ANTONIO CARDIEL: FRAGMENTOS DE "EN EL BOSQUE"
[Antonio Cardiel, un zaragozano residente en Barcelona y muy aficionado a los rastros, mercadillos y almonedas, es uno de esos escritores invisibles que admiro sinceramente. Por su pasión por la fotografía, por sus diarios, por la calidad de sus invenciones, como sucedía en Un Rembrandt en la basura. Acaba de publicar en Mira editores el libro En el bosque (Mira Editores, 2008), que tiene algo de viaje, de dietario, de microcuento, y de reflexión, más o menos erudita, más o menos lúdica, en torno al bosque y sus amplias referencias. Copio aquí un par de fragmentos, y me gusta especialmente el segundo, que pertenece a esos relatos o meditaciones que glosan libros, autores, letras cruzadas.]
El abeto.
En mi imaginario personal, va ganando posiciones en la escala de belleza el abeto, del que se pueden ver espléndidos ejemplares en las zonas que llaman Corralez y Selba d’el Plan, junto al primer puente del valle que cruza el cauce del Cinca. Es una especie que ha sufrido regresión debido a que está menos adaptada al clima cálido y seco que otras competidoras, por lo que forma masas residuales, como estas de Pineta que visito con tanta frecuencia. Además, fue talado sin contemplaciones hasta hace bien poco, debido, por un lado, a que su madera era especialmente apreciada para la construcción de mástiles de buques, y, por otro, a que se utilizó como combustible y para el apuntalamiento de galerías en la minería. A pesar de todo, aún quedan algunos ejemplares vigorosos y de gran porte. Son individuos de treinta metros, de una elegancia indescriptible, enhiestos en su porción de bosque, gigantescos, incluso algo soberbios e intimidantes, como senadores vitalicios de barba blanca, o presidentes de pequeñas repúblicas, o catedráticos eméritos de universidades antiquísimas, o cirujanos bregados en mil batallas. Alrededor, las pequeñas hierbas, las matas de bojes, las setas que crecen gracias a la humedad, las hormigas que hibernan, los paseantes ocasionales, somos como súbditos o alumnos o pacientes también perfectos en nuestra insignificancia.
Lenz.
Otra referencia de bosque literario. Georg Büchner, en su magistral Lenz, relata el extravío de un esquizofrénico por las montañas y bosques de los Vosgos. Es una obra romántica que dibuja una naturaleza viva, amenazante, hostil, siempre bajo el tamiz de la experiencia del esquizofrénico. Jacob Michael Reinhold Lenz fue un literato contemporáneo de Büchner. Amigo de juventud del mismísimo Goethe, se le deben algunas tragedias singulares, como Los soldados y El preceptor. Lenz sufrió un brote de esquizofrenia en los bosques y vagó por aquella Europa de finales del siglo XVIII como un sonámbulo. Hizo el trayecto a pie entre Estrasburgo y Moscú, en cuyas calles encontraron su cadáver en 1792. La experiencia de ese viaje debió de ser pavorosa, su acercamiento a los pueblos como vagabundo, las noches a la intemperie, las amenazas que vislumbraba en la espesura, el cielo siempre como una plancha a punto de desplomarse sobre su cabeza, las voces que le asaltaban, el continuo extrañamiento de su corporeidad y de la misma existencia.
*La foto es de Julia Margaret Cameron y se titula "La hija del jardinero" (1873).
2 comentarios
Luis Borrás Dolz -
Aunque no tenga relación con esta entrada quisiera mostrarle mi agradecimiento por su palabra e invitarle a mi modesta casa: http://aragonliterario.blogspot.com/
Reciba un cordial saludo.
Gemma -
Un abrazo