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Antón Castro

CARLOS CASTÁN, ESTA TARDE EN LA FNAC

CARLOS CASTÁN, ESTA TARDE EN LA FNAC

"SOLO DE LO PERDIDO": CASTÁN

 Y LAS CICATRICES DEL TIEMPO

Llevaba Carlos Castán algunos años sin publicar un ambicioso libro de ficciones. Entre otras pequeñas joyas, publicó un “Cuaderno de Tournefeuille” (Ayuntamiento de Huesca, 2007), en un volumen escrito a dos manos con Hélène Duffau, autora de la otra mitad, “Zarza ou huit tours à Huesca”, y algunos cuentos sueltos, construidos con esa maestría que él posee, con esa sentimentalidad herida, con ese barniz de melancolía y de tormento íntimo. Carlos Castán, autor de “Frío de vivir” y “Museo de la soledad” (reeditado estos días por Tropo), es un estupendo cuentista: crea atmósferas, evoca el pasado, parte en pos de los amores perdidos, narra conflictos de pasión y pérdida, reconstruye los pasos y las huellas de la memoria con un lenguaje poético, repleto de belleza, de intensidad y de sorpresa.  

Esta tarde, a las 19.30, en la FNAC, en compañía de Pilar Lucas, responsable de comunicación del sello Destino, e Ismael Grasa, presentará su nuevo libro: “Sólo de lo perdido” (Destino), una colección de 18 relatos cuyo tema central serían las cicatrices del alma de un sinfín de personajes errabundos, fuera de sitio, que van y vienen por la soledad y los sueños, por el agrio y a la vez gozoso tránsito de los amores perdidos. Y también de un adolescente (que da la sensación de parecerse mucho al autor) de los 70 que descubre el mundo, la política, el sexo.

Carlos Castán, ahijado en la técnica del relato de Cortázar, habla de la pasión, del miedo, de las sombras del ayer, de la imposibilidad de prolongar los afectos, de la permanente idea del otro, que es sombra turbadora y enemigo que acosa.
 En casi todas las narraciones hay un misterio, un asombro, una perplejidad, el trallazo de un escalofrío: pensemos en “La visitas”, en el maravilloso relato “El aire que me espía”, que propone una mitomanía en torno a Ellen Barkin y otras mujeres reales con un trasfondo dramático; hay un homenaje a Cervantes y a su pastora Marcela. Uno de los textos más inquietantes, cotidiano y a la vez mágico, casi de pesadilla, es “El pozo”, esa peripecia de amor imposible en una noche en el castillo de Loarre. Por distintas razones, me ha encantado “La noche y el verano”, una historia que hace pensar en la película “Verano del 42”, con muchas sorpresas, casi irónicas y grotescas, y una admirable tensión narrativa y léxica. Y, entre otros, el último cuento, “Hasta siempre” recrea, a propósito de la muerte de Gades en Cuba, un tiempo de sueños, de militancia, de esperanzas, de febriles amores, con una banda sonora de fondo que, en el fondo, quizá sea la de todo el libro: algunas canciones de Silvio Rodríguez. 

“Sólo de lo perdido” (Destino: Áncora y Delfín), que debe su título al verso de García Calvo, habla de pérdidas, de imágenes que parecían idas y que vuelven una y otra vez como el oleaje de la conciencia, habla de espectros, de dolores, de muertes y de variados paisajes, en Madrid, en Barcelona, en Huesca, en el pantanoso territorio de los delirios y las quimeras. 

Sólo de lo perdido. Carlos Castán. Destino: Colección Áncora y Delfín. Barcelona, 2008. 192 páginas. [Presentación, esta tarde, a las 19.30, en la FNAC. Con Pilar Lucas e Ismael Grasa.]

1 comentario

Vicente -

Leí hace tiempo «Museo de soledad» y «Frío de vivir» y me quedé helado y petrificado. Me encantó. Espero que esta obra surta el mismo efecto.