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Antón Castro

DE "CARMEN", DE POESÍA, DE FÚTBOL Y DE ESTE BLOG

DE "CARMEN", DE POESÍA, DE FÚTBOL Y DE ESTE BLOG

 

[Estuve año en la representación de Carmen de Bizet, que han puesto en escena, con más de 250 personas, un equipo de gente capitaneado por Miguel Ángel Tapia, José Luis Martínez, Andrés Ibiricu, etc. La función sorprende al principio porque no es habitual ver un montaje así, casi minimalista, pero a medida que avanza y que irrumpe con fuerza y sensibilidad la música de Bizet, la representación gana, gana y conmueve. Y el paso de actores-cantantes, las bromas de los niños, el clima de contrabandistas y tabernas y tablaos se imagina sin esfuerzo alguno. El público premió por extenso la actuación de todo el elenco, repleto de intérpretes y cantantes aragoneses o vinculados, de algún modo, con Aragón. En uno de los descansos, Javier Arellano me dijo que estaba preocupado por la deriva de este blog hacia la poesía. Literalmente me dijo: “Más fútbol y menos poesía”. En homenaje a él cuelgo de “Diario de la Eurocopa”, que aparece todos los días en Heraldo, esta nota sobre el partido Alemania-Portugal. Ganaron los alemanes a mi pesar, y según la crítica el gran catalizador germano fue Ballack; para mí, pese a la victoria, estuvo muy por debajo de la calidad, el duende, la dirección y las soluciones imaginativas constantes de Deco. La única diferencia fue que Deco no venció; de haberlo hecho Portugal, habrían corrido ríos de tinta sobre su clase. La victoria, a veces, obnubila un poco. Ballack marcó el tercer gol tras una clarísima falta: empujó hasta dos veces, en el instante del salto, a Paulo Ferreira.]

 

 

PASES DE GOL / Portugal había deslumbrado en la primera fase y adquirió aura de campeón. Alemania sufrió y la eliminó en la noche más hermosa de Deco. Por Antón Castro

 

Ha ocurrido lo previsible: la potencia y el oficio han vencido a la creatividad, mezclada en esta ocasión con la ansiedad. El colegiado también echó una mano a la siempre afortunada Alemania: el gol de Ballack, más en forma que nunca, más responsable y ambicioso que casi siempre, nace de una falta y de un despiste monumental de Ricardo. Alemania dio su primer golpe cuando Portugal entraba en el partido, casi unos segundos después de que Joao Moutinho rematase a bocajarro con la rodilla. Otro fallo de colocación defensiva en la defensa portuguesa destrozó el equilibrio. El tanto de Miroslav Klose fue como una demolición.

Al principio dio la sensación de que ya no habría más partido, que iba a ser un nuevo monólogo de los fornidos alemanes. Los pupilos de Joachim Low jugaron su mejor encuentro en mucho tiempo, y a los portugueses les perdió la mala colocación y los errores de Scolari. Simao hizo un partido calamitoso y no fue cambiado, y quizá Ricardo Quaresma hubiera hecho algo más. Cristiano Ronaldo fue una sombra: es todavía un jugador inmaduro que no sabe dónde debe colocarse; su testarudez y su egocentrismo le impiden interpretar el curso de la fiesta. El partido de anoche recordó mucho al de Portugal-Grecia de la final de la Eurocopa del 2004. El juego, el malabarismo, la triangulación y la búsqueda de la belleza lo ofreció Portugal, pero evidenció su falta de estrategia y creyó que iba a ganar con fogonazos de poesía y de clase. Se descolgó demasiadas veces. Y enfrente, Alemania mostró sus viejas armas: tensión, fuerza, constancia y una convicción total en sus posibilidades.

         Sin embargo, el de anoche fue un partido emocionante hasta el último suspiro, y tuvo un protagonista ejemplar. Un actor de lujo. Si por Alemania abrillantaron el juego Podolski, Sweinsteigger e incluso Jens Lehmann, Portugal encontró en Deco al pulmón, al cerebro, a un virtuoso increíble. Hacía tiempo que no veía a un centrocampista tan extraordinario: Deco asumió el mando, tiró de amagos y de driblings, asistió una y otra vez a sus compañeros en largo y corto, buscó el pase interior con la exactitud de un francotirador e impartió toda una lección de fútbol, basada en la claridad, la sencillez, la plasticidad, el criterio y la profundidad. Y no solo eso: fue contumaz en el cuerpo a cuerpo e inventó una y otra vez con el balón cosido a la bota, con el balón por los aires. Hasta Ballack se rindió ante él. Acaso fuese su penúltima lección y también la más inútil. Hasta ahora este ha sido el mejor partido de la Eurocopa, un recital de todas sus suertes.

España, que encarna la creatividad y el talento, se va a enfrentar a Italia, casi clónica de Alemania en ardor competitivo. A estos equipos hay que ganarles con toda la clase de la tierra, sin duda, pero corriendo por lo menos tanto como ellos.

 

 

2 comentarios

J. A. -

Antón, canalla. Por un escueto comentario en un pasillo, me has dibujados como un futbolero empedernido.
Te matizo.
Me gusta, nos gusta, leer crónicas deportivas alejadas de los tópicos, cercanas e incluso épicas cuando hablas de las proezas balompédicas de tus hijos.
Me gusta, nos gusta, comprender el espectáculo desde otro ángulo.
Me gusta, nos gusta, refrescarnos el día con una media sonrisa por la mañana.
¡Suerte Mister!.

Emilio -

Me temo lo peor. Alemania-Italia en la final.
Y eso que después de ver los partidos de España, con un fútbol más a lo ingles que nunca, pienso que éste, en realidad, sí puede ser nuestro año. Pero lo de Italia clasificándose para cuartos casi al final huele a vencedora del Europeo en la prorroga, habiendo cosido al rival a patadas y con un gol de rebote, tras una falta no pitada por el árbitro.

¡Por Ataturk!, menudo final de partido anoche de los Turcos, estos partidos hacen grande este deporte.

Un saludo.