POEMAS DE VICENTE PASCUAL RODRIGO
[Vicente Pascual Rodrigo vive aquí al lado, en Utebo. Trabaja despaciosamente en varias direcciones: pinta, reflexiona, sueña laberintos espirituales y escribe poemas. De vez en cuando, si tiene fuerzas, sale a pasear con Ana. Con Ana Marquina: su compañera, su cómplice, el sosiego y la sabiduría lentísima del amor. Desde el balcón de su casa se ve el lecho del Ebro que avanza entre montañas, y los pájaros rasgan el cielo, los pájaros ingresan en la paleta de fuegos y rosas del aire. Es casi una instantánea japonesa, propia de Hokusai, en Zaragoza, cerca de la torre mudéjar. Es casi una visión metafísica. Le he pedido a Vicente que me envíe unos poemas de su próximo libro, que aparecerá en Olifante, con prólogo del poeta y crítico de arte José Corredor Matheos. He aquí una selección de poemas de ese hombre sereno, elegante y apasionado que es Vicente, un hombre que se alza un día y otro día y otro más, con sed de más vida, contra las sombras del tiempo.]
¡Venid,
guerreros, amantes y letrados!
Calentaos en mi hoguera,
que hace frío en esta noche
y quizás no haya mañana.
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Miro al río,
y el cauce que veo
dicen que se muda.
Y el agua que lleva,
que ayer era otra.
No sé qué es un río.
¿Y quién mira al río,
si el cuerpo que arrastro
es siempre cambiante
y la vida en que hoy vive
ayer aún no era?
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Id por el mundo soñando
y si os parece triunfando,
que yo aquí duermo ignorando.
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Por el yermo en el que ando
doy las gracias, doy las gracias.
Es muy seco, es sólo polvo,
siempre finge que está muerto.
Qué bien huele ese tomillo,
cómo huele.
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Miraba el vacío, oía el silencio,
sentía la nada.Y si aquí sólo era ausencia
allí es fresca presencia.
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En la vida nada encuentro
y en la muerte todo añoro.
Mas no hay vida si esta ignora
que es en muerte donde vive,
que es en ella que culmina.
Es por ello que deseo
el vivir mi propia muerte
con los ojos bien abiertos.
Y es que la vida y la muerte,
y también mi bienamada,
son lo mismo, yo eso creo.
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Y cuando venga la muerte
me dirá: ya está.
Le diré: ¿ya está?
Y me dirá: ya está.
*Pruno. Una pintura japonesa del siglo XVIII.
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