ALFONSO ACERETE: UN POEMA DE AMOR, LLUVIA Y VIENTO
Me pasé un instante por Heraldo. Quería recuperar el libro de David Lozano: El Viajero, la primera entrega de la trilogía “La Puerta Oscura” (SM), un proyecto muy ambicioso que empieza con gran fuerza y con una insólita imaginación que deriva de inmediato hacia el terror. Y allí me encontré con un obsequio de Alberto Acerete de la Corte, nombre que tiene algo de pseudónimo ingenioso y transgresor a la vez, que ha sido el I accésit del premio Delegación del Gobierno con El universo femenino del esperma, un libro un tanto extraño que mezcla la prosa y el verso, y que recoge influencias y ecos, e incluso glosas, de autores como Fernando Pessoa, Miguel Hernández o García Lorca, entre otros. También es citada en varias ocasiones la joven poeta Almudena Vidorreta y su plaquette Tintación.
Alberto Acerete también pertenece a esa joven generación que llama Zeta a Zaragoza, termino que acuñó Manuel Vilas en su híbrida novela y que ha hecho fortuna especialmente entre los jóvenes. A mí, lo reconozco, me cuesta mucho aceptar esa denominación que tiene tanto eco: prefiero que sea Zaragoza o la “novia del viento”. O la ciudad del cierzo. Zaragoza, una de las ciudades de las que me he enamorado de manera absoluta…
Copio aquí uno de los poemas de Alberto Acerete, que no ha superado el trauma de su compleja relación con Bécquer y la poesía, según él confiesa en su biografía. Él, en su perfecto derecho, no ama a Bécquer.
Que la lluvia nos lame las entrañas
con su lengua que lija, su lengua que araña
y está aprendiendo a cortar.
Que las gotas vivas
nuestro cuerpo traspasan,
como si fuera la caliza
quien las empieza a llorar.
Y que la fuerza y nuestras ganas
buscan riego en el deporte:
rapel, cuerda
y al final el golpe.
Al final
no siempre está el golpe
(al final
no siempre estará tu golpe),
ni aunque el viento sople…
*La foto es de Diane Arbus. Fue tomada en 1965.
2 comentarios
David -
Alber -
¡Un abrazo!