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Antón Castro

VIDA DE POETA, POR ENRIQUE VILA-MATAS

VIDA DE POETA, POR ENRIQUE VILA-MATAS

 

 

VIDA DE POETA

 

 

No olvidaré nunca aquella  visita a Ronda. Fui, de adolescente, con mis padres y hermanos,  en uno de esos viajes familiares, tan habituales de la década de los sesenta. Eran años en los que el país empezaba a prosperar económicamente y las familias de clase media, como la mía, se compraban modestos automóviles y se lanzaban a un tímido turismo por tierras de Portugal y España. No olvidaré la visita a Ronda, donde vivía un tío lejano que era familia de mi madre. Se trataba de un hombre enjuto y reflexivo,  viejo republicano, profesor en un instituto de la ciudad, un hombre con un discurso pavorosamente anticuado, muy acartonado. La familia decía que llevaba vida de poeta. Parecía obsesionado por la poesía de Rilke, y mis padres y hermanos le escuchaban con extrañeza. A nosotros no nos interesaba la poesía, salíamos de una difícil  lucha por la supervivencia pura y dura y no estábamos para florituras ni locuras. El poeta, con su aire añejo y su discurso arcaico,  no parecía darse cuenta de todo esto y nos hablaba y hablaba de Rilke, que había pasado en Ronda una larga temporada inspirándose todas las tardes en el Puente Nuevo, mirando siempre desde allí al impresionante precipicio que los rondeños  llaman el tajo.

Al atardecer me separé levemente del grupo familiar y me quedé un rato asomado  al asombroso promontorio que da sobre el vacío en el centro de Ronda  y a cuyos pies se extiende el valle cerrado por la serranía. El poeta  no tardó en acercarse y me preguntó si me gustaba aquella vista tan imponente. Le dije, con mis palabras de adolescente, que mi mirada se sentía exclusivamente atraída hacia aquella pavorosa caída de cien metros, hacia el soberbio precipicio. Entonces el hombre, imprimiéndole a su voz una súbita grandeza, me susurró estas palabras al oído, como quien transmite un secreto heredado de generación en generación y  afortunadamente preservado:

-Las obras de arte, escasas,  dan contenido intelectual al vacío.

Su frase no la he olvidado. Sonó como una prolongación de su discurso vagamente trasnochado, pero me abrió los ojos y siempre he pensado que me salvó la vida.

 

[Me ha gustado mucho este texto de Enrique Vila Matas incluido en “Exploradores del abismo”. Se lo pido y Enrique me lo hace llegar. La foto es de Rilke.]  

3 comentarios

Luisa -

El vacío es como la radiación de fondo universal, que se percibe por las perturbaciones, y el arte es el que puede crear esas perturbaciones.
Vila-Matas es siempre muy exacto.
El texto es guapo, guapo.
Besos.

Joaquín -

Querido Antón. Venía esta mañana especialmente atribulado por los problemas que me esperaban sobre el escritorio de trabajo y, gracias a esta joya que nos ofreces en tu blog, has conseguido templar mis nervios y darme un punto de apoyo sobre el que comenzar a trabajar.
Danke.
Joaquín

Antonio Serrano Cueto -

Hermoso y trascendental encuentro en esa joya que es Ronda. Saludos desde "El baile de los silenos", donde tienes tu casa.