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Antón Castro

HA MUERTO PACO UMBRAL

HA MUERTO PACO UMBRAL

[Me acabo de enterar de la muerte de Paco Umbral. Ultimo un texto sobre el Real Zaragoza, y no me da tiempo de mirar nada. Exhumo este artículo que redacté cuando le dieron el Cervantes. Luis Alegre siempre me decía que había sido el hombre que le había enseñado a amar el periodismo.] 

LA PROSA Y LA VIDA 

Quevedo se hacía más inmenso aún cuando manejaba dos cuerdas de su lira: la de la sátira, que no dejaba títere con cabeza, y la del lirismo, que pulsaba sus dolencias de amor, sinceras y violentas como la desesperación. A Francisco Umbral le ocurre algo semejante. Como Quevedo, es creador/renovador constante del idioma, pero su inspiración se eleva cuando se mueve entre la poesía y el sarcasmo, entre la querencia sublimada y la crítica mordaz. He ahí los dos polos por los que transita la obra abierta, de géneros, fronteriza, del Premio Cervantes.         

Umbral es un escritor compulsivo y un provocador nato. No puede vivir sin las palabras, sin la belleza, sin el detonante de la denuncia o la diatriba. Desde niño se supo llamado a ser escritor; se cruzó con Miguel Delibes en Valladolid, tras una época disipada de vida bohemia, y aprendió los secretos del periodismo y del castellano. A mediados de los 60, auspiciado por el magisterio de Larra, González--Ruano, Valle--Inclán y Proust, inició su vuelo imparable en la prensa y en la literatura.
        

Cronista y memorialista, sostiene que un buen artículo se compone de dos ideas como máximo, una porción de lirismo y otra de actualidad;  de todo ello bien agitado en el cóctel de la prosa y de las imágenes sale una pieza perfecta. Y a él le brotan a menudo desde hace 30 años. La novela convencional, de acción y personajes, no es su fuerte, parece fatigarle. Practica un género híbrido; ha escrito una obra maestra como Mortal y rosa (1975), una narración lírica, repleta de metáforas, en homenaje a su hijo muerto, y ha inventado la novela--crónica, que mezcla el autorretrato, el friso social, la indagación histórica y el relato. Las mejores muestras son La Leyenda del César Visionario, Y Tierno Galván ascendió a los cielos y El fulgor de África.


         Las constantes de su obra son la política, la educación sentimental, la infancia, el erotismo, la sublimación afectiva, y Madrid, que es el teatro de operaciones de una prosa indómita, barroca y mestiza, que no se detiene jamás: con frecuencia se adelanta a la propia vida. En ese sentido, como su adorado Baudelaire, Umbral es un visionario.

*Umbral en moto. La foto es de Javier Campano.

2 comentarios

Blanca Bk -

Es triste una noticia asi.
Poco a poco van muriendo los grandes, aunque Umbral nunca fue santo de mi devoción.
Descanse en Paz.

Antonio -

Vamos a echar en falta mucho,
las columnas de Umbral. Comparto la frase de Luis Alegre, tan certero siempre.
¡Abrazos!