TOMEO HABLA DE "LA NOCHE DEL LOBO!
“Mis personajes me sorprenden a mí mismo. Yo los creo, los pongo en un territorio, en un espacio y luego ellos hacen lo que les da la gana”. Así inicia Javier Tomeo (Quicena, Huesca, 1932) la explicación de las claves de su última novela: “La noche del lobo” (Anagrama, 2006), un relato donde dos hombres dialogan en la oscuridad, inmovilizados por un esguince, mientras un cuervo, los grillos o las lechuzas “son el coro de una tragedia griega”. Javier Tomeo se acerca aquí, más que nunca, a Samuel Beckett: habla de hombres desamparados, tan desamparados que están a ras de suelo, casi prisioneros, en la tiniebla. “No sé con certeza cómo surgieron mis personajes. Uno es Macario, el protagonista, un hombre resentido, rechazado por la gran ciudad, que quizá haya sido engañado por su mujer. Se refugia en una casa de campo, más bien en un pajar, sin ventanas, pero con teléfono, con ordenador y conectado a Internet. El pueblo más próximo está a diez kilómetros. Y por otra parte está Ismael, que se cree feliz y con motivos para serlo, listo en su trabajo, que idolatra a su mujer, pero al entrar en contacto con Macario en esa noche tan especial, éste le mete en el cuerpo el veneno de la duda”.
Javier Tomeo es un escritor preocupado por la soledad y la incomunicación, asuntos que vincula a artilugios como el teléfono o la televisión. “No hay nada más frustrante que un teléfono que no suena, y a la vez la telefonía móvil se vuelve alienante. La televisión es la versión eléctrica y actual del demonio”. Ahora, Tomeo da un paso más y medita sobre la presencia de Internet entre nuestras vidas. “Internet significa una forma de aprendizaje ansiosa y desmesurada, y la cultura de Internet es, sin el concurso entrañable del profesor, algo demasiado rápido: es como la comida basura a la buena cocina catalana o aragonesa. Está bien Internet, esa red de redes que nos ha cambiado la vida. Me interesé mucho una noticia, que volví a leer hace poco, donde se hablaba de que en Shanghai ya hay centro para desintoxicarse de la adición a Internet. Ahí, hay una paradoja: la cultura de la red no sirve para paliar nuestra soledad”. Tomeo baraja otras paradojas especiales: Macario querría convertirse en hombre lobo para vengarse, para volver a la ciudad convertido en un animal poderoso, fuerte, en ese hombre lobo, pero “no podré hacerlo porque tiene la dentadura postiza y sólo se conocen licántropos con la dentadura postiza”.
Hay otro elemento decisivo: las mujeres ausentes de Macario e Ismael: Carmen, que dejó al primero; Genoveva, que seguramente no es leal al segundo. “Dicen que yo soy misógino. Todo lo contrario. Las mujeres siempre tiran de los hilos de mis historias y de mis personajes”.
*La noche del lobo. Javier Tomeo. Anagrama. 2006. 146 páginas.
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juan -