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Antón Castro

LUIS GALVE CUMPLIRÍA HOY UN SIGLO

EL TALENTO EXCEPCIONAL Y LA SENCILLEZ

PERFECTA DE UN PIANISTA 

El pianista Luis Galve (Zaragoza, 10.03.1908-4.02.1995) hizo su carrera de intérprete elegante y hondo, de impecable fraseo musical, a lo largo y a lo ancho de medio mundo: actuó en más de 60 países y realizó más de 3.000 conciertos. Finalmente, volvió a Zaragoza. Aquí impartió sus últimas lecciones como profesor y dio su último concierto en el Teatro Principal donde, 80 años atrás, había iniciado su carrera, cuando aún no llegaba bien a los pedales.Niño prodigio que deslumbró a Arthur Rubinstein y también al violinista Julio Manén, se marchó a Madrid, luego a París, donde estudió con Isidor Philip, maestro del inolvidable Vladimir Horowitz.

En Zaragoza, antes de su partida, tomó lecciones con Guadalupe y Rafael Martínez; en Madrid, con José Balsa y Julia Parody. En París frecuentó a Joaquín Nin, el padre de la escritora Anaïs Nin, y de vez en cuando, en sus retornos a Madrid, se dejaba caer por la Residencia de Estudiantes, donde soñaban, pintaban y escribían García Lorca, Dalí, Buñuel, Pekín Bello o Moreno Villa. Nin, a quien Galve definió como “mi gran protector y eminente músico”, le sugirió que se incorporase al cuadro de baile de Antonia Mercé, “La Argentina”, y se convirtió en su pianista de acompañamiento, pero además ella le permitía tocar un repertorio especial en solitario integrado en su espectáculo.

Combatió con el ejército republicano, en el que hizo labores de telegrafista. Estuvo en distintos lugares de la contienda, entre ellos en Belchite. Hacia 1947, decidió marcharse de España, cuando ya era Premio Nacional de Piano (1945), y había logrado recomponer su vida. En Argentina encontró a una joven, hija de un científico y profesor yugoslavo, Georgina Jelicié, que lo acompañaría durante toda su vida en cada aventura, en cada concierto de Mozart, Albéniz, Mompou o Falla (a quien había conocido mucho; su correspondencia se extravió en un cofre en uno de los traslados en barco), y en aquella intimidad compartida que los llevaba en un Citroën Tiburón en dirección al mar. Luis Galve residió entre 1947 y 1954 en Buenos Aires, México, Puerto Rico, donde asistió a los Festivales de Música de su gran amigo Pau Casals, y en Ecuador. En todos esos países desplegó una importante carrera internacional, paralela en muchos casos a las magníficos intérpretes españoles como José Cubiles, Ricardo Viñes, José Iturbi, y tantos otros. En 1954, se trasladó a París, y casi dos décadas después se afincó definitivamente en Madrid, donde volvió a encontrarse con viejos amigos como Quesada, Camilo José Cela, Andrés Segovia, Joaquín Rodrigo. En ese periodo tocó bajo la batuta de grandes directores de toda Europa.        

Grabó numerosos discos de Scarlatti, Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Brahms o Heitor Villa-Lobos, pero también de Manuel de Falla, de Joaquín Turina o Isaac Albéniz. Falla elogió su interpretación de “El amor brujo”. Recibió el premio Nacional de la Música poco antes de morir, en 1993, y fue Hijo Predilecto de Zaragoza, así como Premio Aragón de las Artes, entre otros muchos honores. El Auditorio de Zaragoza cuenta con una sala Luis Galve, con capacidad para algo más de 400 personas.

Luis Galve fue un excelente pianista, de él se escribió que “poseía un talento excepcional y una sencillez perfecta”. Su auténtico compromiso fue con la música, pero estuvo en los lugares claves de la vida cultural del siglo XX. Y ha dejado algunas páginas muy evocadoras de su época con Antonia Mercé. Su vida fue llevada a la televisión por Joaquín Vera, con un guión de Alfonso Zapater.

Luis Galve esbozó así su mejor autorretrato: “Mi carrera no ha seguido un método concreto. Nunca he tenido un repertorio de especialista, sino más bien vasto y ecléctico. Decían que tocaba muy bien a los clásicos: Mozart, Haydn, Scarlatti, Liszt. Una de mis grandes pasiones ha sido siempre la música española; he intentado abordarla con naturalidad, sinceridad y gracia. Me he dejado llevar por la intuición y la libertad, desde el dominio de la técnica. La libertad es esencial y he creído en el arrebato de la inspiración, esa luz interior que te llega y te empuja como un misterio repentino”. 

*Esta tarde, a las 20.15 horas, dentro del ciclo “Grandes Solistas. Pilar Bayona”, el pianista polcado de Katowice Krystian Zimerman rendirá homenaje a Luis Galve. El acto será presentado por la periodista María José Cabrera.  

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