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Antón Castro

WILLIAM SHAKESPEARE, SEGÚN LUISA MIÑANA

WILLIAM SHAKESPEARE, SEGÚN LUISA MIÑANA

[Wiiliam Shakespeare ha sido uno de los escritores que más me ha influido. Con Bécquer, García Márquez, García Lorca y Álvaro Cunqueiro. Lo leía ya antes de venir a Zaragoza en 1978 y lo seguí leyendo cuando llegué aquí. Hubo una época de mi vida que quise ser dramaturgo y escribí varios dramas. Un monólogo llegó a las tablas en Santiago; una pieza épica y lírica, “A morte do rei Atanís”, fue distinguida por la Escola Dramática Galega, y la he perdido en alguna mudanza. Mi amigo de Arteixo Xurxo García conserva una copia. Al poco de instalarme en Zaragoza, compré varias ediciones de Losada y las traducciones de Luis Astrana Marín, del que decían que las había hecho en la mesa de la cocina familiar.

A principios de los 80 salieron las versiones rítmicas de Manuel Ángel Conejero: “Macbeth” y “Rey Lear”, entre otras. Se convirtieron en libros de cabecera, en piezas que leí y releí en pleno verano al pie de la piscina del Seminario. Acabo de  ver este texto de Luisa Miñana, esa escritora estupenda, que adora  las palabras, el arte y la poesía, y me ha hecho mucha ilusión. Copio en mi blog este texto y recuerdo aquellos días de finales de los 70 y principios de los 80. Iba tan absorto con “Rey Lear” entre  las manos que, a la altura de los números 70 u 80, de Conde de Aranda, me tropecé con la farola y rompí las gafas. En Ulloa Óptico aún lo podrían atestiguar. La  edición de Círculo de Lectores es espléndida. Un libro para toda una vida. William Shakespeare es como un escritor imposible: uno y muchos, y a veces en esa multitud hay anacronismos e inverosimilitud, y hay, sobre todo, un grandioso e ilimitado poeta. El texto de Luisa Miñana, la autora de “Pan de oro” (Mira editores) está en su nuevo blog: luisamr.blogspot.com]

LUISA MIÑANA

Hace días que quería hablar de un libro especial. Se trata de la edición del "Teatro Completo" de Shakespeare que ha llevado a cabo Angel-Luis Pujante para Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, ilustrada magníficamente por Jaume Plensa. Es, sin lugar a dudas, una edición singular, realizada por ello en gran formato, un libro no sólo muy interesante, sino además muy bello. Ha sido una edición ampliamente divulgada en prensa y en Internet. Pero no me parece exagerado insistir en algunas de sus cualidades.
Angel-Luis Pujante, premio Nacional de Traducción y miembro de la International Shakespeare Association, ha hecho una brillante selección de traducciones al castellano del teatro del autor inglés, que abarcan desde el siglo XVIII a nuestros días. Así, el mérito literario de este libro es doble. Por un lado, reúne el teatro completo de Shakespeare, lo cual siempre es de agradecer. De otro, sirve para apreciar la influencia de ese teatro en el panorama cultural hispano a través del tiempo. La primera traducción de una obra de Shakespeare vertida al castellano la realizó en el siglo XVIII Leandro Fernández de Moratín. Lo usual en esa época y hasta bien adentrado el siglo XIX fue recurrir a las adaptaciones en francés que se habían realizado para la Comedia Francesa, por lo que la traducción de Moratín significó un hito cultural. Esa traducción está incorporada a esta edición. Lo mismo que parte de las realizadas a finales del siglo XIX por los anglosajones Clark y Macpherson, que aportaron su directa y más directa comprensión de ambos idiomas; el primero tradujo diez obras y el segundo llegó a traducir veinticinco. Ambos traductores optaron por respetar la alternancia estilística original que plantea Shakespeare en sus obras, al igual que otros autores del teatro isabelino: verso blanco, verso rimado y prosa, según los parlamentos y los personajes.

También ha incluido Pujante algunas de las traducciones de Luis Astrana Marín, que datan de las primeras décadas del siglo XX y que son, sin duda, las más difundidas de todas, gracias en parte a su edición en los libros de Austral, aquellos que en cuanto tenían un poco de grosor se les iban soltando las hojas, pero que nos han proporcionado tan buenos ratos y la posibilidad de acceder a tantos autores, Shakespeare uno de ellos. El estilo de estas traducciones, realizadas uniformemente en prosa, ha sido siempre objeto de diatriba y calificado de ampuloso y no muy fiel al original. Hay que reconocer, sea como sea, sin embargo, el mérito de Astrana Marín en cuanto a la difusión del teatro shakesperiano.

*La  ilustración no es de Jaume Plensa, sino la "Ofelia" de Millais.




Entre los modernos traductores se encuentran Jacinto Benavente, que se atrevió con “El rey Lear”, Menéndez Pelayo, Alberto Manent, Salvador Oliva que tradujo “Ricardo III”, siendo ésta la primera vez que se publica esta versión de la obra, José Arnaldo Márquez, Luis Cernuda que tradujo “Troilo y Crésida” en verso, Molina Foix, que ha traducido, entre otras, “”Hamlet” y “El mercader de Venecia”- ésta última es la que se incorpora al volumen , Miguel Cané, Rafael Ballester, la azteca Enriqueta González Padilla, Javier García Montes, Jenaro Talens y el propio Pujante, que ha incluido su traducción de “La tempestad”, por la que recibió el Premio Nacional en 1988.

Lo dicho es más que suficiente para hacer de este “Teatro Completo” de Shakespeare un libro de referencia. Resta, no obstante, señalar un mérito añadido, más que notable: las ilustraciones de Jaume Plensa, una de las cuales he traído hasta aquí. Plensa ha realizado un total de 52 obras originales, que aúnan pintura y fotografía. El día de la presentación del libro Plensa explicó que sus ilustraciones no son al uso, porque no ha buscado poner rostro a los personajes de Shakespeare, sino más bien buscar el rostro del alma. Plensa, que ha tenido que abandonar en esta ocasión su habitual formato volumétrico –trabaja sobre todo la escultura- por la expresión en dos dimensiones, lleva toda la vida dialogando con el dramaturgo inglés, según él mismo ha contado, y el resultado para esta obra ha sido una sucesión de rostros inspirados en los libros naturalistas y de viajes del siglo XIX. Entre las caras hay indios norteamericanos, negros, asiáticos e indígenas de Latinoamérica. Estos rostros aparecen como suspendidos fuera del tiempo, fuera del espacio, y bañados en tinta porque, según el artista, tinta es lo que derrochó Shakespeare para crear sus almas. Sobre cada rostro de Plensa cruza un vocablo inglés: country, innocence, humiliation, etc; son palabras escogidas al azar, aunque seguro que Shakespeare las utilizó en algún momento. Plensa realiza una relectura personal y contemporánea del dramaturgo inglés, a cuyo teatro proporciona nuevos hábitats.

Jaume Plensa, que en estos momentos trabaja en un proyecto para la Expo 2008, es uno de nuestros artistas más internacionales. Testimonio de ello son los proyectos internacionales en los que ha participado, como la Crown Fountain de Chicago, la escultura de luz del nuevo edificio de la BBC en Londres o el Clock’s Secret Heart, en la sede del canal NDR de la televisión alemana (Hamburgo). Los originales realizados para esta edición puede verse todavía hasta el 24 de junio en una exposición organizada en el Centro Cultural de la Fundación Círculo de Lectores en Barcelona.
 

5 comentarios

Jordan 6 -

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Fernando -

Te puedo decir Antón que yo que las conozco a las dos es complicado unirlas...no sé casi me va mejor que se sueñen..;);)..un abrazo...tú y yo también nos debemos unos cafés..aunque sabemos que somos reales.

Luisa -

¡ja, ja, ja,...! por dios, Marta, qué va a pensar Antón, con lo sedentaria que yo soy... Tenemos emplazado ese vino, hacemos la invocación juntas, ja, ja,ja (perdón, Antón, por este diálogo por esta especie de intromisión a tus espaldas;)

Y gracias, Antón, por recoger el texto. Me gusta muchísimo la publicación de Círculo, y aunque faltan las traducciones de Conejero, me parece una aportación esencial. Yo creo que posiblemente no se han incluido porque son de las más recientes. Pero no sé. Ah, Shakespeare, qué gozada.

Entrenomadas -

Luisa Miñana. Estupenda escritora a la que quiero un montón y con la que es muy difícil tomarse un café o un vino o nada de nada. Nunca coincidimos. Ella viene cuando yo me voy y así siempre.
Casi es más fácil invocar al espíritu de Hamlet que a Luisa.
Estupendo post.