CRÓNICA DEL SÁBADO. EL ZARAGOZA BAJO LA TORMENTA
Hacía tiempo que no era tan feliz en un trabajo. Lo he sido especialmente este fin de semana en Huesca con el equipo de “Borradores”: Gaizka Urresti, Teresa Lázaro, Yolanda Liesa, Carlota Muñoz, Ana Catalá, y gentes que se nos han ido sumando como Marta Horno, Jorge Bautista, Noelia, Elena y otros operadores de cámara. Una gente, unos compañeros espléndidos que forman parte de esa segunda o tercera familia que te da la vida, aunque no quedes para comer ni para salir, ni para hacer viajes de vacaciones. Hablamos con Pepe Escriche, con Elisa Miller, con Vittorio y Paolo Taviani, con Juan Luis Buñuel, con Ángel Garcés, con Senel Paz y Marina Stavenhagen, con Carlos Saura, con Chus Tudelilla y Paco Algaba, con Mercedes Sampietro, con Antonio Lázaro, con Laura Sipán y con Juan Millares, sobrino del pintor Manolo Millares y autor de un documental sobre su obra. El jueves se verá una parte de nuestro trabajo.
En la tarde del sábado, compartí firma de ejemplares con Javier Tomeo, Carlos Castán, Manuel Cortés (nos reveló que le esperaba un amor y eso era inaplazable: me pareció muy bonito que un hombre tan puntilloso y suave, tan vehemente y lírico en sus libros, se dejase llevar así por la pasión), Ángel Petisme y Lorenzo Mediano, que firma por todos, tanto que hasta Javier Tomeo se siente un poco celoso. Firmé media docena de ejemplares de “Golpes de mar”, uno a una niña colombiana afincada en Huesca que es una auténtica “leona”, y ocho de “Veneno en la boca”, que regalé a los lectores y a las azafatas de la Feria. En Huesca todo iba bien, hasta que apareció la tormenta. Y con el vendaval aparecieron los poemas y las canciones de Ángel Petisme, un tanto manco tras un accidente en una mano.
Luego quedé con Cristina Grande para volver a Zaragoza. Estuvimos en un local donde me puse de mal genio. El camarero jefe (me lo habían presentado el día anterior y me habían ponderado su bondad) se incomodaba porque no marcaba en Madrid y sí lo hacía el Real Zaragoza. Milito marcó de penalti, y yo apreté el puño de alegría. El entusiasmo de los zaragocistas le mereció un comentario desdeñoso y una mueca de fastidio sobre “esos cheposos”... En el coche, Cristina y yo apagamos la radio. Hablamos de todo, mientras caían rayos, relámpagos y truenos. Daba miedo el cielo y la carretera, el paisaje era como un espejismo herido de luces fatales, pero quizá teníamos incluso más miedo de pensar que podía estar sucediendo en La Romareda. Hablamos del Festival de Cine, de libros, de novelas, de las pequeñas cosas de la vida. Y cuando llegamos a Zaragoza, encendimos la radio: oímos el cántico de la afición, y adivinamos que el Real Zaragoza iba ganando. Pero el comentarista, Paco Ortiz Remacha (se emocionó el pasado lunes durante la presentación del libro que ha escrito sobre su padre; Luis Alegre estuvo maravilloso. Evocó a su padre también, al locutor desaparecido, evocó a Los Magníficos y a Arrúa, y dijo que “él tenía que hacerse de inmediato de algo que emocionaba tanto a su padre. Es decir, tenía que hacerme zaragocista”), anunciaba que sacaba una falta Beckham, que atacaba Robinho, que remataba Van Nistelrooy, que organizaba Guti..., y apagamos la radio de nuevo. No podíamos contener los nervios. Cuando pensábamos que había acabado todo, no era así, pero Van Nistelrooy había empatado. El final era un mal menor, pero el Real Zaragoza había jugado con bravura, de poder a poder, y estaba muy cerca de Europa, pero asomado a un último enigma: depende de sí mismo y tendrá que puntuar en Huelva. El Celta puede quedarse en Primera tras vencer al Atlético. Soy deportivista también, pero jamás anticéltico.
No había podido estar en La Romareda. Volví con un gran dolor de cabeza. Llamé a Pepe Melero. Estaría con los jugadores, con el presidente Bandrés, con otros amigos; no cogió el teléfono. Hoy me ha contado que estaba en el palco Mariano Gistaín, el actor Armando del Río, la magnífica Emma Suárez, con su gorra de adolescente tras el mayo del 68, y Luis Alegre, ese coleccionista de amores imposibles para los demás. Hace unos días, en el restaurante Don Pascual hablamos de mujeres hermosas e imposibles que nos gustan con Luis y Javier Rioyo. Luis es un experto en hablar de mujeres bonitas; Luis es un experto en hablar de mujeres a secas. Y una de ellas era Emma Suárez. Imposible para los otros, accesible y cotidiana para Luis Alegre. Tan sencilla, con ese atractivo matizado por el tiempo, que se sienta en el palco del Real Zaragoza.
[Tres amigos como Pilar Irala, José Antonio Melendo y Alejandro Cortés siguieron el choque a ras de campo. Pilar y José Antonio me llamaron esta mañana para contármelo... ¡Fue una experiencia maravillosa! Ellos se fijaron sobre todo en el jugador número doce: la afición, bañada ayer por el diluvio, amenazada por los rayos. Mientras escribo esta nota da vueltas y más vueltas el disco de Mister Hyde “Incansable”, que tocarán próximamente en Borradores, e incluso me he atrevido a darme el primer chapuzón del año en la piscina de casa. Esta preciosa foto es de Emma Suárez.]
3 comentarios
Feranndo -
Fernando -
Magda -
Me ha dado alegría escuchar que conoces al sobrino del pintor Manolo Millares, García Ponce lo admiraba mucho y ha escrito sobre él. En el cuento "Un día en la vida de Julia" podrás ver la referencia que hace a sus cuadros. También el gran artista Martín Chirino, al que tuve la fortuna de conocer en Las palmas (gracias a García Ponce pues eran muy amigos) hablaba sobre Manolo Millares. El mundo es un pañuelo.
Un abrazo grande, grande.