libros y a los autores y a los editores. Su casa es un paraíso con libros: los mima, los cuida, los acaricia como un enamorado irreductible, les cambia la piel, los encuaderna para la inmortalidad. Siempre escribe con su caligrafía casi gótica cuando ha adquirido cada volumen, y luego anota a lápiz qué ha descubierto, qué página o qué personaje le han conmovido. Es prácticamente imposible citar un título de libros aragoneses del que no sepa algo: lo normal es que cuenta detalles del autor, del editor, del impresor.
Si aquel volumen era un viaje y una autobiografía de un hombre con los libros, también en “Los libros de la Guerra” –el libro que se presenta esta tarde en el salón de actos de la Facultad de Económicas, Gran Vía 2, en compañía de dos de sus grandes amigos: José Antonio Labordeta y Miguel Mena- no lo es menos: es una autobiografía de un lector fascinado por la historia y por la Guerra Civil. El libro de Pepe, publicado por Rolde, arranca con tres textos que se escapan un poco del contexto elegido, entre 1936 y 1949. Son las memorias del párroco mosén Jesús Arnal, “Por qué fui secretario de Durruti”, que se publicó por primera vez en Tárrega en 1972, y que gira en torno al anarquista Justo Bueno de Munébrega; “556 Brigada Mixta” de Avel.lí Artís Gener, que se publicó en México en 1945, y “Yo fui asesinado por los rojos” de Jesús Pascual Aguilar, el hombre que había nacido en Alcorisa y que tenía parientes en Molinos cuya peripecia se parecía mucho a la de Rafael Sánchez-Mazas; de hecho salió ileso de idéntica ejecución en El Collell el 30 de enero de 1939. El libro, del que les habló a Pepe Melero y a Félix Romeo David Trueba, está muy vinculado con el proyecto literario y cinematográfico de “Soldados de Salamina”.
A continuación, Pepe Melero ordena 128 libros publicados a lo largo de trece años, redactados por aragoneses o vinculados con Aragón. La selección comentada es un auténtico tratado de erudición: Pepe comenta los libros, los ha leído a fondo, lo ha vivido con intensidad, ha extirpado notas pintorescas de asesinatos masivos, de mutilaciones terribles como la del obispo de Barbastro, de conspiraciones, de actos de una crueldad casi insoportable y también de instantes llenos de ternura y humanidad. Estos comentarios, esta glosa pormenorizada de libros y asuntos, están repletos de información, de detalles de la vida aragonesa, de personajes de vida casi oculta que aquí irrumpen con mucha fuerza. Por aquí desfilan Calvo Sotelo, que estudió Derecho en Zaragoza, los periodistas Alardo Prats o José Gabriel o Benjamín Bentura, el Obispo Polanco o Rey D’Harcourt, Ramón Acín y Sol Monrás, el extravagante Adolfo Capella, el tenor republicano Carlos Lizondo, que fue fusilado en Zaragoza cantando “Adiós a la vida” de “Tosca”, por poner algunos ejemplos. En el libro, con bella portada de Pepe Cerdá, hay muchos más, como la tierna y humanísima historia del periodista de Franco El Tebib Arrumi.
Es un libro extraordinario, de erudición constante, de un gran contador de historias, de una gran finura intelectual. Hay horror por ambos bandos, hay historias conmovedoras, hay desmesura y surrealismo. No puede dejar indiferente a nadie. Y parece casi inconcebible que algo tan específico como una bibliografía pueda convertirse en un manual de narrativa, en una enciclopedia de seres y cuentos, y por supuesto paisajes y batallas. Es difícil encontrar en el panorama aragonés de hoy, y creo que en el español, a un intelectual, a un lector, a un loco por los libros como Pepe Melero, tan entretenido, tan brillante, tan proclive a la divulgación. Ante sus trabajos, ante su conocimiento, uno se zambulle y dice: “Voy a aprender, voy a soñar, voy a disfrutar”.
*Pepe Melero ha tenido un hermoso gesto, que le agradezco con todo el cariño del mundo. Le ha dedicado el libro a dos magníficos escritores como Félix Romeo e Ignacio Martínez de Pisón, y al gallego que esto escribe, que tanto ha aprendido y aprende de él, y que tanto y tan sinceramente le admira. La ficha completa es "Los libros de la Guerra. Bibliografía comentada de la Guerra Civil en Aragón (1936-1949)" (Rolde). Hace unos días, Mariano García publicaba una entrevista con José Luis Melero; hoy le dedica un bello artículo Mariano Gistaín y un reportaje Roberto Miranda en "El Periódico de Aragón".
Víctor Juan Borroy, el hermano del alma que el cielo le ha dado a Pepe Melero en los últimos cinco años o así, ha colgado la entrevista de Pepe Melero del pasado domingo en "Borradores".
Pongo una foto de "Soldados de Salamina", película muy citada en el libro de Pepe.
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