ENTREVISTA CON ELISA ARGUILÉ*
Elisa Arguilé
-Sabemos poco, muy poco de usted.
-Empecé a dibujar antes de ir a Bellas Artes, que hice en Madrid. Al principio no me lo tomaba en serio. Hacía grabado, pero me di cuenta de que me atraía el dibujo, mi carácter va más con el volumen que con la pintura, y entré en contacto algunos ilustradores. Aquellos me dijeron: “Prepara una carpeta y preséntala en las editoriales”.
-¿No había antecedentes en su familia?
-Mi madre hacía cosas con arcilla. Eso me animaba mucho. Entonces, no había libros de la calidad y en la cantidad de. Recuerdo que cuando era pequeña, al repasar algunos de aquellos niños cabezones con los ojos asombrados, no veía ni la imagen del escritor ni la del ilustrador. Era como si los libros no los hiciese nadie.
-¿Cómo fue su primera carpeta?
-La organicé en 1995. La cambié muchas veces: no me gustaba nunca. Soy pudorosa y exigente. No me apetece enseñar lo que a mí no me gusta, y rara vez me gusta lo que hago.
-¿Y eso es fuente de infelicidad, de angustia?
-No. Es una obsesión que tengo. Cuando me quito el trabajo de encima me relajo. Es como si hubiese un desajuste entre mis gustos y lo que sale a la primera; le doy tantas vueltas a la cosas, que al final encuentro algo y empiezo a trabajar así. Soy intuitiva y para mí es importante la casualidad. Para confeccionar aquella carpeta me empapé de los libros que se estaban haciendo, los había buenos, muy malos y cosas normales, y no era fácil decantarse. Desconoces los criterios que se siguen en este mundo...
-Y ahora, ¿ya los conoce?
-Presenté dibujos de muchos tipos. Pensaba que la clave era la versatilidad, que pudieses adaptarte a textos muy variados. Luego te das cuenta de que lo que les interesa a los editores es un proyecto completo, con un mismo estilo, que es el que hace que se te valore, aunque a mí me parece que el estilo a veces es una cárcel. Prefiero buscar siempre cosas distintas.
-Viendo su trayectoria, parece que todo haya sido coser y cantar.
-No. Hice muchas cosas sueltas: realicé la portada de “Los bandoleros aragoneses” de Adell & García, otra para SM y trabajé un año con Los Titiriteros de Binéfar. Ilustré para ellos el cuento de “Dragoncio”, el cedé “A tapar la calle”, hice alguna escenografía, y entonces conocí a Daniel Nesquens.
-Con el escritor aragonés ha hecho varios libros: “Hasta (casi) cien bichos” (Anaya), premiado en Munich, “Y tú cómo te llamas” y “Kangu va de excursión”.
-Sí, él me puso en contacto con Emilio Pascual y con Antonio Ventura, los editores de Anaya, y desde entonces tengo trabajo sin parar. Tanto que a veces me digo que necesitaría un tiempo muerto, descansar, reflexionar. Aunque no me quejo de nada: la vida del ilustrador es dura.
-Sus dibujos son muy particulares: expresionistas, de tintas oscuras, con un tono naïf, entre el humor y la ingenuidad...
-Me interesa mucho el sentido del humor. Mis dibujos parecen muñecos un tanto ridículos. Los seres humanos somos ridículos en muchas ocasiones. ¿El color oscuro? Es algo inconsciente. Hago color pero luego lo tapo. Me sale así.
-¿Cuáles son sus fuentes?
-Todas. Absorbes lo que ves y lo desarrollas. A mí me apasiona el arte del siglo XX, Chagall, en Modigliani, en Matisse, en Rousseau “el Aduanero”. Esos pintores eran excelentes ilustradores. Pero también me interesa el arte primitivo, el arte medieval, la escultura románica, las miniaturas hindúes, el arte árabe.
-¿Se habrá fijado que ha dicho pocos ilustradores puros?
-Son fundamentales en mi vida. Claro. Pienso en la alemana Rotraut Susanne Berner, autora de “Cuando el mundo era joven todavía”. Anaya acaba de encargarme un ambicioso libro sobre la Navidad y la tengo a ella como referencia. Es fascinante. Pero también pienso en el americano Gary Larsson, que hace viñetas en revistas y periódicos, y practica un humor absurdo y corrosivo; en el frances Eric Battut, en la italiana Beatrice Alemagne.
-¿Qué nos dice de los aragoneses?
-Hombre, Isidro Ferrer y Cano son grandes figuras, pero también están ahí Meléndez, Ana González Lartitegui, Martín Godoy, Silvia Bautista, Javier Solchaga, David Guirao, etc.
-Usted no sólo ilustra. También ha ganado el premio Isabel de Portugal de escultura y pinta.
-La ilustración me hace sufrir, quizá porque se ha convertido en mi profesión. Mi madre se desespera conmigo porque lo rompo todo. Supongo que será como una catarsis hasta que encuentro el camino, pero creo que el artista tiene que divertirse, jugar, soñar. Y eso exactamente es lo que me ocurre con esa actividad mía más secreta.
*Elisa Arguilé acaba de ser galardonado con el Premio Nacional de Ilustración por su trabajo para "Mi familia" de Daniel Nesquens, publicado por Anaya. Y hace muy poco diseñó la portada de "Trescientos días de sol" (Xordica), de Ismael Grasa. Esta entrevista apareció hacia 2002 o 2003 en una contraportada de "Heraldo".
4 comentarios
JESUS ALFREDO ARGUILES DIAZ -
Trabajo en la Secretaria de Educación de Baja California, Mexico.
Bernardinas -
Blanca Bk -
Gracias Antón. ;)
Pepe Cerdá -
Enhorabuena y un beso.