CARTAS A MAMÁ*
Mi madre cumplía hace unos días 80 años. Mi madre: Carmen de Castro, hija de soltera allá en el pazo agrícola de Viñán (Arteixo-A Coruña), un lugar casi mágico que poseía manzanos y abejas, cerezas e higueras, a la sombra de una inmensa colina donde se decía que se habían encontrado huevos de oro. Cuando yo era niño, mi padre se marchó al extranjero, como el protagonista de la película de Carlos Iglesias. Nunca escribió tantas cartas como entonces. Leíamos sus epístolas como quien lee los cuentos de un aparecido en medio de la tormenta. Ante las llamas del hogar, mi madre se deshacía en lágrimas, que le empañaban los sentidos y le impedían leer aquellas frases que hablaban de los jardines en que trabajaba mi padre, de su condición de barbero de sábado, de peón de albañil, de cocinero improvisado. Una vecina, con alma de rapsoda y cintura de bailarina, leía las cartas, y decía con melancolía: “Si esto no es amor…” Mi madre llevaba la vaca al prado, trabajaba en las fincas a jornal, discutía con los hombres el precio de los terneros y, casi todos los sábados, me llevaba a ver “Sesión de noche”. Debíamos atravesar un campo de maíz, y el viento agitaba los tallos con un filoso rumor de espanto. Yo había pasado miedo en la taberna, volvía a pasarlo al volver a casa y seguía, tiritando, desvelado hasta que mi madre decía: “Cierra esos ojos de caballo grande, y descansa. ¿Qué diría tu padre?” Hace treinta años me fui de casa. Mi madre lloró, muda de palabras y asombro. Hace pocos meses sufrió un amago de infarto y perdió movilidad en una pierna. Resumió así su infortunio: “Ya nunca seré la misma. Me he hecho mayor”.
*Julio Cortázar ha sido uno de los escritores decisivos de mi vida, al final de la adolescencia y cuando llegué a Zaragoza. A mis hijos Daniel y Aloma les contaba cuentos de Cortázar en los montes de Javalambre, allá en Teruel. Uno de aquellos cuentos se titulaba, creo recordar, “Carta de una señorita de París”; otro: “Cartas a mamá”, o “Cartas de mamá”, no recuerdo con exactitud. Este texto apareció ayer en Heraldo de Aragón. La foto es de Virxilio Vieitez.
6 comentarios
vane -
May -
Luisa -
Cuídala.
Un beso.
Blanca -
Un beso grande para ella y otro para tí.
Magda -
Seguro estás feliz y orgulloso de forma parte vital de tan bella señora.
Un abrazo con cariño para ella.
Fernando -