ROBERTO MIRANDA ESCRIBE DE ALOMA RODRÍGUEZ
[Roberto Miranda publicaba ayer una reseña del libro París tres de Aloma Rodríguez en El Periódico de Aragón. Roberto es uno de mis maestros en este oficio de periodista, una de las personas de las que más he aprendido: rebosa curiosidad, voluntad de saber y humanidad. Coincidimos en El día, luego en El Periódico de Aragón y ahora, muy de tarde en tarde, en presentaciones o en los paseos por la ciudad.]
Sinopsis: La protagonista estudia Literatura, quiere ser actriz y se matricula en la Universidad París 3 gracias a una beca Erasmus. Alquila un piso con su novio y cuenta cómo aprende a estar lejos de casa , a vivir en pareja y a disfrutar de las aventuras que ofrece la vida diaria.
Aloma Rodríguez (Zaragoza, 1983) se hace escritora en París sin saberlo. Retrata la vida cotidiana a través de encuentros, libros, besos, cine, bicis, cervezas y estrategias de supervivencia, sin mostrar la mínima fascinación por la ciudad. Ni por nadie. Quizá por algún ser suelto de pasada, un profesor (el capítulo 56 es inolvidable). Pero en su blog ha quedado una traza precoz de cansancio respecto del ser humano y sus fantasmas. Aloma plasma sus impresiones en frases cortas. Frases abruptas muchas veces, golpes de intuición, observaciones certeras. Ella es una estudiante de Erasmus que ha mirado hasta ahora el mundo desde la planta noble de la Cultura universitaria y descubre, ya en la calle y sin remedio, que el mundo de verdad está plagado (también) de espacios asfixiantes y de gente pelma. Y anota, pese a todo, que la importancia de la propia vida es superior a cualquier evocación de la Beauvoir en el Flore.
Que hay que comer y dormir todos los días, y también estudiar y desplazarse. Que muchos días llueve. Que el teatro tiene un espacio y un tiempo para cargar el escenario en furgonetas y para cortar las entradas. Que el mundo real está lleno de jefecillos lacerantes, (la microfísica del poder, que decía Michel Foucault), que muchos pasan por imitadores de Cortázar y lo único que tienen es un París de todo a cien mal puesto en la cabeza como gorro frigio; que los coches y las bicis se estropean y que el sexo, además del amor, tiene como pariente cercano al aburrimiento.
El libro París tres fue presentado esta semana por Ismael Grasa y por Sergio Algora: Hablaron de esa vertiente ácida de la escritora novel, como una forma de defenderse, de seducirnos. "Es un libro de afirmación y de celebración", dijo Ismael Grasa. Aloma Rodríguez ha visto que lo real es lo único que puede ser descrito honestamente sin refugios ni mentiras decorativas. No deja de anotar, (como Knut Hamsum en su novela Hambre), el diario rito de tener que comer, con una persistencia que no le deja abandonarse a flaneurismos. Impresiona ese repaso de notario sobre el clima, sobre la relación cercana, sobre la risa y el sueño, siempre aleatorios.
Pero Aloma mantiene, junto a todo lo dicho, una mirada de niña. Ya no lo es cronológicamente, pero la infancia es más un estado heroico de la conciencia que un tiempo de la vida. Y su blog redactado en la intimidad de París, desde el asombro y la verdad del descubrimiento del mundo, cuando ya no hay camino de regreso posible a la infancia cronológica, puede mostrarse a todos con esa claridad, sin que resulte obsceno en absoluto.
ROBERTO MIRANDA rmiranda@aragón.elperiodico.com
[La foto es de Patricio Julve, ese pariente casi invisible de Juan Mora Insa, Gerardo Sancho, que va y viene por los libros de Antón Castro].
1 comentario
Entrenómadas -
Lo que he leído tiene una pinta estupenda. Mucho
Besos, porque hay muchos besos en estos posts.