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Antón Castro

UNA HISTORIA DEL CIERZO

UNA HISTORIA DEL CIERZO  

Un día me llamó el joven realizador Víctor Forniés para preguntarme por el cierzo. Y por gente que le pudiese hablar de ese viento brutal que puede enloquecer a alguien. Y moldear un rostro y el corazón de las rocas. Y peinar las aguas del Ebro y manosear con furia antigua las ramas de los árboles. Me pareció una idea preciosa: ese aire veloz es una de las características de Aragón. Es un aire que golpea en las esquinas, que empuja las capitanas y las engorda a su paso, con sus torbellinos de polvo. Produce un vértigo inmediato. Obliga a alzar las solapas y a guarecerte en tu propio abrigo. Además, es un viento incontenible y caprichoso que tiene su propia música, su silbo de sierpe. El cierzo está asociado a Aragón y, especialmente, a Zaragoza. Eugenio D’Ors llamó a la ciudad “la novia del viento”. En realidad, debió decir “la novia del cierzo”. Ángel Petisme tiene un disco y una canción que se titulan “Cierzo”. Hay un bar que se llama “El rincón del cierzo”. Pero el cierzo -o “la voz del viento”, como dice Víctor Forniés en su documental- también trae animales de fantasía: el potro del cierzo, la mula del cierzo, el monstruo invisible del cierzo que ha sido arrojado de las nubes en un relámpago o en un rayo. Hace más de un cuarto de siglo, cuando llegué a estas tierras, trabajé en la vendimia en Cariñena. Nos levantábamos a las cinco de la mañana, al clarear; al sexto día, ya no podía moverme. Un atroz lumbago me había inmovilizado en la litera de una nave industrial de Alfamén. Uno de los compañeros me dijo: “Hay que protegerse del cierzo, que es muy traicionero. Te ha dado una gran paliza”.

*Esta foto de refugiados es de Sebastiao Salgado.

2 comentarios

Mónica Gutiérrez Sancho -

Mi padre lo denominaba: "viento circular" porque en una misma calle recta y corta te podía golpear a traición de frente y por la espalda en cuestión de segundos, en ocasiones incluso a la vez...
Un abrazo

Ferrer Lerín -

En la oscense Canal de Berdún hay varias pequeñas fincas llamadas Cercito, siempre en ligera pendiente y orientadas al NW. Son espacios yermos que cuando no son quemados permiten la nidificacíon de una escasa especie: el Aguilucho lagunero. Parece claro que el topónimo "Cercito" remite a "Cierzo".