RUBÉN LORENZO: CONCIERTO Y ENTREVISTA
[El próximo martes, día 3, a las 20.00 en el Auditorio de Zaragoza, el magnífico pianista Rubén Lorenzo ofrecerá un concierto dentro de la conmemoración del primer centenario de la Sociedad Filarmónica de Zaragoza. Rubén interpretará Cuatro baladas de Chopin, Tres sonetos del Petrarca y la Rapsodia española de Franz Liszt. Rubén Lorenzo es profesor de piano en el Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza, y es fundador y presidente de la Asociación Aragonesa de Intérpretes de Música. Ha grabado, entre otros álbumes, Sonatas para violín y piano de Mendelssohn, Goyescas de Enrique Granados y Sonatas de violín y piano de Beethoven]
ENTREVISTA RUBÉN LORENZO
-Cumples 25 años como pianista profesional. Qué reflexiones, qué recuerdos se te agolpan al mirar hacia atrás.
Me viene a la mente muchas cosas, pero quizás la sensación que más me viene a la cabeza sea el calor y la generosidad del público en mis recitales, el sentir que están contigo a las duras y a las maduras. Es reconfortante y estimulante ver que el público ha apreciado el trabajo que supone preparar un recital.
Tengo en mi mente horas y horas estudiando programas muy complejos en una desesperación casi infinita, y que luego he visto recompensada.
-Si tuvieras que buscar una sensación, una palabra, una idea que definiese este cuarto de siglo, cuál sería, cuáles serían.
Imagen, imagen y más imagen. En todos los ámbitos, y haciendo un símil con el arte, creo que vivimos una época de exaltación de la forma y hay una dejación de las ideas; la forma de hoy en día es la imagen. Esto es valido en el ambiente musical también. Tampoco esto tiene porque ser totalmente negativo, pero tengo el convencimiento de que lo que hace evolucionar el mundo son unas pocas personas que no se ven, precisamente.
-Recuerdas como fue el concierto que consideras el primero, el que supone el punto de arranque. Háblanos de sensaciones, de la atmósfera, del público, de la sala, de tu estado de ánimo.
Mi primer concierto fue en el club Calibo, que actualmente ya no existe. Anteriormente yo ya había actuado en audiciones y conciertos de alumnos en el Conservatorio, pero este concierto era un reto para mí porque suponía presentarse al público fuera de ese ámbito precisamente.
Recuerdo en el programa obras de Chopin, Mendelssohn, Liszt , Stravinsky y Beethoven. Pero lo que más grabado se me ha quedado en la mente, es el ambiente cálido y acogedor que allí había. Tenían un piano Steinway pequeño pero estupendo y con un sonido muy hermoso. Lógicamente, yo me sentía muy acongojado, pero por otro lado muy arropado por todas las personas que allí acudieron. La crítica de la prensa fue estupenda. Recuerdo este concierto con mucho cariño.
-¿Eras consciente de la responsabilidad, te decías íntimamente ‘quiero ser intérprete’?
No. A esa edad no eres consciente de que va toda esta historia y lo que se te viene encima. Respecto a lo de que quería ser intérprete, ya era consciente desde años atrás, en la infancia.
-Viajemos en el tiempo. ¿Cómo empezaste a vivir la música, cuándo te diste cuenta de que había algo especial en ella? -¿En qué momento te inclinaste hacia el piano’¿Recuerdas por qué?
Mi padre estudiaba piano, allá por los años 60, con Trinidad Castillo, discípula de Ángeles Sirvent Estudió varios años, pero no llegó ha realizar la carrera de piano. En cualquier caso, él me sentó al piano, después de intentarlo previamente con mis cinco hermanos mayores. Mi hermana pequeña también estudió unos años conmigo.
Pero lo que yo si recuerdo que más me inclinara hacia el piano, es que mi padre escuchaba mucha música y especialmente de piano. Con los años me he dado cuenta que esto ha sido lo decisivo en mi vocación.
-Inicias los estudios en el Conservatorio. Por entonces, andaba por allí Pilar Bayona. ¿Llegaste a verla, hablaste con ella, asistías a alguno de sus conciertos?
Yo realicé los estudios de grado profesional en el Conservatorio con Julieta Bel. Por entonces Pilar Bayona daba los cursos de virtuosismo. Desgraciadamente falleció cuando yo estaba en el último curso de grado profesional y no pude recibir clases de ella. Tengo una foto que aparece ella en alguna mis actuaciones del Conservatorio.
Nada más fallecer Pilar Bayona, marché a estudiar a Madrid con Pedro espinosa. Es a partir de esta época y al ganar la I Beca Pilar Bayona en el 1984, cuando mantuve una estrecha relación con su hermana Carmen Bayona y también con su sobrino Antonio. Durante muchos años, fui a estudiar a su casa en su piano y Carmen me dejo mucho repertorio de su hermana, difícil de encontrar y que he tocado en conciertos varias veces. Recuerdo también durante esa época mantuve mucha relación con el crítico de este periódico Eduardo Fauquié, muy vinculado a Pilar y que poseía una discoteca impresionante. Eduardo Fauquié me apoyó muchísimo en mis inicios como concertista.
-Por cierto, cuando te inclinaste hacia el piano, ¿ya conocías la gran tradición pianística de Zaragoza con Galve, Del Pueyo y Pilar Bayona?
Si, por supuesto. De joven yo creo que asistía a todos los conciertos que había en la ciudad. Recuerdo especialmente las Jornadas Culturales del Ayuntamiento donde actuaban con un par de conciertos cada uno de ellos. Eran unos conciertos entrañables.
-¿Qué tiene el piano, cómo lo defines tú?
El piano es uno de los instrumentos más completos que existen, por ello ha tenido la evolución tan extraordinaria que ha tenido. Ningún instrumento tiene la variedad y calidad de repertorio del piano como solista. Los demás instrumentos participan más en la música de cámara u orquestal, y es en este ámbito donde los respectivos compositores han demostrado su genialidad. Esta completitud del piano quedó demostrada en el siglo XIX, cuando, al no existir la grabación sonora, fue el instrumento de difusión de la música clásica.
Sigamos: hablemos de la formación. ¿Cómo se aprende el piano, qué se precisa?
Yo diría más bien como se aprende música. El piano es un medio para hacer música y la música es un lenguaje. Por lo tanto, hay que empezar a aprender de la misma manera como se aprende un lenguaje: empezando a escuchar mucha música, de todo tipo. Esto es lo más importante. Es el mismo proceso que cuando se aprende a hablar y a escribir: un bebé primero escucha. También es importante, que la música que escuchen sea de buenos intérpretes, que no todos los que nos dicen las discográficas lo son. Si escuchan a buenos intérpretes el discurso musical se entiende, entonces esto se asimila claramente. A partir de aquí, y en contra de lo que se piensa, no creo que se precisen unas cualidades muy especiales; cualquier persona puede tocar muy bien el piano, siempre que el profesor conozca los mecanismos técnicos de cómo hacerlo. Otra cosa es hacer una obra de arte, y en la interpretación también hay mucha creación.
Ya muy joven fuiste e estudiar a Londres. ¿Como fue? ¿Cómo fueron tus maestros? Pienso en Nariné Haroutinian. Qué significó para ti aquella estancia, cómo se vivía la música en Inglaterra, cómo vive un pianista español en Londres
A la vez que la Beca Pilar Bayona, el Ministerio de Asuntos Exteriores me había concedido una beca para estudiar en la Academia Chopin de Varsovia. Por entonces Polonia era un país plenamente comunista y no sé si por la imagen de frialdad que tenia o por mi recomendación para estudiar con Louis Kentner, cuñado del violinista Yehudi Menuhin, decidí estudiar en Londres. Fui uno de sus últimos alumnos antes de fallecer. Con Kentner trabajé obras como la Fantasía Bética de Falla, quien me dijo haber sido el primero en tocársela a Falla nada más componerla; me cambió algunas notas equivocadas que hay en la edición, según las indicaciones del propio Falla. Trabajé también con Haroutinian, hija del famoso compositor armenio, y que venia del Conservatorio Tchaikoswky de Moscú. Tenía muy mal genio en las clases, y a veces resultaban torturosas, pero me enseño muchos aspectos del colorido y sonoridad del piano.
Si uno analiza tu trayectoria, comprueba que has hecho muchos cursos: has estudiado a Mendehlsson, a Beethoven, a Liszt, a Granados, y a muchos los has grabado. ¿Como se arma un repertorio? ¿En qué tipo de literatura de piano te sientes más cómodo?
Un repertorio se monta por un afán de curiosidad, con voluntad y ganas de trabajar, y también con un poco de valor. No me encuentro más cómodo con un repertorio que con otro. Depende de las épocas y de tu evolución personal. Yo he cambiado de manera de tocar en mi carrera como tres o cuatro veces (prácticamente con cada profesor). Al final tienes que encontrar una manera de tocar que sea personal, y que no sea una consecuencia de la técnica, sino de una actitud estética. Por ello en unas épocas me he encontrado más cómodo con unos autores y en otras con otros. Respecto a la literatura de música española y también la contemporánea añado además: hay un deber moral del intérprete de dar a conocer la música de hoy y de su entorno.
Una crítica elogiaba tu seguridad, concentración, espontaneidad y espíritu musical. ¿Serían esos tus rasgos?
La verdad es que no lo sé. Es cierto que esto me lo han dicho muchas veces. Personalmente siento que la concentración se impone por el acto mismo del concierto; la espontaneidad es una consecuencia de la seguridad; la seguridad y el espíritu musical son consecuencia de un trabajo intelectual en tu estudio, que no tanto de inspiración como se dice. La intuición musical, o inspiración, es la consecuencia de un trabajo intelectual profundo; al final lo decisivo será la actitud del pianista en el momento del concierto.
¿Cómo definirías tu interpretación, qué buscas exactamente, consideras que ya todo está dicho en una partitura, cuál es la aportación tuya como intérprete?
Nunca esta todo dicho. Una partitura son unas manchas en un papel de las intenciones de un señor. Para que exista música las obras necesitan ser interpretadas y escuchadas. Por tanto, Hay que considerar al intérprete como creador, puesto que las versiones de un artista u otro de una composición concreta, no tienen nada que ver. Si hubiera una única opción de tocar las obras de música, con la tecnología de hoy en día no necesitaríamos intérpretes. Esto precisamente es lo singular, y lo grandioso de la música, y además una de las razones por las que no creo rígidamente en que existan los estilos musicales. Mozart tocado por Rubinstein, suena a Rubinstein, cualquier melómano puede apreciar esto.
Llevo varios años estudiando grabaciones de muchas interpretaciones de “grandes” maestros” con tecnologías muy sofisticadas y con grupos de profesores del conservatorio y he observado que muchas de esas grandes interpretaciones no son tan “grandes”. Se puede afirmar que en la interpretación que hay una forma más clara, el oyente la aprecia más. Mi aportación va en esta dirección, busco en la interpretación una organización, una forma para expresar ideas claras.
¿Tienes pianistas favoritos, gente a la que sigas: Horowitz, Richter, Pollini, Arrau, Rubinstein, Volodos, Pogorelich, alguno de los nuestros, Salazar? Si te ocurriese algo de eso, me encantaría que nos explicases por qué, qué hallas...
Hace años tenia más predilecciones por unos que por otros. Ahora aprecio más cualidades determinadas de cada uno y en interpretaciones concretas. No creo que exista un pianista que en todo momento sea genial, sino en una obra o un recital en concreto; eso si que lo hemos podido escuchar, en contadísimas ocasiones.
Como he comentado al principio, desde mi punto de vista vivimos una época de formas y esto es aplicable al mundo cultural. Por ello prefiero el pianismo de hace 50 años, lo que se ha llamado “la edad de oro del piano”.
De estos pianistas que me comentas, Horowitz y Richter me parecen de los pianistas más completos que han existido. Rubinstein es el ejemplo de espontaneidad y naturalidad de cómo tocar el piano; Volodos es un gran virtuoso, pero solo domina la forma pequeña, no la grande; Pogerelich es un auténtico intérprete pero demasiado experimentador, etc.
¿Cómo te gustaría que fuesen los 25 años siguientes?
Con paz. Me gustaría que la gente se apreciara más los unos a los otros. Tampoco estaría de menos que la sociedad avanzara un poquito más tranquila.
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casesbi -