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Antón Castro

LETRAS POR TIERRA, MAR Y AIRE

LETRAS POR TIERRA, MAR Y AIRE

  Algo se mueve en la literatura en Aragón. Por tierra, mar y aire. Vivimos una auténtica Edad de Oro, y no es ésta una opinión interesada o subjetiva. Nunca hubo tantos escritores, tan diferentes entre sí y con tanto eco en nuestro territorio, en España y, con mayor o menor alcance, en el mundo. Anteayer se veía una excelente confirmación con Agustín Sánchez Vidal y con Luis del Val, vencedores del Premio Primavera de novela. Los autores oscenses están contribuyendo notablemente a este gran momento. En poco más de dos o tres meses coinciden un manojo de libros –disparejos, autónomos, con el aroma delicioso de paisajes idílicos y dramáticos…- que no deben pasar inadvertidos al lector. Y lo mejor: hay más. Algunos más de auténtico mérito.

Empezaremos por uno, aún fresco de intención y de tinta: “España” (DVD) de Manuel Vilas, un mosaico híbrido y muy libre, a menudo tan antojadizo como la desbordada imaginación del autor de Barbastro. Por sus páginas desfilan desde Fidel Castro o Juan Carlos I hasta Jesucristo, Patty Smith, Kafka, Lou Reed, su propio editor Sergio Gaspar o una ninfómana. Quizá el fragmento más humano y tierno sea el dedicado al poeta e impresor Luciano Gracia Bailo. Ramón Acín publica “Muerde el silencio” (Algaida), una novela donde narra la vida de los montañeses, la existencia llena de sobresaltos de tres mujeres (abuela, madre e hija) y aborda también el conflicto entre la ciudad y el campo. Oímos el cántico de los ríos, el temblor de aire en las plantas, la resonancia de las montañas, percibimos los amores imposibles, tempestuosos, mudos como un peñasco inabordable.

“Pirineos, tristes montes” (Xordica) de Severino Pallaruelo es la reedición de un puñado de cuentos, de atmósfera real y a la par legendaria. El conjunto se lee como una topografía de hábitos y de temas del Pirineo. Hay historias de tiones, de emigrantes a Barcelona, de embarazos que se ocultan, de grotescas rivalidades, de escolares, de la Guerra Civil. La Guerra Civil, tan inolvidable, es el tema de un deslumbrante estudio, conmovedor e intenso, de José María Azpíroz: “La voz del olvido” (Diputación de Huesca, 2007). Conversó con más de 200 personas, indagó en los archivos, recuperó procesos, halló fotografías, contó con ayuda de familias, y así ha logrado armar un trabajo definitivo lleno de detalles, de violencia, de injusticias, de puro terror, de fusilados que fueron ejecutados hasta dos veces o acarreados hacia las tapias del cementerio con nocturnidad, silencio sepulcral y alevosía, como el escultor y pedagogo Ramón Acín.

No podemos olvidar otros libros: “Leyendario. Criaturas de agua” (Tropo) de Óscar Sipán, un escritor que elabora fantásticas y delirantes ficciones, matizadas por un hilillo de ironía, de desmesura y erudición. “El perfume de las higueras” (Prames, 2007. Premio  Ínsula del Ebro) es una nueva aportación de Damián Torrijos, una historia que transcurre en Zaidín y que aborda la llegada de nuevos emigrantes a esa zona y también se hace eco de una vida tan arrolladora como salvaje a orillas del Cinca.

Carlos Castán recuperaba “Museo de la soledad” hace unas semanas en Tropo, y ahora publica “Sólo de lo perdido” (Destino, 2008), 18 piezas que retratan a criaturas erráticas, sin norte, pero que avanzan, con dolor y espanto, en la expedición de la vida. Castán evoca películas como “Verano del 42” sobre la revelación del amor y el sexo, mira hacia Cuba y hacia unos años de sueños y de pasión cuando se muere Antonio Gades, cuenta amores desolados y extravíos de taberna, como “La buena suerte”, un microrrelato magistral. El resultado es un libro equilibrado de matices y repleto de cicatrices y de jirones.

Entre otros, ya comentados por extenso semanas atrás, tampoco aquí podemos olvidar a Javier Tomeo y su novela “Los amantes de silicona” (Anagrama, 2008), y “Trescientos días de sol” (Xordica, 2007), los cuentos de Ismael Grasa que han recibido el Premio Ojo Crítico de RNE.
 

*Este artículo apareció ayer en la edición de Huesca de Heraldo de Aragón, en cuyas páginas me acogen amablemente, casi todos los viernes, Mariano Gállego y María José Villanueva y su equipo. La foto es de Ramón Acín y su esposa Conchita Monrás, fusilados en su ciudad de Huesca en 1936.

3 comentarios

rosa -

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Suso Lista -

Xa vexo o prolíficos que son as xentes de Aragón cando se trata de contar e transmitir, e tamén estás ti pra ternos ao día. Apertas

Mariano Ibeas -

No olvides, Antón la novela de Luis Bazán Aguerri, también relativamente reciente; "Hijos de la Niebla, heredaréis la nada" es un fresco impresionante de una saga familiar de tres generaciones en el Aragón del
último siglo, que debería señalarse también.
Un abrazo
Mariano Ibeas