ISIDRO FERRER Y NERUDA, POR ROSA TABERNERO*
El Libro de las preguntas. Pablo Neruda e Isidro Ferrer, dos maneras de mirar el mundo, un solo universo.
Una vez ilustrado, ningún libro queda inmune a la influencia de la imagen visual, decía Lewis y no carecía de razón. Pablo Neruda escribió el Libro de las preguntas, una de sus obras más difíciles y menos estudiadas, en los años setenta, Vicente Ferrer ha recogido para Media Vaca esta propuesta y, en el ánimo de editar los libros que él hubiera querido encontrar en el mercado, los que a él le gustan, buscó a un ilustrador que pudiera interpretar la densidad y la frescura al mismo tiempo de lo que la crítica ha definido como el testamento poético de Pablo Neruda y ahí tenemos el resultado.
Ya no es el Libro de las preguntas de Neruda, ahora, sin lugar a dudas, es el Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer. Podía haber optado el ilustrador –en este caso, también diseñador- por contestar a las cuestiones que el poema le formulaba, podía haberlo hecho redundando en la palabra y no, no lo ha hecho. De algún modo, el Libro de las preguntas resume el universo poético y vital del poeta chileno, en una descendencia directa de las lunerías de Federico García Lorca, de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna o de los experimentos vanguardistas que salpican las imágenes en cada una de las interrogaciones. Y como corresponde a las preguntas que resumen toda una vida o, mejor dicho, sabiendo que la vida se inicia en una pregunta y termina en otra y conociendo la palabra como origen de la vida y asimismo de la muerte, Isidro ha sabido interpretar que estas preguntas no se contestan porque ya no es tiempo, porque el poeta no lo necesitaba y porque a través de ellas Neruda resumió lo que fue su obra y su vida. Y es eso lo que propone Isidro desde la ilustración, un viaje por el imaginario de Pablo Neruda, con él presente porque es él quien cuestiona y así expresa su manera de entender el mundo. De este modo, la imagen nos adentra en el mundo del poeta chileno, en los motivos que lo explicaron, en las grandes inquietudes que justificaron su quehacer. Las imágenes que construyen este libro se erigen como metáforas, en una manera de aprehender la realidad, de explicarla y de transmitirla.
Juega Isidro con el poder de emocionar o de conmover de lo matérico, con la posibilidad de connotar y sugerir a través de la materia con la que diseña sus composiciones y sus personajes y así desfilan en cada una de las ilustraciones los motivos que sustentaron la obra y la vida de Neruda: el viaje, la palabra, los libros, los animales, el mar, la mujer, la casa, las nubes, el cielo, el barco, la escalera, el infinito, la muerte, los árboles, el compromiso social, el humor con su capacidad de transformación… Y aquí y allá la figura, la imagen del Neruda más característico, aquel señor de visera calada que fumaba en pipa, el lugar desde donde contemplaba el mundo, la fotografía de aquel poeta que se definió como “duro de nariz, mínimo de ojos (…) chileno a perpetuidad…”. Las manos de un niño sostienen el libro que Neruda escribió o el libro que Isidro Ferrer ilustró, un libro dentro de otro libro. A ratos las cortinas de un escenario teatral –tan importante en la concepción de la obra de Ferrer- nos sorprenden como sorprendieron al propio Neruda, convirtiéndolo todo en un teatrillo en el que poeta e ilustrador son los personajes principales. La vida, el teatro y el sueño, motivos que transitan por las palabras de Neruda y por la interpretación que desde la imagen realiza Isidro.
El Libro de las preguntas se convierte en un homenaje a Neruda… ¿Sólo a Neruda? No lo creo, este libro es también un homenaje a Isidro Ferrer, a su mundo, a su manera de entender y entenderse. Parte Ferrer de la tradición y desemboca en las vanguardias, con el juego como procedimiento de creación. La tradición se rompe al son de los ecos del futurismo, del dadaísmo, del surrealismo, del cubismo, al son de los presupuestos del constructivismo, experimentando con los sentidos, para devolvernos una imagen en libertad, un poema visual, un poema, en definitiva. Una vez más, Brossa, Peret, Rául, y, sobre todo, el mejor Ferrer, el universo de Ferrer, la imagen entre líneas. Tradición e innovación en Ferrer, de la misma manera que Jorge Edwards acuñó la expresión “tradición de la ruptura” para resumir la creación del poeta chileno. Isidro ha comprendido que Neruda dijera que lo más parecido a la poesía era el pan y ha ilustrado como nadie el silencio que genera cada una de las grandes preguntas. Blancos, negros y grises, los colores del silencio y del frío… Isidro Ferrer ha dotado de imagen al silencio, lo ha ilustrado, como ha ilustrado asimismo el poder connotador de la materia tan sugerente para el universo nerudiano, como ha transmitido el color desde la ausencia del mismo.Las narraciones se leen linealmente, la poesía no admite la linealidad. La poesía se lee de otra manera, una y otra vez volvemos sobre las palabras porque las palabras son la llave –otra vez la imagen de Neruda y la de Ferrer vienen a mi mente- para que el lector se adentre en un mundo sugerido que no explicitado. En el Libro de las preguntas cada imagen nos sumerge naturalmente en el universo de quien formuló las cuestiones, nos coloca en su perspectiva, nos habla de quien manifestó su extrañeza como un modo de comprender la realidad desde la sabiduría que unen la infancia y la experiencia. Y la química entre escritor e ilustrador es perfecta porque los universos de Ferrer y de Neruda se compenetran de una forma espléndida ofreciéndonos todas las posibilidades de cada uno de los mundos en un universo nuevo, distinto, que se nutre de los dos poetas y de los dos lenguajes.El Libro de las preguntas de editorial Media Vaca deja al descubierto además la pasión por los libros del ilustrador, esa pasión que le recuerda al protagonista de la Una soledad demasiado ruidosa de Hrabal.
Isidro Ferrer es un constructor de libros, como él mismo ha declarado alguna vez: “me gustan los libros y de estos las tripas donde todo se cuece”. Su aliento se esconde en cada uno de los detalles, desde la cubierta hasta la contracubierta pasando por las guardas hasta llegar al último rincón –qué maravilla descubrir la portada- y en esto tiene mucho que ver la labor de Vicente Ferrer, editor que cree en que cada libro contiene un fragmento del plano del tesoro y que los más jóvenes tienen derecho a poder disfrutar de lo mejor, de una literatura de calidad, sin mayores preámbulos.
¿El Libro de las preguntas es para niños? ¿Neruda lo escribió para niños? ¿Isidro Ferrer ha ilustrado para niños? Quizá formen parte de las mismas preguntas que aparecen en el libro y que no requieren contestación. Si entendemos que la literatura infantil es la que también leen los niños, el Libro de las preguntas de Pablo Neruda e Isidro Ferrer es para niños. Vicente Ferrer ha optado, una vez más, por confiar en la competencia incuestionable de un lector que sabe a aproximarse como nadie, desde su condición de lector inocente - Por qué se suicidan las hojas/ cuando se sienten amarillas?-, a un discurso que sólo hay que disfrutar y contemplar –que no siempre es fácil- tal como corresponde al verdadero arte. Y es de arte de lo que estamos hablando. Dos universos que se tocan, el de Neruda y el de Ferrer y un editor que lo ha hecho posible, Vicente Ferrer.En estos días en los que el mercado editorial –y no sólo editorial- impone necesidades y las crea desde la uniformidad más peligrosa, es un verdadero placer encontrar obras como el Libro de las preguntas de Media Vaca, obras que cultivan aquellos lectores de los que hablaba Pedro Salinas, lectores que no leedores. Nuestros jóvenes tienen derecho a crecer con obras como estas, obras que transitan por los difíciles senderos de la libertad y no podemos negarles la posibilidad de sentir entre las manos el arte con mayúsculas de la mano de un Isidro Ferrer que ha conseguido crear para nosotros una forma nueva de leer poesía, un modo nuevo de mirar, una nueva manera de ilustrar.Aconsejaba García Montero como consuelo del caminante el mundo de los libros de poesía porque son “una buena provincia de libertad y un buen fuego para pasar el invierno”. Ya es invierno y en el Libro de las preguntas el lector encontrará el fuego necesario que requiere la llegada del frío.Se preguntaba el poeta chileno “Qué dirán de mi poesía/ los que no tocaron mi sangre?”, Isidro Ferrer ha intentado que todos “toquemos la sangre” de Pablo Neruda y lo ha hecho de una manera magistral dejando su piel –también su sangre- en cada página.Ahora la pregunta es otra: ¿Qué dirán de la poesía de Isidro Ferrer? Ustedes tienen la palabra que no la imagen, porque ésta pertenece a Isidro Ferrer ya para siempre. Rosa Tabernero
*Rosa Tabernero, profesora de la Universidad de Huesca, animadora de clubes de lectura y experta en literatura infantil y juvenil, publicaba hace unos días este artículo en el "Diario del Altoaragón" sobre el Libro de las Preguntas de Pablo Neruda, ilustrado por Isidro Ferrer. Isidro es uno de mis artistas favoritos, un artista integral, el libro es emocionante, y me parece oportuno colgarlo aquí.
3 comentarios
cristina -
cristina -
ximena dias -
soy geneal