EL PORTERO CÉSAR, INVITADO EN ¡VAYA COMUNIDAD!*
Retrato de César Sánchez
El puesto de portero ha sido cantado por los poetas. Zamora, Platko, Eizaguirre, Amadeo Carrizo; los artistas han sido porteros: Orwell, Camus, Chillida, Julio Iglesias. Siempre están ahí, con su inmensa soledad sin resquicios, jaleándose, jaleando a sus compañeros, encendiendo la tarde de gestos y de gritos. Una cámara oculta que observe a un guardameta durante los 90 minutos sería la mejor crónica posible del choque. Sobrarían las palabras. Ahí estarían el temor congelado, el abatimiento, la alegría, la exaltación, el desafuero, la decepción, la ira tras la derrota o el error garrafal, propio o del compañero de arriba. En esas imágenes se percibiría cómo el cancerbero es el principio y el final del juego. Él, como el poeta, podría decir: “En mi principio está mi fin”.
César Sánchez destacó en el Valladolid durante nueve temporadas: los castellanos casi siempre han sido un bloque más bien agonioso, a punto de desplomarse en el foso del descenso, y si se salvaban era, sobre todo, gracias a César. Sus manos parecían multiplicarse y eran cuatro, seis, ocho, una docena de aspas, un enjambre de dedos. César se transformaba en un pulpo incansable con unos reflejos sobrehumanos.
Por su impresionante trayectoria, fue contratado por el Real Madrid. Allí coincidió con el crecimiento de Iker Casillas y con un cariño sin tapujos de Del Bosque. César, que habló lo justo y se entrenó a pleno pulmón, le robó dos o tres momentos para la gloria al joven madrileño, pero hubo de irse. En realidad, él era un hombre sencillo, un tipo corriente, un portero sin más que sólo deseaba jugar todos los domingos y multiplicar el milagro de sus manos ante la solana de su red. El Zaragoza ha encontrado en él al cancerbero que andaba buscando desde hace muchos años. Si me apuran, casi desde Enrique Yarza. Ese puesto ha sido sistemáticamente puesto en entredicho: con Nieves, con Irazusta, con Junquera, con Vitaller, con Chilavert, con Mondragón, con Cedrún, con Juanmi, con Láinez, con Valbuena. Me parece que con todos, y no queremos aquí faltar a ninguno. Quizá no haya un puesto más difícil: se evidencian las salidas a destiempo o mal calculadas, la palomita innecesaria, el nerviosismo; se perciben las dudas, el clima de inseguridad, pero también el carisma, la fortaleza mental, la elasticidad, el rapto felino en décimas de segundo.
César Sánchez es un portero con personalidad, casi gritón, concentrado. Caliente, pero no áspero. Posee reflejos, tranquilidad cuando lo exige el encuentro y si es necesario arrojarse con un punto de temeridad y de locura, ahí está él. La locura, en el fondo, parece innata en estos espantadelanteros o criaturas del aire. ¿Por qué, si no, los habrían cantado tanto Alberti, Miguel Hernández, Miguel Labordeta o Peter Handke?
*Esta noche, el programa "¡Vaya Comunidad!" de Aragón Televisión, que conduce el gran Luis Larrodera, recibe al portero del Real Zaragoza César Sánchez. Y también a Carlos Martín, director de espectáculos y uno de los líderes del Teatro del Temple. Hallo esta foto en el dominio: www.chinadaily.com. Me parece estupenda. César Sánchez, por cierto, es protagonista hoy del diálogo "Entre dos" (ZTV) que se emite esta noche; participa con el político Javier Allué.
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