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Antón Castro

CERVANTES, CÉSAR Y OTRAS COSAS DE GALLEGOS

CERVANTES, CÉSAR Y OTRAS COSAS DE GALLEGOS

Me llega la revista del Instituto Cervantes. Repaso la separata dedicada al IV Congreso Internacional de la Lengua Española, repaso las visitas a los institutos del mundo, veo el cartel de la exposición de “El cómic de  la democracia española, 1975-2006”, que comisaria José María Conget, que vendrá mañana a comer a casa con su inseparable Maribel Cruzado. Unos días antes de ser nombrado ministro, recibí una cariñosa llamada de César Antonio Molina, que aún no sabía que le había dedicado el cuento “Tirnagoescha” de mi último libro: “Golpes de mar”. Se lo había dedicado porque es una glosa de un texto de Álvaro Cunqueiro que él rescató para Tusquets. César me decía que le gustaría que fuera a algún centro Cervantes del mundo; poco después, me llamó Juan Carlos Méndez, el escritor venezolano que trabaja en el Instituto Cervantes en Madrid, y me anunció que a finales de octubre me invitarían con un poeta canario, cuyo nombre no recuerdo, a Casablanca. Me  pidieron que les enviase una selección de textos, y he mandado seis cuentos, entre ellos uno de mis favoritos: “Una lección de fotografía”, sobre Patricio Julve, y otro como “Margarita Artal  a  caballo”, donde aparece también este misterioso fotógrafo. 

Poco días después, recibí una cariñosa nota manuscrita de César Antonio Molina. La siempre afable y eficaz Pilar Lucas ya le había mandado el libro, y le había hecho ilusión la dedicatoria y el texto. Cuando se produjo el equívoco entre mi paisano, y uno de mis dobles a los que no conozco, Antón Castro de Muxía, que fue nombrado director del Instituto Cervantes de Milán, y yo (recibí más de un centenar de felicitaciones) lo conté en el blog. César me llamó con su gentileza de siempre, y me dijo: “Pero, Antón, paisano, ¿dónde ibas a ir tú con siete hijos?”. Y me recordó su gran apuesta gallega: Blanca Riestra a Alburquerque; Ramiro Fonte a Lisboa (pasé una bella tarde con él en Vigo, y con su cariñosa mujer, y con Pepe Cáccamo y con Henrique Rabunhal, en su preciosa casa de libros magníficos); el comisario de arte y exposiciones Antón Castro en Milán; Eduardo Lago, que no ejerce demasiado de gallego y es un magnífico crítico literario y un intenso narrador, iría luego a Nueva York. Insistió César: “Paisano, ¿dónde ibas a ir tú con siete u ocho hijos?”.

Pensé que mi paisano tenía, como Cunqueiro, la bella facultad de la desmesura poética.
Vila-Matas dice que él me ha visto en Milán, ese lugar donde nunca he estado. Sí estuvo Javier Barreiro, que dio una de sus charlas  magistrales de música, de literatura, de raros y marginales, de esas misceláneas sabidurías que acumula..., y se encontró con un delicioso espejismo: mi doble le dijo que buscaba una razón para invitarme al centro. Al historiador y erudito de la Costa de la Muerte  no tengo yo nada que reprocharle. Al contrario: Antón Castro de Muxía es un hombre galante y caballeroso: el primer verano que estuvo en Milán nos ofreció su casa para conocer ese lugar en que me había vuelto invisible o espectral. U otro, sencillamente. Quizá por eso, para evitar estos equívocos sin importancia, me hace ilusión viajar a Casablanca una vez que hayamos puesto en marcha la exposición del Real Zaragoza, las tertulias, las presentaciones de libros. Y me hace ilusión que César Antonio Molina, a quien fotografié en la portalada de la iglesia de Cantavieja hace algo más de una década (con Pisón y Vila-Matas, con Mercedes Monmany y Paula de Parma, y con mi perro azafranado Pluto), haya sido nombrado ministro.

El trabajo y la pasión por la cultura y el conocimiento están asegurados. Su diario “Ver sin ser visto” (Península) es uno de mis favoritos por sus maravillosas historias gallegas: su infancia de fábulas, su encuentro tan  literario con Graham Greene ante la tumba de sin John Moore, aquel inglés heroico que cantó y lloró Rosalía de Castro, sus recepciones a Torrente Ballester (a quien le editó sus textos periodísticos en “Torre del aire”) y a Álvaro Cunqueiro, entre  otras cosas.
 César Antonio Molina tuvo, más tarde, otro detalle de cariño: quiso proponerme para coordinar las actividades del gobierno gallego en Madrid. Con absoluta gratitud y halagado, le dije que no lo hiciera. En aquel momento, acababa de cambiarme de casa, tenía “solo” cinco hijos (dos estaban en un tris de independizarse, pero no por eso diré que tengo tres ahora) e iba a empezar Borradores en la Televisión de Aragón. Además, he perdido casi por completo el contacto con el mundo intelectual de Galicia, hecha la salvedad de Pepe Cáccamo, Xulio Valcárcel, Fernán Vello, Xurxo Lobato, Xan Abeleira, y más bien poco más. Ni siquiera fui capaz de conseguir organizar una presentación de “Golpes de mar”, el libro de mi vida, en A Coruña. Hace muchos años que he dejado de creer en el nacionalismo, aunque no en Galicia.

Recuerdo ahora que cuando inicié en Televisión Heraldo el programa “El paseo”, que realizaba Alberto Gámez, el primer invitado fue él, ese paisano César Antonio Molina que hacía revistas de poesía, antes de la adolescencia, mirando al mar en A Coruña... 

*La foto es de Álvaro Cunqueiro.

3 comentarios

Anton -

Querido Enrique:

Mil gracias por tu afecto. El libro lo publicó Mira Editores en 1992, creo recordar, lleva en la portada la foto de Lucien Clergue. Creo que está agotado, pero sé que hay alguno por ahí aún. Un abrazo. Antón

Enrique -

Antón, la monografía de Alberto Maestro sobre Raúl Aranda a la que hacías referencia en un post anterior, ¿ha sido publicada hace poco?, ¿podrías indicarme la editorial? Es para hacer un regalo. Gracias. Oye, vuelvo a repetirte que te mereces unas vacaciones ¡YA! Este blog, lejos de descansar en verano, está más efervescente que nunca. Y "Borradores" tampoco descansa. Ni todos tus proyectos (exposiciones, etc.) descansan. Ni Antón Castro descansa. Aunque tus seguidores por el blog, la tele, el Heraldo, etc. lo acusemos, pienso que deberíamos montar una plataforma PRO-VACACIONES DE ANTÓN CASTRO ¡YA! Abrazos.

Magda -

Qué maravilla ir a Casablanca, es bellísima, enhorabuena. Comparto tu ilusión y alegría, me da mucho gusto. Además el ir con un poeta canario va a ser estupendo, los canarios son adorables.

Un abrazo muy contenta por ti, Antón, y nostálgica, quisiera poder estar ahi y escuchar sus trabajos y después ir a la gran Mezquita y recorrer las Medinas. Ya llegará el día y nos contarás esta excelente experiencia, la disfrutaremos contigo.