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Antón Castro

FRANK SINATRA, A LOS DIEZ AÑOS DE SU MUERTE

FRANK SINATRA, A LOS DIEZ AÑOS DE SU MUERTE

¿Sabemos de veras quién fue el comunicador por excelencia, aquel italiano más bien bajito y rencoroso que enamoró al mundo con sus canciones y con el magnetismo lírico y belicoso de sus ojos azules? ¿Sabemos en verdad quién fue Frank Sinatra? La respuesta, tras tantas páginas dedicadas a su muerte, debiera ser necesariamente afirmativa: conocemos ya vida y milagros del intérprete de Strangers in the night. J. Randy Taraborrelli conoce aún más vida y milagros del cantante y los ha expuesto en una voluminosa biografía donde está todo: el hombre y su obra, sus múltiples paradojas, una existencia al desnudo, en la que no se obvian los aspectos más escabrosos. Su promiscuidad, su áspero y voluble carácter --una de sus frases favoritas era "no intentes hacerme cambiar"--, su crueldad, su romanticismo constante (quien lo vivió más de cerca parece haber sido Mia Farrow: ella curó al sátiro vencido de sus males de impotencia y eyaculación precoz), su relación con la mafia, que la hubo tanto con Lucky Luciano como con Sam Giancana o con el modesto ex--boxeador de barrio Hank Sanicola, o la conmovedora ternura que era capaz de manifestar hacia una mujer como Marilyn Monroe: le interesó como pasatiempo sexual en ocasiones, pero antes la acogió en su casa y la consoló como un hermano de su separación de Joe di Maggio. Muchos días después, Marilyn solía pasear desnuda por la casa, se encontraron al alba ante la nevera y pasó lo que cabe imaginarse, pero le inspiró buenos sentimientos y barajó casarse con ella para que fuese respetada de una vez por todos, incluso por los Kennedy.

         Nació Frank Sinatra en los bajos fondos de Hoboken (New Jersey) en 1915. Sus padres habían sido engañados por unos impresos que habían llegado a Italia anunciando el paraíso, nada les hizo imaginar que tendrían que luchar duramente por sobrevivir. Marty, su padre, había sido un boxeador profesional, solitario y tímido, que anduvo de aquí para allá arrastrando un tos cargante, que apoyó a los contrabandistas de licores en los tiempos de La ley seca y que abrió una taberna. Igual que su hijo --Sinatra adoraba a su progenitor--, fue un hombre escindido: dulce e irascible a la vez, alcohólico y atrevido. Se fugó con su novia Dolly Geravente, ante la oposición de sus futuros suegros. Se casaron por lo civil y luego, ante la bendición de sus respectivas familias, pasaron por la vicaría. Dolly era una mujer con agallas y siempre mantuvo una relación especial con su hijo. No soportaba que ninguna otra mujer lo maltratase o lo considerase "una basura", y esa sensación la tuvo ante la fuerza y el agrio genio de Ava Gardner. Llegó a ser candidata a alcaldesa, practicó abortos clandestinos que le trajeron algún desprecio y regañó y protegió hasta el fin a su vulnerable hijo.

         ¿Cómo era en realidad el niño Frankie? Taraborrelli anota diversas versiones. Para unos era "el niño más tranquilo del mundo", y otros le aplicaban esta frase: "cuando lo cabreas, jamás olvida". Es cierto, Sinatra fue rencoroso toda su vida, incluso si él había sido el agresor, como han recordado Lana Turner con quien tendría una relación fugaz que se resumiría en "Sexo. Sexo. Sexo", o Lauren Bacall. Tenía su orgullo: lo llamaban Cara marcada porque siempre andaba metido en peleas. No resistía el menor insulto, macarroni por ejemplo, y no le importaba enzarzarse en una gresca, de la que nunca salía bien parado. Era caprichoso y colérico. O estaban con él o contra él. Desde muy joven, sintió una gran afición a la radio, y Bing Crosby y Russ Columbo fueron sus cantantes favoritos.

         Pronto se iba a revelar como un gallito. Abandonó los estudios ante la desaprobación de su padre, que quiso infundirle la idea del sacrificio y lo llamó por primera vez "perdedor". Aquello fue un acicate y un insulto intencionado que hirió al joven, que trabajó sucesivamente en los astilleros, en las cámaras de refrigeración de los cargueros y como camarero. A la vez demostraba una habilidad innata para las conquistas: intimaba con las chicas en el callejón trasero. Aquí el autor no teme ser morboso y no excluye detalles más bien íntimos: el generoso tamaño del pene y su resistencia durante el acto sexual. "Puede hacerlo durante horas y horas", confesó Ava Gardner. Una de sus primeras amantes, Nancy Venturi fue así de explícita: "Estaba muy orgulloso de su miembro. Solía balancearlo en el aire y llamarlo Gran Frankie. No todo se reducía al tamaño de su pene... Era mucho más que eso".

         A la par iniciaba su carrera como músico en la radio, en fiestas o en clubs de carretera, y en 1939 hizo su debut con la banda de Harry James. Ya entonces, cuando era un don nadie, se consideraba el mejor cantante del momento. Algo que empezó a demostrar de veras al ingresar en la orquesta del rudo y genial Tommy Dorsey. Los miembros de la banda cuchicheaban de aquel tipo tan engreído, que tenía verdadera obsesión por la limpieza, hasta el punto de que lo llamaba Lady Macbeth. Sinatra firmó un contrato leonino por el cual debería pagarle por vida a Dorsey el 43% de sus ganancias. El cantante anunciaba "que iba a ser la estrella más grande del país". Su primera mujer Nancy Barbato le ayudaba a su manera, la había seducido a la luz de la luna cantándole canciones con el ukalele. Con Dorsey aprendió muchas cosas y logró convertirse en un número uno: aprendió a respirar disimuladamente por la comisura de los labios y a aprovechar la violenta respiración para transmitir angustia o emoción. Además empezó a manejar el micrófono destilando erotismo y miraba con sus ojos penetrantes y azules a alguien, que parecía caer fulminado de amor. Tenía las mujeres que quería: Toni Francke, la citada Lana Turner, Laura Lee Luango, que le transmitió una gonorrea. Y luego Ava Gardner, que fue su gran amor y su pesadilla constante. La historia de ambos tiene mucho de tragedia: dos caracteres fuertes, egoístas, veleidosos en el amor, crueles e irresistibles. Cuando la vio por primera vez, en 1945, dijo Sinata: "Voy a casarme con este bombón". Lo hizo, se amaron y se odiaron, se engañaron (Ava con John Farrow, padre de Mia, con Mario Cabré y con Dominguín, entre otros), y se reencontraron años después cuando Ava estaba prisionera del alcohol y de un energúmeno insoportable que destrozaba "al animal más bello del mundo" a mamporros. A mediados de los años 50, Sinatra lo padeció todo: adicción al alcohol y las drogas, tentativas de suicidio y un éxito inesperado en medio de una gran crisis musical: la película De aquí a la eternidad.

         El libro registra un poderoso anecdotario que no podemos resumir aquí. Sí querríamos traer otro episodio impresionante: la relación entre Lauren Bacall y Sinatra. Ella llevaba once años de felicidad con Bogart, uno de los hombres que más idolatraba el cantante. La admiración era mutua, pero cuando Bogie contrajo el cáncer, Sinatra y La flaca mantuvieron una romance muy ardoroso y secreto. Bogart estaba incapacitado para el sexo. En 1957 murió Bogart  y un día Lauren Bacall reveló su secreto, cosa que le molestó profundamente a su amante y ya novio oficial y la dejó para siempre. "Me sentí morir. Mi humillación fue indescriptible", confesaría Betty años después.

         Hay muchas más cosas: las orgías con Dean, Sammy Davis y cantidad de mujeres, los contactos con Kennedy --Giancana intentó chantajear al presidente, que yacía hasta con tres mujeres a la vez, y se sirvió de Sinatra--, el encuentro con Mia Farrow, sus películas de cine (El hombre del brazo de oro o Papa Joey, en las que coincidió con otra de sus amantes: Kim Novak) y la paz final con Barbara Marx. En medio, y eso ha sido lo más importante, sus canciones, el modo de interpretarlas, la hermosura de su dicción, el mensaje. Una vez dijo: "Sólo me interesan las letras".

         Un escritor resumió esta existencia envidiable, con luces y sombras, así: "Frank Sinatra es tan imposible de analizar como la electricidad".

*Frank Sinatra y el gran amor de su vida Ava Gardner. Un amor tan real como imposible.

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